SE NECESITAN PROTESISTAS


La escasez de técnicos ortopedistas en Centroamérica y México es otra de las deudas que se suma a la larga lista de pendientes para la población con discapacidad de la región, ahora aumentada por los casos de migrantes accidentados.

 

El director de la Escuela de Órtesis y Prótesis de la Universidad Don Bosco de El Salvador no lo duda ni un momento, la cantidad de profesionales ortopedistas en la región no es suficiente para cubrir la demanda existente. “La deuda es grande, no llegamos a esa capacidad” dice Carlos Zelaya y sostiene que el Informe Mundial sobre Discapacidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado en 2011, ya señaló esta realidad y que poco se ha hecho desde entonces a nivel gubernamental en El Salvador para descentralizar los servicios para la población.

 

Según estimaciones de la Asociación Internacional de Órtesis y Prótesis (ISPO) y la OMS, las personas que necesitan órtesis y prótesis en países desarrollados suponen el 0.5% de la población, y en total 30 millones de personas en África, Asia y América Latina requieren unos 180,000 profesionales de rehabilitación. El informe también señala que en 2005 los países en desarrollo contaban con 24 escuelas de órtesis y prótesis de las que anualmente se graduaban 400 alumnos.

 

Sin embargo el país más pequeño de Centroamérica tiene el orgullo de ser el único de la región con formación profesional en el ramo y el único de Latinoamérica con certificación de la Asociación Internacional de Órtesis y Prótesis (ISPO). Pero al mismo tiempo, El Salvador es tierra de miles de lisiados por el conflicto interno sufrido en la década de los 80 y principios de los 90. Una deuda en atención arrastrada por años.

 

Walter Aguilar, ortoprotesista, y su ayudante trabajan en una nueva prótesis para Norman Varela (fondo) en la Fundación Nueva Vida de Choluteca, Honduras. Foto: María Cidón

Walter Aguilar, ortoprotesista, y su ayudante trabajan en una nueva prótesis para Norman Varela (fondo) en la Fundación Nueva Vida de Choluteca, Honduras. Foto: María Cidón

 

La posición de Zelaya sobre la falta de técnicos es compartida por Walter Aguilar, ortoprotesista de la Fundación Nueva Vida, en Choluteca, Honduras. “Honduras es uno de los países donde muchas personas emigran y vuelven con amputaciones ocurridas por el tren, entonces hay bastantes personas amputadas y somos pocos técnicos  en un país grande”.

 

En la fundación han sido atendidas desde 2008, 146 personas amputadas por el tren, es decir un promedio de 21 casos por año. El 2010 fue el año que más casos atendieron, llegaron 44 migrantes amputados. Y este no es el único centro del país, hay por lo menos otros dos: el de Teletón en San Pedro Sula y el de CAMO en Santa Rosa de Copán.

 

La situación en Guatemala es similar, así lo expresa Luis Castellanos, doctor del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Guatemala, quien coincide en que el trabajo del Gobierno en la rehabilitación de los migrantes en insuficiente. “Me da mucha pena porque yo durante un tiempo fui parte del Ministerio de Salud pero la rehabilitación física dentro del sector salud no es una prioridad. De hecho existe un hospital especializado que se llama Doctor Jorge Von Ahn pero que no tiene ni siquiera un laboratorio de órtesis y prótesis, mucho menos los materiales y recursos para poder hacerlo. Si tiene el servicio de rehabilitación física pero si va a ese hospital le dan cita de aquí a seis meses u ocho meses cuando su problema ya empeoró”.

 

Y en Guatemala, con 14.6 millones de habitantes, el país más poblado de Centroamérica, sólo hay seis técnicos acreditado por el CICR, detalló Castellanos. En México el único ortoprotetista certificado por el CICR  es Jorge Luis Álvarez en Tapachula, Chiapas. Él desde su centro “Orthimex”  realiza las prótesis desde que Doña Olga, del albergue  para migrantes mutilados “ Jesús, el Buen Pastor”, le pidió apoyo. Pies, talones y rodillas de polipropileno están en las mesas del taller del ingeniero José Luis que a partir ser seleccionado por el CICR ha recibido capacitación sobre técnicas de polipropileno en la Universidad Don Bosco de San Salvador.

 

La combinación entre la experiencia profesional y personal de haber perdido una parte del cuerpo al viajar en el tren la combina Juan Escalante, salvadoreño de 23 años, que este año termina de estudiar el técnico en órtesis y prótesis de la Universidad Don Bosco.  Aunque nunca lo habría imaginado, en su desgracia encontró una oportunidad para su futuro, ahora lleno de posibilidades.

 

Por algo pasan las cosas y por algo que me di cuenta de la carrera. Yo que soy amputado veo como muchas personas tratan de caminar, que les cuesta a veces. Y tal vez uno sabe cómo ayudarlos y poder decirles qué es lo que pueden hacer en su caminar y también para que se sientan bien, en armonía con los demás y que no se sientan de menos, porque todos somos iguales”.

 

Juan Escalante,  estudiante de Órtesis y Prótesis. En 2010 se cayó del tren y fue amputado de su pierna izquierda. Foto: Óscar Machón

Juan Escalante, estudiante de Órtesis y Prótesis. En 2010 se cayó del tren y fue amputado de su pierna izquierda. Foto: Óscar Machón

 

Una prótesis para volver andar

En Honduras William tiene una compañera incondicional, su pierna izquierda.  Sin su prótesis no sale a ningún lugar. “No andas con las manos ocupadas, no andas con muletas, ni nada. También tiene valor uno de hablarle a una chava, que lo miren así porque yo siento mucha pena que me miren sin prótesis.  Como la usé desde un principio ya  ahora me da pena andar sin ella”.

 

Su pierna es su cómplice de andanza en  sus jornadas en el campo o en  la fiesta. Cuando perdió su extremidad por el tren en México pensó que no volvería a caminar. Se equivocó y volvió a sentirse completo al dar su primer paso con su nueva pierna de polipropileno.

 

El polipropileno, un plástico de alta resistencia,  es el material que sostiene su extremidad, una pieza de su cuerpo que ahora es  ligera, que en lugar de hueso es metal lo suficientemente firme y flexible para ayudarle a subir escalones. Este material le permite a la persona usar su prótesis en zonas de calor o con humedad, como en países de Centroamérica. Natalia Llanas, oficial de protección del Comité Internacional de la Cruz Roja, explica que al darle esta prótesis el comité “ tiene un promedio de dos a tres años, se les deja claro que no es un apoyo único, tenemos ese compromiso con la persona, nos hacemos cargo de la reparación o sustitución de la prótesis”.

 

William espera su segunda prótesis en el Albergue “Jesús, el Buen Pastor” en Tapachula, Chiapas.  En el 2004 perdió su pierna y  recibió su prótesis en Honduras por el CICR y esta segunda también a través del organismo internacional pero se la entregarán en Tapachula, Chiapas. El cambio de pieza  se debe a que el uso  la desgastó y el tiempo hizo que cumpliera con su ciclo. Una división en la parte trasera de su prótesis que está a la altura de la rodilla es la prueba de que su tiempo con ella se acabó, que deberá cambiar de compañera.

 

William ahora ve el albergue que construyó junto a otros migrantes mutilados que, como él arrastrándose en el suelo o desplazándose en silla de ruedas, pusieron cada ladrillo que sería el hogar de otras personas amputadas por el tren.

                   

En los casos donde el accidente es reciente, por ejemplo el migrante no puede ser manipulado del muñón. Tiene que tener completamente cicatrizado el muñón para que un especialista lo pueda manipular y ayudar”, dice Natalia al referirse a cómo es el proceso de protetización de un migrante y que  se le pueda hacer el primer molde  para su prótesis primero es necesario que sus heridas hayan sanado lo suficiente. Recuperado y sin dolor es el momento de que le saquen un molde de su muñón.

 

Se hace la toma del molde con vendas enyesadas, después hacemos un vaciado de yeso en polvo para que nos quede el molde ya solido”, dice el ortopedista que a partir de ahí se hacen las modificaciones necesarias para la prótesis del paciente.

 

El proceso de duelo, de aceptar un nuevo cuerpo, avanza mientras la herida cicatriza y ya es momento de iniciar el proceso de elaboración de una prótesis.  La  “protetización”, la etapa de adaptación a la prótesis,  lo llevan con el acompañamiento de Natalia Llanas, del Comité Internacional de la Cruz Roja.  

 

EL CICR reconoce que el estado emocional de las personas se ve afectado al perder un miembro, sin embargo “cuando reciben la prótesis, se sienten otra vez útiles los incentiva mucho el verse caminando, ver a otro migrante caminando con una prótesis, se sienten útiles de nuevo, se sienten reinsertados en una sociedad”, dice Natalia.

 

La terapia, la rehabilitación es una parte en la que el CICR insiste mucho porque, como explica Natalia, “en todos los casos nos aseguramos en que esto se haga porque puede existir en alguna parte donde sólo se le haga la prótesis pero puede que no la use, entonces si queremos que usen la prótesis tienen que recibir un apoyo holístico”.

 

En el taller de Orthimex hay equipo nuevo como un horno que es  parte de la infraestructura que aportó el Comité Internacional de la Cruz Roja para que el ingeniero realice las prótesis que serán entregadas a los migrantes de Centroamérica que  están integrados al programa de Asistencia del CICR. “Todo esto me impulsa a ayudar a la gente para su rehabilitación porque es impresionante hacerlos nuevamente caminar, habilitarlos nuevamente, eso es lo que me hace ayudar mucho a la gente”, dice el ortoprotetista  Jorge Luis Antonio Álvarez, egresado del Instituto Nacional de Rehabilitación,  sonríe al pensar que su trabajo camina en formas de piernas o de brazos nuevos para migrantes que regresaron a Honduras, El Salvador o Guatemala.  

 

Las  prótesis ayudan a que la persona reconozca un nuevo cuerpo con una condición distinta, la discapacidad, sin que esto signifique que dejan de hacer o no alguna actividad. William posa seguro  para la cámara,  con su jeans que si nadie más supiera vería que sus pasos son como los demás, que no lo distingue, que su herida cicatrizó y que sigue su camino.

 

 

 

FOTOGALERÍA