Dos contadores, detrás de compañías fantasmas

Al inicio, Comexito S.A. era un emprendimiento familiar. Se dedicaba a la venta de artículos de ferretería, pero quebró.

Lizandro Velasco dice que falsificaron su firma para convertir a su compañía Antolougroup S.A. en una empresa fantasma. Guayaquil 15 de Marzo del 2019. Crédito: EL UNIVERSO

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Años después se convirtió en una de las empresas fantasmas más usadas para posibles evasiones tributarias.

Uno de sus antiguos dueños, Otón Ladines Quiñónez, contó que un gran cliente dejó de pagarles. “No pude salir adelante por falta de capital”, se lamenta. Eso sucedió hace diez años.

Meses después de la quiebra, en marzo de 2010, dos personas que han trabajado como mensajero y conserje en otras compañías fueron nombradas directivos de Comexito ante la Superintendencia de Compañías. Ladines dice que no sabe quiénes son, a pesar de que en esa fecha aún figuraba como accionista de la compañía.
Tampoco conoce a Roberth Simisterra, un guardia que según los registros de la misma Superintendencia compró Comexito en octubre de 2011. Ladines no se explica cómo esas personas llegaron a la empresa, pues tras la bancarrota no hizo ningún trámite societario.

Según el SRI, Comexito declaró ventas por $ 13,3 millones entre 2011 y 2014, cuando ya estaba a nombre del guardia, el mensajero y el conserje, sin registrar ningún empleado afiliado. Facturó $ 1,7 millones a las chinas CWE y CAMC.
En la dirección que Comexito registró ante las autoridades, en el centro sur de Guayaquil, hay una casa de dos pisos que tiene un cuarto de alquiler y un salón de belleza.

Una señora, que se identificó como dueña del inmueble, se molestó por ser consultada sobre esa compañía y señaló: “Tres meses estuvieron… Han ido debiendo al fisco”. La señora no quiso identificar a sus exinquilinos.

El SRI declaró fantasma a Comexito en septiembre de 2016. En uno de sus expedientes administrativos consta que quien manejó la documentación societaria de Comexito en esos años fue el contador Arturo Soriano Muñoz. Su nombre aparece en la historia de otra empresa fantasma.

Se trata de Antolougroup S.A., creada por el comerciante Lizandro Velasco Mendoza en 2005 para vender teléfonos celulares. Él contó que tuvo que disolverla ya que montó su negocio usando otra sociedad. Dijo que Arturo Soriano, que en ese entonces era su contador, se encargó de la disolución.

En realidad, la Superintendencia de Compañías disolvió Antolougroup de oficio en 2009 por no presentar la información anual obligatoria. Meses después, la empresa se regularizó y la Superintendencia la reactivó.

Entre los documentos que se presentaron para la reactivación están informes firmados a nombre de Lizandro Velasco. “¡Qué burda falsificación! Claro que no es mi firma”, reaccionó él al ver los papeles.

Antolougroup reportó $ 14,8 millones en ventas entre 2010 y 2014, y fue declarada fantasma por el SRI en 2016.

Según los registros societarios, Gerson Rojas Arroyo compró acciones de Antolougroup en enero de 2010. Actualmente, él tiene 30 años y gana el sueldo básico como técnico eléctrico.

Él también aparece en otras dos empresas fantasmas: Divinacompany S.A. y Gotoconstru S.A. Estas compañías reportaron ventas por $ 52,2 millones y facturaron $ 2,5 millones a CWE y CAMC.

“No tengo ni una bicicleta, que es lo más bajo. Vivo en la Isla Trinitaria”, indicó Rojas. También contó que el SRI lo contactó por este problema en 2014. Luego de interrogarle, un funcionario comprendió que Rojas había sido víctima de una falsificación. La sospecha es que alguien clonó su cédula.

Gerson Rojas planteó una denuncia en la Fiscalía por falsificación de documentos a finales del 2016 en contra de las personas que aparecían ligadas a esas empresas fantasmas. La investigación fue archivada a inicios de mayo de este año, por pedido del fiscal Segundo Lucas Centeno.

José Calle Paredes, un albañil que trabaja en la Amazonía, también figura como accionista de Divinacompany y de otras tres empresas fantasmas.

Dijo que no conoce a esas compañías ni a las personas que están relacionadas a ellas, y que ninguna autoridad le ha contactado. “Mire, yo no sé. Yo soy simplemente un peón y me vienen con esta situación”, dijo.

EL UNIVERSO habló con dos personas que trabajaron para Soriano. Las reuniones se hicieron por separado.

A las afueras de su actual trabajo, uno dijo que su exjefe se dedicaba a comerciar facturas a empresas y que cobraba entre el 2% y el 3% de lo facturado. La otra fuente contó que Soriano desapareció de la oficina a mediados del 2015 y que, después, se enteró de que él se dedicaba a la “compra de facturas para bajar los impuestos”.

También recordó que Soriano telefoneaba frecuentemente a Jaime Gutiérrez Elvay, un contador que ya fue procesado por supuesta defraudación tributaria a través de empresas fantasmas, aunque nunca lo vio en la oficina. “Escuchaba que (Soriano) hablaba y lo nombraba: ‘Jaime’, tal cosa… Yo creo como que le prestaba plata porque decía que iba para allá a ver dinero”, contó.

Muchos lazos unen a Gutiérrez Elvay con empresas fantasmas, incluyendo aquellas en las que participó Soriano. Familiares y exempleados de Gutiérrez aparecen en el historial societario de esas compañías.

Su padre y un primo fueron accionistas de Gotoconstru entre 2007 y 2012. Ahí también fue socio William Villamar Bravo, quien trabajó por seis años en Sunservicorp S.A., una compañía de Gutiérrez Elvay.

En la Superintendencia, Villamar Bravo aparece ligado a nueve empresas fantasmas. Una firma parecida a la que lleva en su cédula consta en los expedientes de Comexito, Antologroup, Gotoconstru y Divinacompany, en calidad de Secretario Ad-hoc de las juntas de accionistas. Esa firma consta en los nombramientos de Gerson Rojas y José Calle Paredes en varias empresas. Villamar Bravo dice que se trata de una falsificación.

Otro empleado de Gutiérrez Elvay, aparece como representante legal de seis compañías fantasmas.

La investigación contra Gutiérrez Elvay inició en 2017 por una denuncia anónima que llegó a la Policía Judicial.

Agentes encubiertos siguieron a los sospechosos e identificaron diez inmuebles, que luego fueron allanados.

En uno, ubicado en Salinas (Santa Elena), se hallaron chequeras bancarias de 19 empresas fantasmas, entre ellas, Comexito, Highstrategy, Gotoconstru, Divinacompany, Antolougroup y Workcomti.

No obstante, el juez no encontró razones suficientes para enjuiciar a Gutiérrez y otros tres procesados.

CAMC contrató a Construestilo para que haga el ECU-911 de Esmeraldas
Iván Gómez Quispe trabaja manejando un camión en Guaranda. Siempre ha sido chofer, pero en los registros de la Superintendencia de Compañías aparece como dueño de Construestilo S.A., una constructora que facturó $ 2,7 millones a la china CAMC Engineering.

El Servicio de Rentas Internas (SRI) declaró fantasma a Construestilo en 2016. Es la empresa de fachada que más facturó a una contratista china. Según el SRI, reportó ventas por $ 2,85 millones. Es decir que el 95% de su facturación la emitió a CAMC.
Gómez ni siquiera conoce esa compañía, pero sí ubica a la persona que figura como su supuesto socio, Marco Figueroa Muñoz. Cuenta que trató con él cuando trabajaba como chofer en la empresa guarandeña Attrezzo Construcciones Cía. Ltda., hace más de ocho años. Figueroa era la mano derecha del dueño, recuerda.

“Si ellos han cogido mis papeles y se han atrevido a hacer esas cosas, uno debe reclamar. ¡¿Cómo harían las firmas?!”, se quejó Gómez vía telefónica,
Cuando él ya aparecía como accionista de Construestilo, CAMC la subcontrató para que edificara el ECU-911 de Esmeraldas por $ 3 millones. En ese entonces, la firma china tenía el contrato del Ministerio Coordinador de Seguridad para construir los comandos del ECU-911 en todo el país, por $ 61,8 millones,

El acuerdo entre CAMC y Construestilo se dio en agosto de 2012. Lo firmaron los representantes de las partes, Liang Yang, y Marco Figueroa.

EL UNIVERSO solicitó una entrevista con Yang, pero no estaba en el país. No se pudo contactar a Marco Figueroa.

Para hacer la obra en Esmeraldas, Construestilo firmó un “Convenio privado de préstamo – inversión” con la empresa ecuatoriana Staffscige Cia. Ltda. Esta se comprometió a dar $ 1 millón a Construestilo para financiar el inicio de la obra. A cambio, ambas empresas compartirían las ganancias del subcontrato con CAMC.
Staffscige fue la representante de la empresa China Electronics Import & Export (Ceiec) en un contrato de $100 millones para implementar la primera fase del ECU-911. También dio servicios logísticos a CAMC para facilitar su domicialización en Ecuador. La compañía cerró en 2015. Su socio mayoritario, Yong Li, declinó a hablar con este Diario.

El convenio con Construestilo señala que Staffscige transferiría el monto acordado a tres cuentas bancarias, entre ellas, una de Ricardo Bravo Suárez.

Él y su hermano fueron dueños de Construestilo entre 2005 y 2011. A inicios de ese año, vendieron la compañía a Iván Gómez, el chofer, y a Marco Figueroa. En el acta que registró la transferencia de participaciones solo consta la firma de Figueroa.
Ricardo Bravo es un ingenirero civil que trabaja en la Dirección de Obras Públicas del Municipio de La Libertad (Santa Elena). No se pudo concretar una entrevista con él.
El ECU-911 de Esmeraldas no fue la única obra pública en la que participó Construestilo. En 2011, obtuvo un contrato del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) para el mantenimiento de un campamento en la vía Durán- Yaguachi, por $ 159 mil. El documento está firmado por Figueroa y el entonces director del MTOP del Guayas. Más tarde, se suscribió un acuerdo complementario de $ 16 mil.

En el contrato principal aparece el número telefónico de Construestilo, que no está registrado en la guía. También consta su ubicación, en el centro de Guayaquil. Esa dirección también está registrada en la Superintendencia de Compañías y en el SRI.
Ahí hay una casa multifamiliar de dos plantas. La primera, donde supuestamente funcionó Construestilo, está deshabitada, Un guardia contó que lleva así varios años. “No conozco a esa empresa -dijo-. (Esa casa) nunca ha sido empresa”. (I)


Este reportaje se realizó con el apoyo de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas, impulsado por el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, en inglés) y la plataforma periodística Connectas.

 

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