Crédito: Lissette Lemus.
En el interior del Cecot, la cárcel de la que nadie sale
Detrás del megaproyecto carcelario todavía hay incógnitas sobre el número de reos que hay adentro, el costo de la construcción, las empresas contratadas y condiciones del contrato para tal edificación. La información ha sido clasificada como “reservada”.
Por Lissette Lemus, miembro de #CONNECTASHub
Este es un recorrido al interior del megaproyecto carcelario narrado en primera persona por Lissette Lemus, fotógrafa documental, periodista salvadoreña y miembro de #CONNECTASHub.
El director del Cecot, que decide no dar su nombre, fue el guía del recorrido brindado a un grupo de periodistas extranjeros y algunos salvadoreños que realizamos trabajos como freelance.
Al cruzar la puerta de seguridad de uno de los ocho módulos, los periodistas nos apresuramos a observar a los inquilinos de aquel pabellón gigantesco, pero somos nosotros los que ya estamos siendo observados por aquellos rostros tatuados, peligrosos y temidos integrantes de las maras y pandillas.
Entre ellos, los condenados a más de 200 años de prisión por secuestrar, torturar, asesinar con lujo de barbarie y enterrar en fosas clandestinas a cuatro soldados en la colonia Vista a Lago en 2016.
La ruta dentro de la cárcel inicia al pasar los estrictos controles de seguridad: un arco detector de metales, un escáner donde se ven hasta los órganos y un cacheo manual realizado por las y los custodios.
El primer sector a visitar es el cuarto de armas donde el funcionario penitenciario muestra el equipo de emergencia para antimotines y el arsenal de bala viva. Por si es necesario tienen fusiles de asalto T65. “Acá no vienen instituciones externas u oenegés”, señala.
El funcionario afirmó que el sistema de la cárcel está diseñado bajo los estándares internacionales de máxima seguridad y respetando los derechos humanos, sus palabras contrastan con las denuncias de organismos internacionales de violaciones a las reglas mínimas de encarcelamiento conocidas como Mandela.
Cada celda dentro del Cecot tiene capacidad para que duerman 80 reos, según el número de literas de metal. Pero en el recorrido guiado el director no brindó el número exacto de cuántos tiene cada una. “Donde caben 10, pueden caber 20 o 100”, fue su respuesta ante la interrogante de los periodistas.
Los integrantes de la Mara Salvatrucha y Barrio 18, antes rivales a muerte, están mezclados dentro de las 32 celdas del módulo recorrido, donde permanecen tranquilamente sin agredirse. La luz permanece encendida las 24 horas del día, para mantener el control de los movimientos de cada uno de los presos.
Asimismo el director reiteró que no hay un trato especial, no está permitida la visita familiar, ni de ningún tipo, debido al perfil delictivo de cada reo. “Es el tipo de criminal, psicópata, sociópata, que hay dentro de las estructuras terroristas. Aquí están los más malos”, manifestó.
Un contingente de custodios de centros penales y agentes de la Unidad de Mantenimiento del Orden de la Policía (antimotines) brindaron seguridad en el pasillo, mientras los periodistas realizaban el recorrido. Una línea amarilla marca la frontera hasta donde pueden acercarse a las celdas. No está permitido hacer preguntas a los internos.
Los reos permanecen casi todo el día encerrados, solamente se les permite salir 30 minutos al pasillo central. Cada vez que salen son esposados de pies y manos. La única actividad permitida dentro de las celdas es leer la biblia, pero es un privilegio al que no todos tienen acceso.
En el interior del Cecot, los reos solamente tienen contacto con sus compañeros, custodios y el personal de salud que ingresa para entregar el medicamento de los que tienen algún padecimiento.
Uno de los integrantes de la pandilla 18 condenado a más de 200 años de cárcel, se quita la camisa para mostrar a los periodistas los tatuajes alusivos a esa organización criminal que lleva en varias partes del cuerpo, mientras el director lee el listado de crímenes en los que participó.
Dos internos esperan su turno afuera del espacio que funciona como clínica en medio del pabellón carcelario, en cuyo interior se observa una báscula, termómetros, un tensiómetro y medicamentos. Una enfermera vestida de azul y con traje de protección ante el covid-19 se encarga de la atención en ese momento.
La seguridad perimetral del Cecot está a cargo de militares. Según un video de propaganda gubernamental, son 600 soldados asignados a este centro de confinamiento, localizado en una zona agrícola, al pie del volcán de San Vicente.
El director aseguró que disponen de 236 manzanas de terreno (165 hectáreas aproximadamente) para el complejo carcelario, pero solo se ha construido un área de 34 manzanas (23 hectáreas).