Taylor Swift o una generación sin mordaza

Días antes del balotaje en Argentina, los seguidores de Taylor Swift llamaron a votar contra Milei. Tras convertirse en la artista más popular de la historia, su influencia comienza a sentirse en los mundos de la política y la economía. ¿Qué significa esta nueva presencia del entretenimiento en el mundo real, incluso en Latinoamérica?

Taylor Swift

Por Fabiola Chambi

“De hecho hay una canción de Taylor Swift que lo explica…”. Esta frase, repetida una y otra vez por miles de fans en el mundo, no resulta exagerada. Entre el desamor, el amor, la ira, la felicidad, la soledad y de nuevo el desamor, la cantautora estadounidense de 33 años parece haber encontrado la fórmula mágica para decir con su música lo que sienten y, además, convertirlo en un hit global.

No por nada la Universidad de Texas en Austin abrió la materia “The Taylor Swift Songbook” como parte del programa de Artes Liberales para estudiar técnicas de escritura poética. “No se trata de la celebridad o de la fama de ella”, sino de analizar y contextualizar las “prácticas y problemas comunes a lo largo de los siglos”, aclara la profesora del curso, Elizabeth Scala, a CNN.

La superestrella de Pensilvania, que hizo su viaje musical desde el country hasta el pop, es más que una cantante en la cima del éxito, es la industria musical misma y las cifras lo prueban: en 2022 su disco Midnights fue el más reproducido en Spotify en un día, fue la que más discos vendió en el primer semestre de 2023 y hoy es la artista femenina con más álbumes en el número uno, 12 en total, superando a Barbra Streisand. A esto se suma un patrimonio superior a los mil millones de dólares, según Bloomberg.

Pero no solo ella gana. Cada ciudad (y cada país) que alberga sus conciertos tiene un movimiento económico impresionante, principalmente por el turismo y el merchandising de la también empresaria Taylor Swift. Antes de su actual “The Eras Tour”, que comenzó en Estados Unidos y recientemente aterrizó en Latinoamérica, el presidente chileno Gabriel Boric, un autodeclarado “swiftie”, había pedido sin éxito a la cantante considerar a su país en esta gira.

No fue el único. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, también pidió fechas del “The Eras Tour” con un guiño al hit “Cruel Summer” en su trino: “Soy yo, hola. Sé que a algunos lugares de Canadá les encantaría tenerte. Así que, que no sea otro verano cruel. Esperamos verte pronto”.

En Tailandia, el excandidato a primer ministro Pita Limjaroenrat le pidió incluir a su país, donde ella había cancelado una presentación en 2014 debido a un golpe de Estado. Hoy, “Tailandia está en camino de ser completamente democrática”, le escribió el político. Todos quieren tener a Taylor Swift, pero pocos lo logran.

Además del fanatismo por su música las razones son obviamente económicas. La gira está en camino a obtener la mayor recaudación de todos los tiempos, casi 6.000 millones de dólares, tomando en cuenta presentaciones y merchandising, según recientes estimaciones.

El día que Taylor se quitó la mordaza

El documental “Miss Americana”, de Netflix, devela el cambio que ocurrió en Taylor Swift para dejar el silencio de años que le habían recomendado su familia y su equipo, y tomar una posición política. Muestra cómo se enfrentó a sucesos personales complicados que la llevaron a ver de otra manera el mundo. Pero también que comenzó a estar consciente de cuánto podía influir en sus millones de seguidores. “Quiero vestirme de rosa y decirte qué opino en materia de política. No creo que esas cosas se excluyan mutuamente”.

 

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Abiertamente empezó a expresar su apoyo a los derechos LGBTQ, su rechazo a la discriminación y su afán por proteger a las mujeres. Esta ideología, en 2018, la llevó a chocar con la propuesta del entonces presidente Donald Trump y de su candidata republicana para el estado de Tennessee, Marsha Blackburn, por considerar que iban en contra de sus principios.

Aunque la republicana se llevó la victoria, horas después del ‘post’ de Swift se disparó el número de nuevos votantes registrados para sufragar, la mayoría jóvenes entre 18 y 29 años.

Pero si bien tiene una posición marcada sobre la política en Estados Unidos, ella nunca se ha pronunciado sobre la de otros. Sin embargo, su influencia ha llegado a tal nivel, que algunos fans la han convertido en su bandera. Por ejemplo, en su reciente paso por Argentina, una legión de “swifties” asumió una postura política para apoyar al candidato de izquierda Sergio Massa y rechazar al outsider Javier Milei, quienes disputarán el futuro de ese país el 19 de noviembre.

“Taylor hizo una campaña muy en contra de Trump y nos parece que esa campaña tiene que ver con que él atenta contra los derechos de las mujeres y acá quien representa a Trump y a la ultraderecha es Milei”, dijo una joven consultada por CONNECTAS en Buenos Aires, poco antes de entrar al concierto.

Crédito: Susana López

Además, en varias calles de la capital argentina aparecieron carteles contra el libertario que encandilaron el ambiente electoral. “Las swifties no votamos por Milei”, “En el ballotage estamos del lado correcto de la historia. Milei es Trump” o “ Sergio Massa. The Presidential Tour”, decían algunos de los mensajes.

Para el doctor en filosofía y coautor del libro La cultura de la influencia, Tomás Balmaceda, Taylor Swift es un gran referente de la influencia de hoy, alguien vulnerable que cuenta sus problemas y genera una fuerte empatía con sus admiradores. Y en el caso argentino, además por el contexto económico y electoral que se está viviendo, su llegada generó una “tormenta perfecta”. “En este clima, muchas de las personas que siguen a Taylor Swift sintieron que tenían que salir a hablar en contra de Milei porque él mismo se presenta como un admirador o continuador de Donald Trump, entonces esa traslación no fue tan difícil”.

Cuando los fandoms se apoderan de la política

El fenómeno de Taylor Swift no es aislado. Muchos grupos denominados ‘fandoms’, tan diversos como numerosos, conviven en Latinoamérica. El surgimiento de un nuevo ídolo musical que conecte emocionalmente, tiene en ellos un efecto masivo y poco previsible. Pueden existir simplemente para disfrutar de la música y asistir a los conciertos o para levantar la voz como una legión comprometida con una causa.

La cultura pop de Corea del Sur es una de las más fuertes y consolidadas en la región. Y tampoco han quedado al margen de la política, pues en un reciente episodio el fandom Army de BTS se pronunció contra Victoria Villarruel, la candidata a vicepresidenta de Milei, luego de que salieron a la luz publicaciones ofensivas hechas por ella contra el grupo de K-pop en la red X (antes Twitter).

Los fanáticos la calificaron de xenófoba, en defensa de la cultura K-pop y su respeto hacia los demás. El diario The New York Times destacó el apoyo de estos fandoms a las causas políticas por la capacidad de organización y de reflexión que tienen y que, durante mucho tiempo, “fueron menospreciados solo por cuestión de gustos”.

Crédito: Susana López

Y cada vez son más asertivos. “Yo creo que pensar en política va más con la generación que con ser fan del K-pop. Siento que como somos jóvenes estamos más acostumbrados a ver gente luchando por derechos, causas sociales y todas esas cosas”, dice la joven chilena María McHugh y su amiga Victoria Carrillo, también parte del fandom, agrega que “los fans del K-pop son muy intensos”. “Mi vida va alrededor de un grupo y siento que eso está de la mano con la necesidad del momento de opinar. Nos unimos, nos organizamos y hacemos algo”.

El K-pop tuvo un papel relevante durante el estallido social en Chile en 2019 que vio manifestarse políticamente a una generación considerada superficial. Se expresó por medio del lenguaje visual (usando a sus artistas referentes como BTS, Itzy, Shinee, Blackpink, Loona, Stray Kids y otros), para rechazar el abuso policial y apoyar la causa de la “revolución juvenil”. Los ‘K-popers’ también hicieron sentir su voz en Colombia durante las protestas de 2021 cuando tumbaron ‘hashtags’ en contra de las manifestaciones.

En Argentina, Balmaceda dice que se produjo un “efecto cascada interesante porque no solo fueron los fandoms de K-pop sino de Star Trek, Star Wars que también hicieron sus propios comunicados (…) Es de alguna manera un mundo en el que las personas quieren tomar posición en ciertas políticas”.

Es la “era del escepticismo”, dice el experto. “Como sociedad desconfiamos de actores tradicionales de antes: la política, los medios de comunicación y la ciencia. En el siglo XX eran tomados con respeto, como autoridades. Entonces hoy, la situación paradojal es que los medios electrónicos y digitales nos permiten confiar en gente que no conocemos”.

Esto también se logra debido al sentido de pertenencia y organización que tienen los jóvenes para comunicarse en redes sociales y en grupos de WhatsApp, Telegram,  Discord. Están activos y pendientes de sus ídolos, sin siquiera pensar que el idioma pueda ser una barrera. Los emotivos y multitudinarios conciertos de Taylor Swift en México y Argentina así lo demuestran. Brasil promete que no será una excepción.

Crédito: Susana López

Para quienes intentan explicar el “fenómeno Taylor Swift”, la respuesta se podría reducir a una frase suya: “Me entrenaron para ser feliz” y para ella significa decir lo que siente o defender aquello en lo que cree. En un mundo tan complejo y apocalíptico como el de hoy, tal vez las generaciones están dispuestas a seguir ese mensaje, más allá de la música,  incluso en la política.