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Las denuncias contra Roy

Detrás del caos urbano y el nerviosismo social, se escondían supuestos movimientos  y transacciones sospechosas. Un operador financiero denunció en España que el hombre a cargo de El Metro había cobrado coimas. La mecánica para justificar sobrecostos y pagar sobornos. Cuarta entrega de la historia del primer metro de Centroamérica con el sello de Odebrecht.

Por Eliana Morales.

En marzo de 2015, cuando Odebrecht y FCC Construcción ya habían acumulado 562 millones de dólares de sobrecostos por El Metro, el país se concentró en el caos que causaban las obras en la ciudad, y el costo pasó a segundo plano. 

La cuestión llegó a un punto tal que Rodrigo Mejía-Andrión, arquitecto y expresidente de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos, escribió en un artículo de opinión publicado en La Prensa: “Necesitaremos a todos los psiquiatras del continente para calmar a las multitudes. Para entonces me habré mudado a Churuquita Chiquita (...)”. 

Sin embargo, detrás del caos urbano y el nerviosismo social que generaba la obra, se escondían movimientos  y transacciones sospechosas que todavía hoy le quitan el sueño a más de uno. Si bien El Metro intentó ser concebida como una obra de interés nacional, como con el Canal, todo el mundo sabía que tarde o temprano llegaría el momento en el que las irregularidades saldrían a la luz. Y ese día llegó.

Rodrigo Tacla Durán, un operador financiero de Odebrecht, confesó a las autoridades de España “un caso de una coima que recibió Roberto Roy”. Como en otros casos de sobornos pagados en América Latina, el pago se habría hecho mediante la socia de Odebrecht en El Metro de Panamá: FCC Construcción.

Rodrigo Tacla Durán / El País

Tacla Durán había trabajado hasta el 2016 como abogado del Departamento de Operaciones Estructuradas de Odebrecht, la unidad de negocios especializada en comprar voluntades de políticos y Gobiernos de doce países. Investigado por blanqueo dinero, develó que Odebrecht sobornó a más de 1,000 funcionarios, candidatos y presidentes. Entre ellos, al hombre a cargo de El Metro: Roberto Roy. 

Ante la Fiscalía Especial contra la Delincuencia Organizada de Madrid, dio más detalles. André Rabello, el hombre que manejaba a punta de pago las voluntades del poder local, se habría enfurecido cuando supo que su socia había hecho ese pago. Lo curioso fue el motivo. No era lo cuestionable de la coima lo que encolerizó al brasilero, según Tacla Durán, si no que Roy haya recibido el regalo de la empresa española y se hubiera negado a recibir el suyo propio: él mismo había intentado coimearlo. Avispado y experimentado a la hora de hacer y cerrar negocios, Roy, siempre según Tacla Durán, había aceptado los favores de FCC Construcción porque pensaba que era más seguro: con ellos era más difícil ser descubierto.  

“Ese aspecto molestaba a André (Rabello), pero Roy no quería que Rabello pudiera tener información con la que pudiera chantajearlo en el futuro”, dijo Tabla Durán antes las autoridades, según se lee en el expediente. 

Roberto Roy

Roy negó todo. Distribuyó un comunicado donde dijo: “Desconozco las intenciones que esconden, las supuestas declaraciones que circulan en redes sociales del señor Rodrigo Tacla Durán (...) Estos señalamientos falsos no permiten el silencio. Si alguien cree tener pruebas que pongan en duda mi actuar como servidor público en este caso, lo reto a que presente las evidencias ante las instancias judiciales correspondientes, asumiendo la debida responsabilidad probatoria de los hechos y sus respectivas consecuencias”. 

¿Es posible que la mayor pagadora de coimas de la historia reciente haya construido la obra más cara en Panamá sin pagar sobornos? 

Cierto o no, las declaraciones de Tacla Durán coinciden con la mecánica expuesta por el presidente de la firma brasilera, Marcelo Odebrecht, en su delación en Brasil. El capitán de la compañía contó que en muchos casos, como Perú o Argentina, las coimas relativas a proyectos específicos eran negociadas y pagadas por empresarios del país, socios o sub contratistas. O sea: a través de las empresas que construían con ellos las obras con sobrecostos. 

“Odebrecht era responsable del cinco por ciento o menos (de las coimas), eso ya está aquí, ustedes tienen que descubrir el 90, 95 por ciento que no es Odebrecht", dijo Marcelo Odebrecht el 9 de noviembre de 2017, cuando declaró en Curitiba. Y agregó: "Nosotros estamos desnudando las cosas, estamos hablando. Enfrentemos la realidad, somos la única empresa que está colaborando, ahora se necesita saber qué hicieron las otras". 

En cada país, Odebrecht operaba así: formaba carteles con empresas locales o extranjeras donde hacían acuerdos sobre qué parte del trabajo haría cada una y quién y cómo pagarían los sobornos. Casi siempre terminaban los proyectos con sobreprecios imposibles, que justificaban con necesidades omitidas al momento de proyectar la obra, de modo que luego pudieran introducir reformas con adendas. También era usual conseguir sobrecostos mediante un exceso en las cantidades de materiales que supuestamente necesitaban o costos indirectos como contratistas, seguros o cargas impositivas; o servicios o materiales innecesarios. 

El Metro parece haber tenido un poco de eso: cuatro adendas para un túnel, un viaducto, pozos de ventilación y centro de control de operaciones, instalación de rieles, cableado, los controles y los propios trenes, además del incremento de los precios de los materiales . Todo eso no se había previsto en el plan inicial y terminó sumando 562 millones de dólares más de lo planificado. La Sociedad de Ingenieros y Arquitectos (SPIA) denunció entonces que aquí se pagó el doble en material rodante que en el metro de Santo Domingo, contemporáneo a la obra. 

Además, en todos los países donde construyeron fuera de las fronteras de Brasil, Odebrecht incluía cinco pasos. Primero, siempre se repiten las mismas grandes constructoras como socias, cuando iban en consorcios. Segundo, el otorgamiento de créditos del BNDES, ya sea vía gobiernos o vía empresas privadas, como la propia Odebrecht, para la ejecución de proyectos. Luego, la presencia de publicistas brasileros como Joa Santana. Por supuesto, dinero para campañas electorales. Y, fundamentalmente, el apoyo o guiño de Lula para el presidente o el país, por el motivo que fuera. 

El Metro los tuvo todos: un crédito de mil millones del BNDES, Joa Santana en la inauguración, Lula mencionado en los agradecimientos de Martinelli cuando selló el préstamo, una empresa conocida del gobierno local como socia, plata para la campaña de Martinelli. En fin, el primer metro de Centroamérica tuvo el sello de Odebrecht. 

Antes de que saliera a relucir el escándalo de los sobornos, la presencia de Odebrecht en el istmo fue subestimada. Esto a pesar de que desde que el principio, los pasos de la constructora en Panamá iban dejando huella. 

Porque lo cierto es que, una vez que Torrijos les abrió la puerta, Odebrecht nunca salió del palacio de Las Garzas. Entró con pasos de animal grande en el gobierno perredista (2004-2009) y nunca más se fue del edificio ubicado en San Felipe, el histórico barrio donde está enclavada la Presidencia de Panamá, donde funciona la presidencia.

El mayor de los éxitos lo tuvo con Ricardo Martinelli, cuando se convirtió en la principal contratista del Estado panameño. Luego se supo por qué: la constructora le dio a sus dos hijos, Luis Enrique y Ricardo Alberto Martinelli Linares, 35 millones a cambio de nuevos proyectos, agilizar trámites y buenos pagos, según declaró Luiz Antonio Mameri a los fiscales de Brasil. Mameri era el encargado de aprobar sobornos en Odebrecht y también aportó luces sobre otros pagos. Dijo que repartieron 49,5 millones de dólares para campañas electorales y sobornos en Panamá. 

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Martinelli y Rabello / Archivo La Prensa

El hombre de Odebrecht en Panamá, André Rabello, confirmó que los millones fueron más durante una audiencia celebrada el 9 de noviembre de 2017 para validar acuerdos de colaboración entre el Ministerio Público local y la constructora. En pocas palabras, detalló que Ricardo Alberto y Luis Enrique se le acercaron antes de que su padre tomara posesión el 1 de julio de 2014 para proponer sus “servicios profesionales” para que la empresa no tuviera dificultades en el quinquenio de su padre. Podrían hacer que el Gobierno les pagara 50 millones de dólares producto de unos trabajos en la autopista Madden-Colón; y derribar obstáculos que tenían con obras del saneamiento de la Bahía de Panamá. En total, de acuerdo a Rabello, se les habría pagado alrededor de 50 millones de dólares. 

Rabello, y otros exejecutivos de Odebrecht revelaron ese día, vía Skype, que varios de los ministros de Martinelli habrían recibido sumas millonarias a cambio de obras en el país. Uno de ellos fue el ministro de la Presidencia, Demetrio Jimmy Papadmitriu, el arquitecto de la campaña política que llevó a Martinelli al poder. Jimmy, acostumbrado a jugar en grandes ligas, preparó el terreno para su principal partido. Una vez que llegó al palacio de Las Garzas, hizo del Ministerio de la Presidencia una poderosa estructura con 10 secretarías que concentraban muchos millones de dólares. Bajo su paraguas estaba la Secretaría del Metro. Ese 9 de noviembre los exejecutivos de Odebrecht dijeron que le habían transferido 4 millones de dólares a cuentas de los padres del Ministro en distintas jurisdicciones extranjeras. 

“Odebrecht también organizaba fiestas. Y enviaba mujeres desde Brasil a celebraciones con políticos en Panamá y República Dominicana”, dijo Tacla Durán en una entrevista con el periódico español El País. “Era la forma de la constructora de expresar su agradecimiento” y tener un arma de chantaje: se hacían fotos y Rabello sabía cómo utilizarlas.