La actriz colombiana Sofía Vergara estrena en estos días en Netflix la serie “Griselda”, que protagoniza en el papel de la “reina de la coca”. Los rostros de Pablo Escobar y Joaquín “El Chapo” Guzmán aparecen estampados en remeras que se venden en mercados de todo el planeta. Los narcocorridos del mexicano Peso Pluma, después del festival en Chile, estarán en el legendario Coachella, en California. Estos hechos tienen en común el fenómeno de la narcocultura, un producto que América Latina está exportando al mundo con un éxito sin precedentes. Y con mucha polémica.
La fascinación de la industria cultural por los narcotraficantes no es nueva. “Scarface”, la película protagonizada por Al Pacino sobre un narco cubano en Miami, acaba de cumplir 40 años convertida en un clásico del cine. Y otro emblema —en este caso de la TV— es “Breaking Bad”, considerada una de las mejores series de todos los tiempos, que relata la historia de un mediocre profesor de secundaria que se convierte en un poderoso productor de metanfetamina.
En ambos casos se trata de producciones norteamericanas en las que lo latino aparece en los márgenes y con una connotación negativa. Pero ahora, esos marginales asaltan las pantallas y los escenarios del mundo mientras construyen una nueva narrativa alrededor del narcotráfico, en ocasiones rozando la apología.
¿Qué tanto es aceptable la normalización social de una actividad ilegal como el narcotráfico?
Hablamos del tema en este capítulo del pódcast #TenemosQueHablar
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