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Un crédito y un paseo para sellar la obra

En agosto de 2009, Martinelli agradeció al presidente Lula da Silva un préstamo de mil millones de dólares otorgado por el actor más discreto del caso Lava Jato: el BNDES. Tres meses después, paseó junto a Varela por el metro de Lisboa invitado por Odebrecht. En octubre de 2010, se conoció que la brasilera y FCC Construcción harían la Línea 1. Tercera entrega de la historia del proyecto emblema de los sobrecostos.

Por Eliana Morales.

Un mes después de que el dúo  Martinelli-Varela llegara al poder, pocos advirtieron una noticia que brotó del corazón de la Presidencia de la República. “Panamá solicita a Brasil mil millones de dólares”, decía el comunicado que el 18 de agosto de 2009 emitió la Secretaría de Comunicación del Estado. 

Resulta que el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Miguel Jorge Filho, visitó Panamá y Ricardo Martinelli aprovechó para solicitarle una línea de crédito de mil millones de dólares para financiar la construcción del metro y para “comprar productos brasileños”. 

“Filho acogió bien la solicitud e incluso dijo que era una línea de crédito ilimitada”, decía el boletín de prensa. Faltaban cinco meses para el llamado a licitación de la megaobra y Brasil prometía hacerla posible. 

 

Ricardo Martinelli con el Ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil

La reunión se celebró en un salón de la Presidencia de la República. Martinelli estuvo acompañado por dos de sus hombres de confianza: Jimmy Papadimitriu, por entonces ministro de la Presidencia, y el vicepresidente y canciller Juan Carlos Varela. Filho también se rodeó de dos fichas clave en el istmo. El embajador de Brasil de la época, Eduardo Prisco Ramos, y André Rabello, el hombre de Odebrecht en Panamá. 

Prisco Ramos había llegado al país en 2008. El entonces presidente de Panamá, Martín Torrijos, recibió sus credenciales el 29 de enero de ese año. Alto, delgado, canoso, era diestro en los menesteres de la buena comunicación, proceso para el que estaba entrenado: es graduado, entre otras cosas, de comunicación social de la Universidad Católica de Río Janeiro. Experto en seguir los pasos al poder, un día se juntaba con el presidente de la Corte Suprema de Justicia de entonces, Harley Mitchell; al día siguiente visitaba al canciller Varela. A la semana siguiente, tomaba café con presidentes de gremios y empresarios del patio.  

Rabello, por su parte, conocía como nadie las técnicas para conquistar presidentes. En 2006, durante el gobierno de Torrijos, la empresa que dirigía se alzó con su primer contrato: la construcción del sistema de riego Remigio Rojas, a un costo de 54.2 millones de dólares. Al poco tiempo consiguió la Cinta Costera 1, por 189.1 millones de dólares. Los cambios de presidentes solo le trajeron más y mejores negocios: acuñó 19 obras para la constructora por más de 8 mil millones.  

Aunque en los pasillos del poder todos sabían que tanto Rabello como Prisco Ramos tiraban del mismo carro, en agosto de 2009, cuando se reunieron con Martinelli y Varela, faltaba mucho para que esa verdad se hiciera pública. Recién siete años después se sabría que Odebrecht había pagado al menos 86 millones de dólares en coimas solo en Panamá. Al mismo tiempo, los fiscales brasileros sumaron como prueba un correo electrónico del embajador Prisco Ramos para investigar al expresidente de Brasil, Luis Inacio Lula da Silva, por tráfico de influencias entre 2011 y 2015. Entre tanto, Prisco Ramos contaba en ese escrito que Lula había visitado Panamá en mayo de 2011 “por invitación de Odebrecht”. 

Tampoco se sospechaba qué significaban los créditos del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES), que financiaría el desembolso pactado por Martinelli y Varela. El  BNDES es uno de los actores más discretos de la trama de corrupción del Lava Jato. Ahora, tras investigaciones y delaciones acumuladas en la causa judicial por el caso Lava Jato en Brasil, se conoce. 

Prédio do BNDESPrédio do BNDES

En pocas palabras: el BNDES repartía dinero casi siempre de manera discrecional y sin rendición de cuentas a gobiernos y empresas extranjeras, para expandir los negocios brasileños fuera de sus fronteras.  Sea para unos privados u otros públicos, los préstamos siempre tuvieron una prioridad política antes que técnica. Hoy el BNDES tiene por lo menos siete investigaciones abiertas por financiamientos en el exterior. 

Así, se convirtió en el millonario prestamista de las constructoras del caso Lava Jato. Entre 2002 y 2015, otorgó préstamos por más de 14 mil millones de dólares para obras de infraestructura en Perú, Venezuela, República Dominicana, Argentina, Angola, entre otros países, según reveló el proyecto periodístico Investiga Lava Jato, liderado por Convoca de Perú y el periódico brasilero Folha de Sao Paulo.  Odebrecht rankea en el primer lugar de la lista con 10,207 millones de dólares (el 69 por ciento del total otorgado a empresas). Con eso, proyectaron obras en varios países. Para las planificadas en Angola, Odebrecht sacó cita con el más alto nivel y fuera de horario de oficina: el padre de Marcelo Odebrecht se lo pidió al entonces presidente Lula Da Silva. Emílio Odebrecht dijo en la sede de la Policía de Brasilia: “Marcelo me pidió que conversara con Lula (...). Era importante que hubiera una ampliación de la línea de crédito que Brasil tenía con Angola (…). Yo recuerdo que llegué a Lula y se lo pedí, si él pudiera ayudar a que no hubiera dificultades en la extensión de esa línea de crédito”. 

Aunque el consejo del banco está integrado por representantes de cinco ministerios, la decisión de dar luz verde al desembolso dependía de un directorio nombrado por el presidente de la República. Ricardo Martinelli dijo cuando le dieron el crédito de mil millones de dólares a Panamá: “Hay que darles las gracias al presidente Lula”.

La plataforma de investigación Brio, de Brasil, publicó en junio de 2015 una serie de reportajes demostrando que los proyectos que el BNDES financió en Panamá y otros países como Bolivia, Ecuador, Perú y Argentina, fueron sobrevalorados, se vieron envueltas en investigaciones por presunta corrupción y tuvieron serios problemas técnicos o impactos en las comunidades. 

Tres meses después de confirmado el financiamiento a Martinelli, a finales de noviembre de 2009, Presidencia difundió otro comunicado: el presidente y Varela habían visitado el metro de Lisboa. Ambos habían aterrizado en Portugal para participar de la Cumbre Iberoamericana y aprovecharon para realizar una inspección al túnel que se construía por el centro de la capital portuguesa. Querían, según el boletín, evaluar las alternativas para la futura conexión de la cinta costera con el puente de Las Américas, en los tiempos en que el relleno iba a ser un túnel. 

La noticia de la Presidencia nunca dijo que André Rabello fue quien organizó la visita al metro de Lisboa, una obra que fue construida precisamente por Odebrecht. Sonriente, colgado de una baranda y vestido con saco negro, Rabello posó para las cámaras al lado de Martinelli y Varela. Otra fotografía registra el momento en que Martinelli y Varela hablan de frente con Joaquin Reis, el presidente del Metro de Lisboa, y al lado de este se ve el perfil de un hombre delgado, que usa gafas, tiene la señal de la calvicie en su cabeza y luce corbata vinotinto. Una incógnita.

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Desde entonces, nada ni nadie aplacó los rumores de que Odebrecht era el gran favorito para quedarse con la construcción de la Línea 1 del metro de Panamá. Antes de que se adjudicara la obra a Odebrecht, empresarios del sector de la construcción empezaron a quejarse argumentando que el pliego de condiciones para participar en la licitación estaba hecho a la medida de la compañía brasileña.  Decían, entre cosas, que se exigió  experiencia en obras civiles de Panamá con obras terminadas o con el 50 por ciento de avance, cuyo costo estuviera por encima de los 35 millones de dólares. Para ese entonces, la constructora brasileña acumulaba varias millas y millones en construcción: tenía más negocios con el Estado panameño que la gran mayoría.

El Metro de Panamá finalmente fue adjudicado a Odebrecht, en sociedad con la española FCC Construcción. Nadie se sorprendió con el anuncio en el Hotel Sheraton el miércoles 27 de octubre de 2010. El presupuesto inicial fue de 1,452 millones de dólares. La obra, al final, costó 562 millones de dólares más de lo planificado: 2,009 millones dólares. Lo mismo de siempre. 

Lea mañana en la cuarta entrega: Las denuncias contra Roy.