En su tercer período al frente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva no ha dudado en radicalizar sus posiciones. A sus 77 años, el mandatario parece apurado por dejar su legado. Está en la recta final de su carrera política y sabe que no tiene nada que perder.
Lula parece empeñado en aprovechar la reconfiguración geopolítica mundial para proyectar a Brasil al primer plano. Con dos polos enfrentados —Occidente y el eje de Rusia y China— y una América Latina ambivalente, el presidente brasileño ve la oportunidad de dejar atrás la hegemonía norteamericana al jugar la carta alternativa. Para Lula no parece haber dudas: América Latina, con Brasil a la cabeza, debe hacerse un espacio junto a potencias mundiales como China y Rusia.
¿Lula ha abandonado su liderazgo de centroizquierda moderado en la región?
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