Por Osmel Almaguer y Leonel Rodríguez  para Diario de Cuba en alianza con CONNECTAS



A pesar de ser una isla, en Cuba escasea el pescado. La familia Tartabull no lo ha probado por más de una década, aunque resida en el poblado capitalino de Cojímar, una localidad cuya tradición pesquera fue incluso inmortalizada por el escritor norteamericano Ernest Hemingway. 

Eugenio Tartabull, padre de dos hijos y esposo de Estela, reconoce que el pescado no falta en el mercado negro. Sin embargo, lamenta que su salario de obrero no le permita pagar el precio que piden los pescadores. “Tres cuc por una libra de aguja, emperador u otra de las especies que habitualmente se capturan en esta zona”. El cuc es un tipo de peso convertible que el Estado equipara al dólar norteamericano y que al cambio equivale a 24 pesos cubanos.   

Pero el mercado negro tampoco satisface la demanda. La pesca comercial para los cubanos ha sido ilegal durante décadas, lo que, unido a la escasez de peces en el mar, hace que la oferta sea escasa y excesivamente costosa. 

El diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, en el artículo ordenar la actividad pesquera, afirma que el consumo anual per cápita de pescado en Cuba se redujo de 16 kg en 1989, a 4.3 kg en 2014. Cifra muy por debajo de los 12 kg que recomienda la Organización Mundial de la Salud. 

Según reza este artículo, el promedio de consumo mundial por persona es de 18 kg, mientras que en América Latina y el Caribe, equivale a 9 kg, cifra por debajo de lo recomendado, que sin embargo representa más del doble de valor exhibido por Cuba.  

No obstante, dicho valor podría no reflejar realmente la carencia del pescado en Cuba. Si en este 4,3 kg per cápita se contempló el concepto de “pollo por pescado”, la cifra real podría ser mucho más baja, tal vez de un valor cercano a cero.

El pollo por pescado fue una medida tomada por el estado cubano entre los años 1990 y 2017, que sustituía las 6 onzas de pescado asignada a cada cubano, a través de la libreta de racionamiento, por 6 onzas de pollo. “Era como si nos dieran pescado, pero en realidad no lo veíamos”, comenta Estela.      

“Ya el pollo por pescado no viene desde hace años. Hace poco estuvieron vendiendo jurel a 15 pesos la libra, pero para nosotros continúa siendo demasiado caro”, argumenta el esposo. 

La TV Cubana ha mostrado imágenes de cómo se mantienen las tareas de pesca en tiempos de cuarentena, pero no explica a dónde va a parar el pescado de primera calidad. Crédito Osmel Almaguel y Leonel Rodríguez

El año pasado, el presidente, Miguel Díaz Canel, dispuso la venta de jurel a 20 pesos la libra de manera racionada. Al podrirse varias toneladas del producto debido al bajo consumo de esta oferta, pues al parecer el precio seguía siendo demasiado alto en relación a la cantidad y calidad del producto, decidió liberarlo y bajar su precio a 15 pesos, siendo el coste aproximado de su importación —según el periódico El Escambray— de unos 2.10 pesos cubanos por libra. Esta oferta desapareció con la llegada del nuevo año.

El salario mínimo fue fijado en el propio 2019 en 1067 pesos, unos 43 cuc al cambio (43 dólares). Para una familia humilde, que depende de lo que paga el Estado cubano, la única opción son las ofertas en moneda nacional que debería tener el propio Estado en su red de mercados Mercomar. 

Sin embargo, el surtido se limita, muy ocasionalmente, a ejemplares de río como la tenca, la tilapia y la claria, y del mar, a mayor precio y mucho más esporádicamente, a peces como la rabirrubia, el patao y el bonito. En todos los casos, se trata de ejemplares demasiado pequeños. A menudo, lo que puede encontrarse en Mercomar son croquetas con un lejano sabor a pescado. 

Los Tartabull son víctimas de una severa escasez que ha padecido el país durante décadas con respecto a la producción pesquera. Y durante este tiempo ha existido la tendencia a culpar a los pescadores locales por dicha escasez, por lo cual su actividad se ha visto condenada por las autoridades. 

Con el objetivo de solventar dicha escasez y de multiplicar las posibilidades para los pescadores, a principios de este año se puso en vigor una Ley de Pesca (129/2020) que no obstante ha llegado en medio de la pandemia de Covid-19, situación que estaría entorpeciendo sus posibilidades resolutivas.  

El Sistema Informativo de la Televisión Cubana ha mostrado imágenes de cómo se mantienen las tareas de pesca en tiempos de cuarentena, pero no explica claramente a dónde va a parar el pescado de primera calidad que anteriormente era destinado al turismo. 

En su lugar, habla sobre la captura de pescado pequeño que se utiliza en la confección de croquetas. El precio de estas últimas se mantiene a 0.50 pesos por unidad, y las colas, como sucede con todo producto alimenticio en estos tiempos, suelen ser inmensas.

Pescador particular vinculado a cooperativa estatal. Crédito: Osmel Almaguel y Leonel Rodríguez

Por otra parte, la pesca individual, más allá del marco legal recientemente aprobado, continúa realizándose. “Recientemente les compré un paquete de pescado a los particulares. Fue en la zona de Baracoa (otros de los pueblos pesqueros de gran tradición en La Habana, ubicado bien al oeste en el litoral norte). Yo sé que no cumplían con las medidas de seguridad contra el coronavirus, pero todo el mundo está comprando lo que encuentra. De hecho, los compradores les estaban arrebatando el pescado de sus manos. Tanto, que no atiné ni a preguntar de qué especie se trataba”, dice Jorge Luis, vecino del municipio Playa.

La escasez del pescado en Cuba comenzó a hacerse visible a partir de los años noventa. Cuando el ya extinto Ministerio de la Industria Pesquera canceló sus contratos de pesca en aguas foráneas, y vendió gran parte de su flota por temor a perderla, oxidada en los muelles. 

No obstante, diversas fuentes ubican el origen de la actual crisis en la sobreexplotación que el estado cubano hizo de la plataforma insular cubana entre las décadas de los 60 y los 80, de la cual no se ha podido recuperar. Según el medio independiente IPS Cuba, solo en el año 1985 la flota cubana capturó 78 mil toneladas en la plataforma, una cantidad casi 10 veces mayor al promedio de importaciones anual en el último lustro.

El impacto no se hizo esperar. El diario Granma asegura que la pesca de plataforma ha reducido sus capturas en un 70 por ciento en los últimos cinco años, con respecto a la etapa 1984-1988 (únicos años con datos disponibles).   

IPS Cuba ubica también como causas de la crisis el sobrecalentamiento y salinización de las aguas, además de la pesca ilegal, que no siempre se realiza con los medios adecuados. 

Un estudio publicado por el Departamento de Geociencias de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría, establece como mayores responsables de contaminación a las industrias azucarera, alimentaria, a los hospitales y los asentamientos humanos, así como la actividad minero-metalúrgica. Todos con un nivel de gestión de reducción del impacto a nivel ambiental deficiente.   

Asimismo, la agricultura y la ganadería son responsables, según el propio estudio, de la salinización en áreas costeras e incluso de las aguas dulces en la desembocadura de algunos de los ríos más importantes de Cuba. Estas industrias tienen además el agravante de considerarse insostenibles, pues no siempre los volúmenes de entrega responden a las necesidades del país. 

La nueva Ley se fundamenta en la necesidad de regular la actividad pesquera para propiciar una recuperación de los recursos marinos, lo que contribuiría a una futura soberanía alimentaria del país. Pero tal soberanía es cuestionable si no se produce lo básico para satisfacer las necesidades alimentarias de la población. 

Datos oficiales fijan en 8 mil toneladas —como promedio anual— las importaciones de pescado en los últimos cinco años. Esa cantidad representa aproximadamente un cuarto de lo que se importaba hasta 2007, según el propio Granma.  

La distribución del pescado por parte del Estado ha sido cuestionable, ya que, aunque se oculta convenientemente la cifra exacta de toneladas destinada anualmente al turismo, la casi absoluta ausencia de este producto en puntos de venta asequibles a la población sugiere su traslado casi exclusivo a hoteles, restaurantes y centros administrativos estatales. 

Una gran mayoría del pescado que se captura tanto a mar abierto como a través de la acuicultura, es procesado y convertido en croquetas. Por citar un ejemplo, el director del Departamento de Industria en la División Pesquera, vaticinaba para 2014 el procesamiento de 10 mil toneladas de pescado, de un total cercano a las 15 mil. La pregunta que subsiste es, ¿por qué la población cubana debe comerse el pescado en forma de croquetas?  

Para el turismo y otros clientes extranjeros las opciones se abren en forma de slogans como: “Vive la aventura de la pesca deportiva en Cuba” y “La pesca en Cuba es simplemente única”.

Si bien es cierto que los cubanos ya podían pescar antes de la puesta en vigor de la Ley 129 sin necesidad de licencias, esta actividad se reducía al uso de medios simples como varas, carretes, cordeles, anzuelos en botes pequeños, y no se les permitía vender las capturas.  

La única modalidad autorizada mediante licencia, que entregaba el ya extinto Ministerio de la Industria Pesquera, era la pesca deportivo-recreativa, que también prohibía la comercialización del pescado capturado. La pesca comercial era permitida solo para las personas jurídicas cubanas y extranjeras, así como a los turistas.  

En cuanto al consumo para personas de mayores ingresos, ya sean cuentapropistas, artistas internacionales, deportistas importantes o que cuenten con la ayuda de algún familiar en el extranjero, son los pescadores ilegales. 

Estos usan principalmente artes de pesca mayor, como el palangre y el trasmallo, que permiten capturas masivas perjudiciales para el lecho marino, además de no discriminar entre pescados de mayor o menor tamaño. Los pescadores ilegales también usan métodos que consisten en el uso de explosivos, cloro y otras sustancias tóxicas.

Según cifras oficiales, en todo Cuba hay alrededor de 2.500 pescadores ilegales. Estos destinan sus capturas principalmente a los restaurantes privados y a ese sector de la población que puede acceder a los precios del mercado negro.   

“Yo no puedo vender barato —dice Aramis Sánchez—. Pescar así es muy molesto y cansón, aunque te guste. Es difícil salir todos los días porque no se aguanta, así que cuando te decides tienes que meterle duro, tratar de entrarle con todo porque estás pescando para ganancias de cuatro o cinco días y además debes compartirlo con los que te acompañan”.

Para el pescador ocasional, Juan Carlos Obregón, el problema está en la pesca irresponsable, la utilización de palangres, trasmallos, nasas y redes de arrastre, así como en la actitud de pescadores estatales que “bajo el manto de la legalidad” capturan especies protegidas y especímenes demasiado jóvenes. 

Pero los pescadores ilegales se autoproclaman como víctimas del sistema. Han elegido la pesca como un modo de supervivencia, pero al ser una ocupación fuera de la ley, a menudo se presentan situaciones que generan el uso de la violencia. 

“A veces uno se busca una bronca porque cuando vas a revisar te encuentras que hay alguien metido abajo llevándote la carga. Tienes que ponerte guapo, porque todo aquí es dinero. Por eso hay gente que se dividió las zonas, pero no te creas, es a ojo de buen cubero y cuidado con trocarte con la zona, robar carga o hacer un levante que no es tuyo, te puede costar una jodienda fuerte, incluso de golpes y cuchillos”, explica Aramis Sánchez.

Este pescador ubica las principales zonas de pesca ilegal en los barrios capitalinos de Baracoa, El Salado, Bahía Honda y Cabañas, aunque no duda que en Santa Fe también ocurra. Se trata de localidades pertenecientes al municipio Playa, uno de los más solventes de la capital cubana.

El tema de la pesca ilegal se distorsionó tanto en Cuba, que se le fue de la mano al Estado Foto Crédito: Osmel Almaguel y Leonel Rodríguez

Los cambios de la nueva ley

Entre los cambios de mayor relevancia está la autorización a cubanos naturales a la pesca comercial, la reorganización de las categorías de pesca autorizadas, los órganos encargados del control de esta actividad, etc. En opinión de Ariel Seijas, ex asesor jurídico del extinto Ministerio de la Industria Pesquera, el 164 era un decreto ley “bastante completo”. El abogado achaca a su incumplimiento la mayoría de problemas con el pescado en Cuba. “El tema de la pesca ilegal se distorsionó tanto en Cuba, que se le fue de la mano al Estado”, dice.

Respecto a la nueva Ley de Pesca, el jurista piensa que la misma trata de poner coto a lo que se ha tornado ilimitado: la ilegalidad. “Considero que esta ley llega atrasada, puesto que de por sí no hará magia. Tendrá resultados si logra echar a andar otras legislaciones que sustancien lo que ella misma regula”.

Aunque aún es temprano para un diagnóstico de los efectos de la nueva Ley de Pesca para Cuba, algunas de las condiciones que generaron este estado de crisis aún persisten. Además, el país deberá superar la cuarentena y la posterior depresión económica que podría sobrevenir, después de tantos meses sin una producción sostenida. 

Dicha situación, que sin dudas podría agravar aún más el problema de la alimentación a nivel nacional, constituye un doble reto para el Estado cubano, el cual deberá garantizar la alimentación de la población y a la par perseguir las ilegalidades que se cometan en materia de pesca. Ello abarca también a las embarcaciones estatales y el accionar de sus funcionarios.

Vea esta historia también en Diario de Cuba.

Este reportaje fue realizado por Osmel Almaguer y Leonel Rodríguez para Diario de Cuba, en alianza con CONNECTAS.

Autor

Periodista independiente y escritor. Cuenta con más de 10 años de experiencia en distintos medios independientes como Diario de Cuba, Cubanet y En Caliente Prensa Libre, entre otros. Ha publicado además reportajes escritos y audiovisuales en medios como Diario La Prensa, de Panamá; Univisión 23-Miami, y trabajado en coordinación con las agencias de prensa IPYS, de Perú; CELAP, de Panamá, y People in Need, de República Checa. Como escritor, cuenta con algunos premios de poesía y dos libros publicados en su país.
Abogado y periodista Independiente. Como abogado, además de haber prestado servicio en disímiles empresas estatales durante 21 años, laboró en la agencia de prensa Hablemos Press, entre los años 2014-15. Desde entonces se desempeña como periodista independiente, formando pareja de trabajo con Osmel Almaguer. Ha laborado para disimiles medios como Diario de Cuba, Cubanet y En Caliente Prensa Libre, entre otros.

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Periodista independiente y escritor. Cuenta con más de 10 años de experiencia en distintos medios independientes como Diario de Cuba, Cubanet y En Caliente Prensa Libre, entre otros. Ha publicado además reportajes escritos y audiovisuales en medios como Diario La Prensa, de Panamá; Univisión 23-Miami, y trabajado en coordinación con las agencias de prensa IPYS, de Perú; CELAP, de Panamá, y People in Need, de República Checa. Como escritor, cuenta con algunos premios de poesía y dos libros publicados en su país.
Abogado y periodista Independiente. Como abogado, además de haber prestado servicio en disímiles empresas estatales durante 21 años, laboró en la agencia de prensa Hablemos Press, entre los años 2014-15. Desde entonces se desempeña como periodista independiente, formando pareja de trabajo con Osmel Almaguer. Ha laborado para disimiles medios como Diario de Cuba, Cubanet y En Caliente Prensa Libre, entre otros.

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