Milei, ¿un outsider para Latinoamérica?

El triunfo de Javier Milei en las presidenciales plantea múltiples preguntas para la región. Si bien el argentino tiene similitudes con Trump, Bolsonaro y Bukele, también exhibe muchas diferencias. Celebrado por la ultraderecha, sus ideas ‘libertarias’ tienen una carga aún por determinar.

Javier Milei - Argentina

Por Leonardo Oliva

“Yo voy a estar alineado con Estados Unidos, Israel y el mundo libre. No quiero saber nada con comunistas. Eso no quiere decir que como privados ustedes no puedan comercializar con China o con Brasil, pero no voy a estar aliado con ellos”. Las palabras de Javier Milei resonaron en la disertación que dio ante empresarios argentinos cinco días antes de las elecciones del 19 de noviembre que lo convirtieron, finalmente, en presidente electo.

Hoy, en Argentina todos se preguntan si Milei cumplirá su amenaza de romper los estrechos lazos comerciales que unen al país con Brasil y China. El terremoto político que ha generado su triunfo electoral también tiene réplicas a nivel regional y mundial: ¿puede cambiar el mapa latinoamericano la irrupción de este ‘outsider’ que no duda en elogiar a Donald Trump y Margaret Thatcher ni en destrozar acuerdos con China, potencia que tiene cada vez más presencia en nuestra región?

Javier Milei desconcierta hasta a sus propios votantes. Casi la mitad de quienes votaron por él en el balotaje del domingo no lo habían elegido en las primarias ni en las generales, cuando prometía —además de romper relaciones con “comunistas”— habilitar el libre porte de armas, la venta de órganos y la dolarización de la moneda, su propuesta más atractiva en una Argentina en perpetua crisis económica.

Quedó claro que el miedo a Milei que el derrotado oficialista Sergio Massa intentó explotar no resultó: el libertario ganó el balotaje por más de 11 puntos, una verdadera paliza. Pero aún así, el país sigue preso de la incertidumbre que asoma en el espejo de un personaje sin experiencia política ni de gestión, que se exhibió con una motosierra para ilustrar su decisión de dinamitar el Estado y que ha demostrado una inestabilidad emocional alarmante.

Lejos de estas especulaciones, los líderes de ultraderecha del mundo salieron a celebrar su triunfo: desde Trump y Jair Bolsonaro hasta el chileno José Antonio Kast, el español Santiago Abascal e incluso el salvadoreño Nayib Bukele, que tiene con Milei tantas similitudes como diferencias. ¿Será el presidente electo un faro para las nuevas derechas? ¿Puede marcar un nuevo estilo político que haga aparecer nuevos Milei en nuestro continente?

Victoria Murillo, directora del Institute for Latin American Studies de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, no lo ve muy diferente a otros líderes exóticos de la política regional. “En América Latina todos los outsiders son de mucha variedad. Si uno piensa en Bukele en El Salvador, Bolsonaro en Brasil, Castillo en Perú, Boric de distintos modos en Chile, me parece que hay una variedad muy grande”. Y agrega que el “rasgo libertario que reclama Milei lo hace distinto, pero tendríamos que ver bien cómo se expresa en su gobierno para definir si realmente es así”.

Para la académica argentina formada en Harvard, Milei “aparece en el momento adecuado en el lugar adecuado”, representando “lo nuevo” y prometiendo “que va a probar algo que nadie probó”. Todo ello en un país exhausto de recetas económicas fallidas, justo cuando cumple 40 años de democracia ininterrumpida. “En eso Argentina se parece a una crisis que hay en muchos países del mundo, donde la ciudadanía enojada con los partidos tradicionales elige outsiders que han tenido mayor o menor capacidad de cumplir lo que prometen, pero que reflejan siempre ese enojo”, concluye Murillo.

El analista político Mario Riorda ve al ganador de las elecciones argentinas como un personaje bien singular en el contexto regional. “​​Desde todo punto de vista, Javier Milei es diferente a muchos otros liderazgos, porque a diferencia de Bolsonaro, por ejemplo, no viene de una trayectoria política sino más bien de una construcción mediática como panelista de TV. Pero además, si bien puede estar muy cerca de alguna línea de pensamiento de una derecha conservadora, su autodefinición es la de ser un liberal, un libertario, y en ese sentido sí tiene un posicionamiento inédito a escala regional”.

Pese a esto, Riorda no identifica en Milei un ‘cisne negro’ que puede extenderse a otros países. “Hay que leerlo en clave argentina y esto implica que ha sido un cauce para ordenar la catarsis social producto de tantos años de desgobierno. Y particularmente, una situación muy en contra del sistema político actual”.

Por ahora, lejos de Latinoamérica

Si bien es cierto que el “voto bronca” fue un factor clave para el triunfo del candidato libertario, también lo es que el apoyo a Milei no incluye masivamente la ruptura de relaciones con Brasil, el principal socio comercial de Argentina. Esa promesa del hoy presidente electo parece enfriarse, porque la realpolitik se impuso. En efecto, a pesar del desprecio con el que el libertario trató a Lula da Silva y de su afectuosa llamada telefónica con Bolsonaro la noche de su triunfo, Diana Mondino, quien será su canciller, ya ha tendido puentes con la embajada brasileña. Al mismo tiempo, el Gobierno chino alertó que sería un “grave error” si Argentina cortara sus lazos con el gigante asiático.

Jorge Castro, experto en relaciones internacionales, adjudica las amenazas de Milei a “expresiones puramente circunstanciales propias de una campaña electoral”. Y  

explica que en la política entre países “todo es un mundo de realidades, no de doctrinas ni de ideologías. De modo que la cuestión parece estar resuelta: las relaciones con Brasil y la República Popular China son las más importantes de la Argentina del mundo actual”, dice. Y aporta datos: más del 80 por ciento de las exportaciones de la industria automotriz argentina van al mercado brasileño; y el 66% de las exportaciones agroalimentarias se dirigen al mercado chino.

El mapa de Latinoamérica no parece ser prioridad para el próximo presidente argentino. Ya anunció que antes de asumir el cargo el 10 de diciembre viajará a Estados Unidos e Israel, un posicionamiento internacional que no lo diferencia de quien le entregará el mando: el primer destino de Alberto Fernández, hace cuatro años, también fue el estado hebreo. Pero lo hace en un contexto muy diferente al de hoy, con el Gobierno israelí embarcado en una guerra con Hamas en Gaza. Y con Milei abiertamente identificado con otro ultra, el líder israelí Benjamin Netanyahu.

Por el lado de Estados Unidos, sus vínculos son todavía modestos. Y pese al alineamiento con Washington y “el mundo libre” que expresó en su campaña, por ahora la administración Biden ha tenido hacia él gestos escuetos. La felicitación de rigor llegó a través de un tuit de Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca. Y no llegó mucho más de un país donde Milei logró mucha visibilidad por la entrevista que le hizo el influencer trumpista Tucker Carlson.

Victoria Murillo reconoce que “la administración de Biden hubiera preferido que no fuera electo presidente, pero tampoco es que sea central la preocupación por Argentina para la política exterior norteamericana. Me parece que no es como si hubiera sido una victoria en Brasil o en México. Incluso hay otros países que le preocupan más a Estados Unidos, como Venezuela y los centroamericanos que afectan su crisis migratoria”.

Mientras el Gobierno estadounidense lo mira sin mucha simpatía y hasta con distancia, Milei asoma como un exponente de situaciones ya vistas en nuestra región, por cierto no muy felices. En él hay algo del ecuatoriano Guillermo Lasso, también un economista liberal sin partido político y con una gran debilidad parlamentaria, que le impidió terminar su mandato. Además, hay en el argentino algo del peruano Pedro Castillo, quien también surgió como un outsider en su país, aunque en las antípodas ideológicas de Milei. Y cómo no ver en el libertario la figura de Bukele, alguien que venció a los partidos tradicionales en El Salvador y que coquetea con muchas ideas de la derecha tradicional, como la mano dura contra la delincuencia sin reparar en los derechos humanos.

Como producto de la bronca social, Milei parece ser un exponente más de los derechistas que aprovecharon la crisis de representación democrática del siglo XXI en el mundo, como Trump, la italiana Giorgia Meloni y Bolsonaro. Y también el chileno José Antonio Kast, el líder ultra que vaticinó que, con el triunfo de Milei, “a Chile y Latinoamérica les irá bien”.

Pero más allá de algunas similitudes, Milei parece ser no solo un outsider para Argentina, sino también para América Latina. Porque no es un derechista clásico, como sí lo son los otros dos presidentes elegidos este año en Sudamérica: el paraguayo Santiago Peña y el ecuatoriano Daniel Noboa. Como le dijo a BBC Mundo el experto Cristóbal Rovira, el argentino “en cierto sentido es neoliberal, contra el Estado y con una agenda de privatización”, pero “tiene un componente libertario que lo hace un bicho raro en comparación a las ultraderechas de América Latina”. Particularidades que como define el agudo periodista Esteban Schmidt, lo acercan a un incipiente “chavismo de derecha”. Un nuevo tipo político que aún no hemos visto y que nadie sabe en qué puede resultar.