Michoacán: El desastre ambiental del oro verde

Por Pedro Zamora Briseño

Los bosques en Michoacán han perdido el equivalente a casi la mitad de la superficie de la Ciudad de México, principalmente por cultivo de aguacate y ganadería, desde el año 2000. En contraste, la industria aguacatera ha construido un baluarte económico que le ha permitido expandirse sobre áreas forestales de manera irregular, con el aval de distintos gobiernos. Habitantes de algunas comunidades también advierten de la contaminación de acuíferos por el uso de agroquímicos en las huertas de “oro verde”

El incendio forestal en la comunidad purépecha de Sevina, Nahuatzen, Michoacán. Foto: Enrique Castro

URUAPAN, Mich..-Los intereses financieros vinculados al boom del aguacate en Michoacán provocaron una acelerada expansión ilegal de plantaciones, a costa de la tala de grandes superficies de bosques de pino y encino en las zonas templadas de esa entidad.

La producción de este fruto conocido como “oro verde” es la segunda fuente económica del estado (50 mil millones de pesos anuales, equivalentes a 2 mil 500 millones de dólares), sólo superada por las remesas de los migrantes, señala Juan Manuel Barrera Terán, director ejecutivo de Resiliencia y Desarrollo Comunitario A.C.

En consecuencia, la deforestación de miles de hectáreas boscosas, iniciada hace más de tres décadas, continúa su avance imparable ante la pasividad de las autoridades que, desde varios sexenios atrás, han tolerado las afectaciones ambientales de este cultivo.

Vistas aéreas de la zona aguacatera en Tancítaro, Michoacán. Fotos: Enrique Castro

Con base en estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Barrera calcula que, del año 2000 a la fecha, Michoacán sufrió la deforestación de cerca de cien mil hectáreas (equivalentes a 42.5 por ciento de la superficie de la CDMX), principalmente por cambios de uso de suelo para cultivo de aguacate y para expansión ganadera.

Proceso consultó al delegado estatal de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Carlos Alberto García Salgado, sobre los diagnósticos del crecimiento de las zonas de cultivo, pero éste pidió dirigirse a la oficina de Comunicación Social de la dependencia federal. Ahí, la directora de Información de Semarnat, Diana Aspiros Heras, solicitó que se le enviaran las preguntas por escrito y reconoció que no existe un estudio con cifras validadas sobre deforestación de bosques para cultivar aguacate. “La Comisión Nacional Forestal ha calculado por interpretación geoespacial más de 8 mil hectáreas sólo en la cuenca de la Meseta Purépecha”, respondió.

El tema no es nuevo. Un estudio de Jaime Navia Antezana, director del Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Aplicada A.C. (GIRA), y James Barsimantov, investigador de la Universidad de California, Santa Cruz (UCSC), reveló que 11 municipios aguacateros ya habían perdido 41 mil hectáreas de su cobertura forestal entre 1990 y 2003, además de que 46 por ciento de las huertas se establecieron sobre terrenos boscosos.

Una huerta de aguacate en el municipio de Ario de Rosales, Michoacán. Foto: Enrique Castro

Ecocidio en curso

La producción nacional de aguacate durante 2020 fue de 2.39 millones de toneladas, de las cuales Michoacán aportó más de 75 por ciento. El auge de esta industria en la entidad motivó el crecimiento desmedido de las áreas de cultivo, que según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), se elevaron de 30 mil 979 hectáreas en 1980, a una superficie de 78 mil 530 en 2000, para sumar 107 mil 058 en 2010 y llegar a 169 mil 939 hectáreas en 2020. Es decir, en los últimos 40 años, las áreas de cultivo crecieron un 448 por ciento.

La Semarnat señala que, a finales de los años 80, otorgó algunas autorizaciones de cambio de uso de suelo para cultivo de aguacate, de las que no conserva datos específicos, pero desde entonces no ha entregado ningún otro permiso con ese propósito. A partir de los años 90, la expansión de plantaciones se dio “a expensas de las áreas forestales arboladas, en forma ilegal”, subraya la dependencia. Ese fue el inicio del ecocidio.

Fumigación en una huerta aguacatera en Tancítaro, Michoacán. Fotos: Enrique Castro

En la última década se aceleró el crecimiento de la superficie del cultivo de aguacate en Michoacán, cuya expansión se dio con un promedio anual de 6 mil 288 hectáreas; esto es más del doble del crecimiento en la década anterior (2000 a 2010) cuando fue de 2 mil 852 hectáreas por año, o del periodo entre 1980 a 2000, cuando se estimó un aumento anual de 2 mil 377 hectáreas de cultivos de aguacate.

Como consecuencia de lo anterior, la franja aguacatera michoacana se extendió a 43 municipios; entre los principales, Tancítaro, Ario de Rosales, Uruapan, Salvador Escalante, Tacámbaro, Peribán, Tingambato y Los Reyes.

Navia Antezana, de GIRA, explica que en Michoacán se ha impulsado la economía con la suplantación de bosques por cultivos de aguacate; “estamos con un grave deterioro de nuestros recursos en un área muy específica”, afirma.

El 20 de mayo, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador otorgó a la Asociación de Productores y Empacadores de Aguacate de México (APEAM) –con sede en Uruapan, Michoacán– el Premio Nacional de Exportación, galardón que también había recibido esta organización en 2010, durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón Hinojosa. Según la APEAM, que este año exportó más de un millón de toneladas a Estados Unidos, la industria aguacatera mejoró la vida de las comunidades de la zona de producción, donde ofrece 78 mil empleos directos y 310 mil indirectos, lo que redujo la migración.

Huerta aguacatera en Tancítaro, Michoacán. Fotos: Enrique Castro

La ilegalidad de buena parte de la industria aguacatera ha sido “solapada por el Estado”, que “no da permisos, pero tampoco actúa para frenar, porque ese sector representa un importante baluarte económico… no podemos decir que no nos interesa el aguacate; es muy importante, pero no puede ser a costa de los bosques”, explica Navia.

Proceso solicitó a la Profepa por correo electrónico una respuesta a los señalamientos de que ha incumplido sus funciones para frenar la expansión ilegal del cultivo de aguacate, a través del área de Comunicación Social en las oficinas centrales. La coordinadora, Claudia Dora Palacios Cid contestó que “se ha dado atención al tema mediante la realización de visitas de inspección”. No detalló más.

Expansión aguacatera en Tancítaro, Michoacán. Foto: Enrique Castro

Agua contaminada

Mientras el cultivo del “oro verde” florece en Michoacán, las comunidades enclavadas en la franja aguacatera se encuentran en medio de una situación ambivalente, entre los innegables beneficios económicos que reporta esta actividad y los daños ambientales que empiezan a resentirse.

Para los jóvenes cortadores, conocidos como cuadrilleros, el aguacate es una fuente de empleo muy bien pagado. Mientras en otros sectores el ingreso oscila entre 150 y 250 pesos mexicanos, ellos pueden ganar hasta 500 pesos (25 dólares) por jornada.

Este cultivo, agrega Navia Antezana, ha reportado beneficios duraderos para los campesinos que establecieron directamente huertas de aguacate en sus tierras, en tanto que quienes vendieron sus parcelas disfrutaron el beneficio sólo durante el tiempo que les duraron los recursos que habían obtenido.

“Económicamente sí hay un poco más de dinero con el aguacate, pero en algunas comunidades ya nos está afectando la escasez de agua”, dice el presidente de un ejido de la región, que pidió reservar su identidad.

Dicho presidente explica que en los últimos años ha sido notoria la disminución de afluentes de manantiales hasta en un 30 por ciento, a causa del uso de mayor volúmen de agua para el riego de las huertas de aguacate. Además, el uso de agroquímicos provoca dolores de cabeza en habitantes de los asentamientos cercanos a las plantaciones, aunque no se han hecho estudios sobre afectaciones directas de esas sustancias.

Cuadrilleros en su jornada. Fotos: Enrique Castro

Navia Antezana admite que hay beneficios económicos derivados de la actividad aguacatera, pero cuestiona: “¿cuánto tiempo durará esto? Ya no tenemos bosques. Están contaminando el agua con agroquímicos, sobreexplotan los acuíferos porque el aguacate necesita agua: perforan pozos, desvían las corrientes de los ríos, hacen ollas de agua por todos lados; están impactando el ambiente con una visión de tan corto plazo que temo que en 20 ó 30 años esta situación sea de crisis total”.

Por otro lado, Juan Manuel Barrera coincide: “Si la situación sigue así, esto será un ecocidio; están acabando la biodiversidad y las ciudades se quedarán sin agua si aumenta la deforestación en las partes medias y altas de las cuencas”.

De acuerdo con Navia Antezana, quien ha trabajado con ejidos y comunidades de esa región, la Procuraduría Federal de Protección del Ambiente (Profepa) “no hace nada” ante los daños ocasionados por la industria aguacatera, “pues aunque tiene personal y una tarea por cumplir que llama pronta y expedita, ésta no tiene nada de pronta ni expedita y muy pocas veces resuelve el problema”.

Proceso preguntó a Palacios Cid cuántas huertas aguacateras detectó sin permiso de uso de suelo en esas inspecciones y cómo procedió en esos casos, desde 2010 a la fecha. Contestó que “se instauraron 316 procedimientos administrativos, de los cuales se derivan 312 denuncias penales, cuyos resultados han sido sanciones como multas y medidas de restauración de los sitios afectados”.

De la huerta a la caja. Empacadora de aguacate en el municipio de Tancítaro en Michoacán. Fotos: Enrique Castro

Industria en expansión

Consultada a través de su área de Comunicación Social, sobre los impactos de los cultivos de aguacate en los acuíferos y la deforestación, la APEAM argumenta por escrito que, según sus estudios, “los acuíferos están en equilibrio”, pues la mayor superficie aguacatera “es de temporal y el riego es especializado con tecnologías ahorradoras de agua”.

De acuerdo con la organización, miles de huertas se establecieron desde los años 60 en terrenos diversos “sin destruir los bosques”, pero reconoce el “problema actual” y muestra disposición de compensarlo mediante cauces legales. “Nuestra visión es poder establecer un límite al crecimiento desordenado del cultivo en estrecha coordinación con el gobierno estatal y federal”.

La APEAM expone que tiene un diagnóstico ambiental general de la zona aguacatera con el fin de reducir los impactos al mínimo, regularizar las huertas y permitir su expansión sólo bajo el marco legal existente.

Al respecto, la Semarnat puntualiza: “Las huertas que se hayan establecido realizando el cambio de uso de los terrenos forestales en forma ilegal, se deben remover para dar lugar a procesos de reforestación y restauración de las áreas, que siguen considerándose terrenos forestales. No existe un procedimiento para que las huertas con cambio de uso del suelo ilegal se regularicen”.

Juan Manuel Barrera advierte que actualmente todavía hay entre 50 mil y 60 mil hectáreas de bosques de pino-encino en riesgo de ser deforestados en los próximos años. Y pronostica que, si las autoridades no intervienen, se convertirán en nuevas huertas aguacateras.

Incendio en la meseta purépecha. Foto: Enrique Castro

Este trabajo fue realizado por Patricia Mayorga para Proceso y CONNECTAS dentro de ARCO, con el apoyo del International Center for Journalists (ICFJ) en el marco de la iniciativa para el Periodismo de Investigación de las Américas.