Mejor cobertura multimedia 2019

Entrevistas

<- Regresar Óscar Misle: Psicólogo y educador. Fundador de los Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap).

- Desde el punto de vista social ¿cómo afecta a las familias, y especialmente a los niños, la crisis alimentaria que atraviesa el país?

- La calidad de vida de las familias se ha deteriorado mucho por el tema nutricional y por la imposibilidad que tienen sus integrantes, con sus pocos ingresos, poder cubrir, en cantidad y en calidad, las necesidades de alimentación. El síntoma social de que algo no está bien se observa, frecuentemente, en niños con bajo peso, delgados, sin energías, que se enferman recurrentemente.

Esos claros síntomas te dicen que ese niño no está bien y que, por ende, en su familia tampoco. Lo que se refleja, entonces, es que hay un deterioro importante, y no hace falta ser muy experto para darse cuenta. Uno lo percibe cuando va a los colegios, en las escuelas de los sectores populares especialmente, donde al ver el aspecto físico de alguno te indica que no está bien. ¿Qué acompaña esa percepción visual? Los comentarios que hacen los docentes: los niños no tienen ánimo, se pelean con los otros por comida y se crean dentro de la institución problemas de convivencia entre los estudiantes. Ante esta crisis, las familias hacen lo que pueden, pero no se dan cuenta que los esfuerzos son insuficientes.

Ellos consideran que con un pedazo de casabe y con algún líquido con lo que lo puedan mojar están cubriendo sus necesidades nutricionales, y debajo de ello está la culpa que ellos sienten por no poder cumplir adecuadamente, sin saber que esas deficiencias no dependen de la madre que, posiblemente, tenga varios hijos. Hay una desnutrición física orgánica que deteriora su aspecto emocional, porque se deteriora su propia percepción, en su propio estigma, porque se da cuenta que no responde la misma forma en la que responden otros niños, que están en mejores condiciones.

- ¿Cómo manejan los padres esa culpa que sienten por no poder alimentar bien a sus hijos?

- Es muy complejo que la madre, en muchos casos la madre porque no está el padre, pueda reconocer su responsabilidad en la malnutrición de sus hijos, y más cuando ves las condiciones en la que está la madre. Ella tampoco tiene el peso ni las condiciones físicas adecuadas porque también se alimenta mal. Está en condiciones de deterioro también. Lo que hace falta es un programa de formación que le permita a las madres reconocer e identificar que su hijo está bien o está mal, incluso que ella pueda reconocer cómo se encuentra, cómo están los otros hijos y la familia, eso va permitir determinar si esa condición también obedece a una problemática más estructural de su núcleo y, así, determinar y focalizar la responsabilidad que pueda tener el Estado sobre esta situación.

- ¿Cómo se logra concretar esa labor de formación de la madre y del núcleo familiar?

- Es un trabajo articulado entre las instituciones, que hay formación ciudadana que permita que las madres reconozcan cuáles son sus derechos y deberes y cuáles son sus responsabilidades. Eso requeriría repensar la educación y la importancia de la escuela y la construcción de ciudadanos críticos, que sea una labor que comience desde los primeros años de vida, que permita a los niños también entender que el Estado tiene una responsabilidad de garantizar la salud y la vida, que actualmente están en juego.

Con esta articulación se lograría formar para evaluar, por ejemplo, un programa de alimentación. Para eso, también debe dejarse el miedo a la denuncia y que la comunidad sea capaz de trabajar articuladamente con las instituciones que tiene responsabilidad en el tema de la alimentación.

Hace falta un trabajo de fortalecimiento de la participación ciudadana, en la que estén incluidos los niños porque no podemos delegar solo la responsabilidad a los adultos de identificar las carencias, pues pasa que cuando caen en cuenta es demasiado tarde y, en el peor de los casos, se naturaliza el hecho de la sobrevivencia, se normaliza el comer poco y de mala calidad. Lo peor que puede ocurrir es que la ciudadanía no reconozca el problema, de que no se reconozca la problemática, no solo es de quién tiene la responsabilidad, sino de quién pasivamente permite vivir en condiciones inadecuadas. La conciencia permitirá que más se sumen y haya movilidad social para visibilizar el problema.

- ¿La gente ha normalizado recibir comida insuficiente?

- Está claramente identificado que la bolsa o la caja no alcanza para las necesidades del grupo familiar y, a medida que la inflación aumenta, algunas personas se han visto en la necesidad de negociar los productos que le da el Estado, que no son suficiente, para comprar otros productos o satisfacer otras necesidades. Este tipo de política implementadas, a través de apoyos que pueden resultar atractivos en un primer momento, no calan porque la gente se da cuenta que es insuficiente. Es una política que pretende crear una falsa percepción de que se resuelve el problema, pero tampoco hay un interés de evaluar, por ejemplo, qué productos se consumen, qué impacto ha tenido sobre la salud esa comida que está siendo consumida.

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