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    EL EVENTO

    El suministro de agua en esta zona del mundo ha generado un conflicto entre comunidades, industrias y autoridades locales. Un resumen de nuestro #DiálogosCONNECTAS.

    En la frontera entre México y Estados Unidos, uno de los pasos fronterizos más importantes del mundo, se ha dado una importante expansión demográfica e industrial en los últimos años. Esa situación ha provocado presión en los recursos naturales de la zona, especialmente por el más preciado de todos: el agua.

    El suministro del agua está provocando un conflicto entre comunidades, industrias y autoridades locales que se debe, principalmente, a la mala planeación en los sistemas de drenaje, la contaminación y la sobreexplotación del agua en actividades económicas e industriales que se han asentado en la frontera norte de México. Esta situación presenta retos para las autoridades, la sociedad civil y los periodistas, pues deben hacer un control social adecuado y vigilar que las concesiones de uso industrial del agua no sean foco de irregularidades, corrupción y favorecimientos políticos.

    Para analizar este tema CONNECTAS, junto al Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists en alianza con el Border Center for Journalists and Bloggers y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) discutieron el pasado 24 de febrero por qué el agua se ha convertido en un foco de conflicto en la frontera de los dos países.

    Mira el diálogo completo aquí:

    ‘Agua, tensión en la frontera México – EE. UU. por el suministro y manejo del recurso natural’ fue el nombre de los #DiálogosCONNECTAS, donde participaron los panelistas Federico J. Mancera – Valencia, investigador del Centro de Investigación y Docencia de Chihuahua; Diana Aranguré, integrante del movimiento cívico Mexicali Resiste; y Alfonso Cortéz Lara, profesor e investigador del Colegio de la Frontera Norte. 

    Control del agua en una zona árida

    El norte de México estuvo deshabitado por muchos años, pues la zona árida no permitía el desarrollo de negocios. Fue hasta los años cuarenta que una actividad económica fundada en la ganadería empezó a adueñarse de la zona, y desde ese momento se empezó a poblar la zona desértica. Actualmente, la situación es más compleja, pues las industrias que se han asentado allí acaparan el agua de manera desmedida.

    Este acaparamiento va acompañado de la contaminación del agua, que termina afectando directamente a los pobladores, razón por la cual han nacido iniciativas desde la sociedad civil para proteger el recurso, como “Mexicali Resiste”, de donde Diana Aranguré es integrante. Para ella, esta situación es tan compleja que podría ser en un futuro “una guerra como la que hay actualmente con el oro o el petróleo”. 

    Es importante recalcar que existe desde 1944 un marco jurídico entre Estados Unidos y México que establece la forma en cómo se divide el agua en la zona, especialmente la de los ríos Bravo y Colorado, que son los principales de la zona. Este marco jurídico tiene más de 325 actas que han actualizado la situación de la frontera, ya que es un lugar que atrae muchos flujos migratorios, lo que tiene un impacto directo en el uso del agua. 

    A pesar de que existe un marco jurídico entre países, esta es una relación asimétrica, pues hay un poder notorio en la implementación de las políticas de cada país, como lo explicó Alfonso Cortéz. La prueba de esto es que las políticas que diseña cada una de las partes está asesorada de manera distinta. Mientras el lado mexicano está asesorado por algunos técnicos, el lado estadounidense se asesora de varios sectores y de agencias estatales y federales.

     

    La importancia del agua

    “El agua a diferencia del petróleo es un recurso renovable, razón por la cual las personas no tienen en cuenta que es un recurso limitado”, así lo explicó el investigador Federico Mancera. Entonces, para poder abordar esta situación es importante tener en cuenta el aspecto cultural, además del aspecto sostenible. Esto implica, por ejemplo, saber que el ciclo de agua es diferente en todas partes del mundo y el cuidado de esta se tiene que enseñar de acuerdo a estos ciclos. Además, hay que empezar a invertir en tecnología que ayuda a repensar el uso de agua, especialmente en las ciudades que es donde está la mayor demanda.

    En esta misma línea, la comunidad de Mexicali a la que pertenece Aranguré, trata al agua como un bien común y no como un recurso material del que una persona dispone. El tema del cuidado del agua, además, es para la comunidad un factor de riesgo para la vida, pues no solo se trata de tener agua, sino de proteger estos recursos para que el agua que se consuma pueda ser de calidad. Esto implica, según la activista, pensar en el futuro y no en el ahora.

    Ahora bien, además de la sociedad civil velando por el recurso, el Estado y sus instituciones también deben cuidar de este y proponer soluciones para su mejor uso. Sin embargo, la entidad encargada de esto en México, la Comisión Nacional del Agua (Conagua), ha sido criticada por sus obras, especialmente por aquellas de infraestructura. Según Cortéz, la institución tiene carencias y problemas de corrupción, además, hace más concesiones de agua de las que debería hacer y no mide el impacto de estas. Por ejemplo, hace concesiones con las aguas subterráneas, que son recursos que se recuperan pero después de cientos de años.

     

    Acciones prácticas

    Con base en los problemas estructurales que tiene el Estado mexicano para velar por los recursos hídricos, es importante explorar las posibilidades de acciones concretas que se puedan hacer desde diversos sectores. Con respecto a esto, Mancera explicó que es importante que las gobernanzas locales retomen el control de las políticas de agua y que estas tengan la libertad de tomar decisiones sin desconocer las opiniones federales.

    Igualmente, las políticas públicas deben regionalizarse, porque aunque el agua “se piense como un asunto global, debe ser un tema más local”, explicó el investigador. Esto también implica que las políticas sean más transversales e incluya a diferentes partes, como la sociedad civil, agencias del Estado y expertos en el tema, para poder tomar mejores decisiones con base en el lugar para el cual se está planteando una política.

    Por otro lado, existe en la zona un conflicto de intereses que dificulta los procesos de sostenibilidad en la sociedad civil, por eso desde Mexicali Resiste han tomado la decisión de incluir a los jóvenes en los procesos de cuidado del agua, pues es una apuesta por una estrategia diferente, que genere cambios desde la raíz y que responda al mediano y largo plazo. 

    Como acción concreta para el apoyo de la sostenibilidad de la zona, Mexicali Resiste junto con otros actores de la sociedad civil lograron tumbar una ley en 2017 que quería privatizar el recurso de agua. Esto era una respuesta a que hay poblaciones que no tienen acceso constante al agua, sino intermitente y pueden pasar incluso semanas sin el recurso, y cuando logran tenerla, este no tiene las características adecuadas para ser consumida. 

    A su vez, la falta de agua no permite que estas poblaciones puedan tener agricultura en sus terrenos, una diferencia grande con las poblaciones de Estados Unidos, quienes si pueden tenerla.

     

    De cara a la población

    Vale la pena preguntarse, entonces, ¿por qué hay poblaciones que no tienen acceso al agua y otras que sí? Esto teniendo en cuenta que toda la zona es árida, independientemente de si es en México o Estados Unidos. Según Mancera, el agua no está distribuida equitativamente en ningún lugar del mundo y a su misma vez, tampoco se tiene en cuenta la distribución espacial de este recurso. Por ejemplo, en países como Brasil cae mucha más agua lluvia que en países como México. Igualmente, dentro de México la recolección de agua es mucho menor al norte que al sur.

    Entonces, los pueblos originarios que carecen de agua son aquellos que migran a territorios urbanos donde no existe una infraestructura de agua o de luz, también llamados cinturones de miseria, lo que hace que las condiciones de miseria se incrementen. Además, la dimensión del agua para los pueblos originarios va más allá del uso inmediato, tiene enfoques que van ligados a la cultura.

    Aunque la zona norte de México tiene una tensión latente por el control del agua, la frontera sur del país tiene también sus propios problemas. De hecho, es México el país que acapara el recurso hídrico, que va ligado a otro tipo de problemáticas de la zona. Tomando estos dos lados opuestos como ejemplo, Cortéz explica que ambos lugares deben gestionar el agua desde el punto de vista de la oferta en lugar de la demanda. Igualmente, para incluir a la población en los procesos se debe empezar a pensar en la utilización del agua a nivel local, para que estos decidan cómo y quién usa sus recursos.

    Un ejemplo de esto podría ser Mexicali Resiste, quienes aparecen en respuesta a un recurso que se estaba arrebatando. Aunque no hacen control político, el movimiento generó un carácter asambleario, horizontal, donde todos son integrantes y no representantes. Han intentado, también, generar conciencia a través de los aprendizajes que han obtenido de los pueblos originarios de la zona desértica, como lo explicó Diana Aranguré.

    En esta misma línea, Alfonso Cortéz recomendó que el Estado mexicano se vire hacia una gobernanza ambiental, democrática y transformativa, para que logre incorporar de manera horizontal a los sectores que toman decisiones, entre estos la sociedad civil y los pueblos originarios. De esta manera, se incorporarán saberes históricos en la toma de decisiones, a la vez que se plantea una vigilancia a los sectores públicos de la democracia.

    Los panelistas

    Diana Aranguré

    Diana_ArangurénEs integrante de Mexicali Resiste, movimiento cívico creado para hacer control ciudadano a las concesiones de agua y territorio a compañías trasnacionales, así como a la contaminación generada por las industrias asentadas en la ciudad de Mexicali. Trabajan a través de la educación y las acciones legales para evitar que los megaproyectos afecten a la comunidad.

    Alfonso Andrés Cortez Lara

    Alfonso_Andrés_Cortez_LaraProfesor e investigador titular en el Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente en El Colegio de la Frontera Norte, sede Mexicali. Doctor en Desarrollo de Recursos con especialidad en Gestión y Manejo de Recursos Hídricos y Desarrollo por la Universidad Estatal de Michigan y Maestro en Uso y Manejo del Agua en Zonas Áridas por la Universidad Autónoma de Baja California.

    Federico Mancera-Valencia

    Federico_Mancera_Valencia

    Geógrafo, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, maestro en Educación por el Centro de Investigación y Docencia y Doctor en Pedagogía Crítica por el Instituto de Pedagogía Crítica. Ha participado en múltiples investigaciones interculturales, de desarrollo, recursos naturales, así como de gestión y coordinación de proyectos para el desarrollo comunitario cultural y sustentable en comunidades rurales del desierto y comunidades indígenas.

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