Por María Matienzo para Cubanet en alianza editorial con CONNECTAS

A l preso político Silverio Portal Contreras lo golpearon en la prisión 1580 y lo dejaron tirado en el suelo. Los guardias pensaron que se estaba haciendo el enfermo. A los 45 minutos lo levantaron con la boca virada y sin poder mover las extremidades. En el hospital llamaron a la esposa para decirle que a Silverio le había dado un infarto cerebral provocado por los golpes y la severa hipertensión arterial que padecía antes de llegar a prisión.

El padecimiento de Silverio se agrava con la epilepsia y la diabetes, más una trombosis, dos isquemias transitorias, la pérdida progresiva de la visión y los golpes que continúa recibiendo porque los cambios de humor que le provocan los infartos cerebrovasculares están siendo malinterpretados por sus carceleros. Las autoridades médicas de la prisión han recomendado la excarcelación y la Sala Quinta de lo Penal del Tribunal Provincial Popular de la Habana se la ha negado.

Silverio ha ingresado al sistema penitenciario cubano donde hay sobrepoblación negra porque “las prácticas de La Policía son a partir de perfiles raciales, porque manejan una teoría lombrosiana en la que las personas afrodescendientes aparecen como propensas a cometer delitos contra el patrimonio como hurto, robo con fuerza, robo con violencia, y eso puede indicar, que encontrará menos piedad”, analiza la abogada Laritza Diversent Cámbara, fundadora en el 2010, del Centro de Asesoría Legal Cubalex.

Hensel Hernández, de 27 años, fue asesinado por la Policía el pasado 24 de junio en Guanabacoa, La Habana. Las autoridades de La Isla tardaron tres días en informar sobre su muerte. Crédito: Facebook.

Las últimas cifras oficiales sobre las cárceles cubanas son de 2012. Los más de 57 mil reclusos -unos 510 por cada 100 mil habitantes- situaban a Cuba, según World Prison Brief, en el sexto lugar a escala mundial y en el segundo de la región, por debajo de El Salvador. Cubans Prisioners Defender, en su informe de enero de este año, asegura que las cifras de personas privadas de la libertad se han duplicado y en su base de datos, de los 132 presos políticos, el 58 por ciento, son afrodescendientes.

A pesar de que recientemente el Consejo de Ministros aprobó un programa nacional contra el racismo y la discriminación racial, esta es la hora en la que no se sabe con certeza a qué políticas públicas hacían referencia ni cuándo serán aplicadas. Además, el cronograma legislativo hasta el 2028 no contempla ninguna ley que desglose en todos sus matices la discriminación racial.

La primera línea de investigación de La Policía continúa siendo indagar sobre las personas negras que han sido sancionadas y las evidencias probatorias se basan en la información adquirida o la huella de olor recogida por perros entrenados, lo que solo prueba que la persona estuvo en el lugar y no que es culpable. La Policía es un elemento importante en una estructura creada para criminalizar según estereotipos raciales.

Ángel Moya, expreso político que hizo parte de la llamada Primavera Negra en 2003. Su condena fue de 20 años de privación de libertad y fue excarcelado en 2011 gracias a la presión ejercida por la iglesia católica y el gobierno español. Crédito: Twitter.

Bajo esos perfiles no solo ocurren encarcelamientos sino muertes en una población de 11.2 millones de habitantes en la que solo el 9.3 por ciento se considera negro y el 26.6 por ciento mestizo, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). Sin embargo, estas estadísticas no recogen cifras sobre las cárceles ni hacen una caracterización oficial de la población penal.

La muerte del disidente Orlando Zapata Tamayo, en 2010, mostró el alcance del racismo sistémico en Cuba. Zapata era albañil y su oposición política lo llevó a prisión donde comenzó una huelga de hambre que duró ochenta y seis días. Tras su muerte, el Gobierno comenzó una campaña de descrédito donde se decía que era un “negro delincuente”.

En 2011 un adolescente de 14 años, Ángel Izquierdo Medina, fue abatido por subirse a una mata de mamoncillos en un patio ajeno y luego, en el juicio, varios testigos aseguraron que el ex policía que le disparó dijo: “Mata al negro de pinga ese”. José Luis Zubmaguera Miranda, en 2013, a sus 45 años, recibió siete impactos de bala mientras lo detenían en su casa en Matanzas porque encajaba en el perfil de un ladrón de bicicletas.

En 2019, el rostro en un féretro de Raidel Vidal Caignet recorrió las redes sociales: la Policía le había disparado mientras negociaba con los productores independientes de café en Holguín. En junio de este año, Hansel Hernández Galiano, un joven negro de 26 años fue asesinado mientras caminaba en la oscuridad, en un barrio periférico, con un objeto bajo el brazo, la Policía supuso que era robado, se defendió con piedras y recibió un balazo por la espalda.

Cualquier intento de debate sobre el racismo en Cuba en torno a estos casos queda silenciado por los antecedentes penales de los asesinados. Uno de los casos más recientes, Hansel Hernández Galiano, ocurrió bajo la influencia de las protestas que suscitó el asesinato de George Flyod. Al igual que en los Estados Unidos, el recurso fue hacer público su récord criminal, difundir una versión inverosímil de los hechos, y por último, presentar a la madre del difunto ante los medios de comunicación con un discurso que daba muestras de conformidad ante la muerte de su hijo.

Del resto de los casos, aunque las noticias han circulado en los medios independientes, no ha habido ningún tipo de pronunciamiento oficial. A diferencia de la atención que prestaron a Floyd, los activistas por la igualdad racial que coquetean con la política del Estado no se han pronunciado, por esas ni por ninguna otra injusticia que pueda ser interpretada como contraria al Gobierno.

Estos activismos selectivos también han quedado mudos ante el caso de Silverio Portal Contreras. No tienen nada que decir pese a que fue considerado preso de conciencia por Amnistía Internacional, y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dictó una medida cautelar porque teme por su vida. Tampoco se pronunciaron el pasado 30 de junio cuando La Policía detuvo a más de cincuenta personas que intentaban hacer una marcha pacífica para protestar contra el abuso sufrido por Hansel Henández.

La ausencia de políticas públicas que cubran la brecha de más de 200 años de esclavitud ha llevado a que hoy los niveles de pobreza en la población negra cubana sean tales que solo el 11 por ciento posee una cuenta bancaria y el 3 por ciento ha viajado al exterior, según estudios realizados en 2019 por el Instituto alemán GIGA.

Los activismos por la igualdad de los afrodescendientes no siempre señalan a los responsables y con sus silencios perpetúan la discriminación racial que va de los detalles de la cotidianidad al acceso a las universidades o a los centros de trabajo con mejor remuneración.

Yosvany Arostegui, preso político, murió el pasado 4 de agosto, luego de 40 días en huelga de hambre. Crédito: Redes sociales.

El Comité de Integración Racial (CIR), organización de la sociedad civil independiente, en su informe “Negación, Exclusión y Represión” ante la CIDH, denunció cómo los afrodescendientes que no se han plegado al Estado, son acusados por el mismo Gobierno de “afectar la unidad nacional” por intentar profundizar en la realidad paupérrima de los barrios periféricos en los que la población es mayoritariamente negra. Sus estudios revelan que de los 3.000 millones de remesas que entraron al país en 2013, solo el 5,8 por ciento llegó a la población afro. Esta no es la última cifra sobre la entrada de remesas a Cuba, pero sí la última que contempla la variable ingresos a afrodescendientes.

Para abordar el racismo en los medios de comunicación oficiales, el Gobierno, a finales del año pasado, creó una comisión gubernamental presidida por el presidente, Miguel Díaz Canel, y en la que participan los ministerios de Cultura, Relaciones Exteriores, Tecnología y Medio Ambiente, más la Unión de Artistas y Escritores de Cuba. Las cuatro sesiones que han tenido hasta ahora, no han sido difundidas y el tema del racismo, según las declaraciones del Gobierno, sigue abordándose como un rezago del pasado o como una cuestión cultural.

La gran contradicción del sistema se presenta cuando es la Constitución misma, en su artículo 42, la que reconoce la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Los ciudadanos cubanos “reciben la misma protección y trato de autoridades y gozan de los mismos derechos, libertades y oportunidades”. Además, el artículo 295.1 del Código Penal, contempla los delitos contra el derecho de igualdad donde asevera que “incurre en sanción de privación de libertad de seis meses a dos años o multa de doscientas a quinientas cuotas o ambas”. A juzgar por la realidad, parece letra muerta.

Las personas que han sido juzgadas bajo preceptos racistas no han podido ampararse en esta legislación porque los tribunales no son independientes al Estado. Además, en los juicios pesan más los intereses estatales y sus procesos no son basados en las evidencias científicas que respalden los delitos, sino en los criterios valorativos de autoridades que responden a perfiles que criminalizan. Bajo estas condiciones, la justicia difícilmente alcanzará a personas como Orlando Zapata, Silverio Portal o a Hansel Hernández.

Vea esta historia también en Cubanet.

Autor

María Matienzo Puerto: Narradora y periodista independiente en La Habana, Cuba desde donde ha trabajado en los sitios independiente Havana Times, Diario de Cuba, Revista Voces, ADNCuba e Hypermedia Magazine. También ha colaborado con Diario de las Américas, en los Estados Unidos y el periódico El Tiempo en Colombia. Publicó con la editorial Sarmancanda, Apocalipsis Habana (americans are coming), una compilación de reportajes que resumen cuatro años de Cuba antes de la muerte de Fidel Castro Ruz. Actualmente es periodista en Cubanet.

Autor

María Matienzo Puerto: Narradora y periodista independiente en La Habana, Cuba desde donde ha trabajado en los sitios independiente Havana Times, Diario de Cuba, Revista Voces, ADNCuba e Hypermedia Magazine. También ha colaborado con Diario de las Américas, en los Estados Unidos y el periódico El Tiempo en Colombia. Publicó con la editorial Sarmancanda, Apocalipsis Habana (americans are coming), una compilación de reportajes que resumen cuatro años de Cuba antes de la muerte de Fidel Castro Ruz. Actualmente es periodista en Cubanet.