Mejor cobertura multimedia 2019

¿Cómo lo hicimos?

Datos que son vidas, vidas que representan cientos, miles de datos. La Generación del Hambre es un proyecto de investigación que le pone rostros a las cifras de desnutrición infantil en Venezuela.

Desde la gestión de Hugo Chávez, malas políticas económicas iniciaron un deterioro progresivo y sin precedentes a la economía venezolana. La llegada de Nicolás Maduro a la presidencia, en 2013, agravó la crisis y, con ello, sus consecuencias; siendo una de ellas, la más grave, el hambre.

Para contar el hambre, escogimos como objeto de estudio a niños menores de 5 años, por dos razones: la primera: el Índice Global de Nutrición, basado en niños de esta edad, es fundamental para determinar si un país se encuentra en emergencia humanitaria; la segunda: los niños de esta edad nacieron, precisamente, el año en que Nicolás Maduro inició su mandato, perpetuando el modelo económico de su predecesor, dando continuidad también, así, a sus resultados negativos.

Para determinar qué indicadores económicos serían compilados y analizados en este proyecto de El Pitazo, en alianza con Connectas, nos basamos en la estructura de Causas de Desnutrición y Mortalidad Infantil de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), determinada en la convención de Roma, en 2006. El ente internacional establece tres grandes cadenas de causas de desnutrición, de las cuales nos enfocamos únicamente en la Inseguridad Alimentaria: el hambre. Una vez definido éste como el foco de la investigación, precisamos qué causas, y cuáles indicadores vinculados a estas, estudiaríamos.

El esquema de Causas de Desnutrición y Mortalidad Infantil de la FAO establece tres niveles de causas para cada gran cadena. La tabla plantea la deficiente inversión del Estado en rubros económicos vinculados a la alimentación como causa fundamental de la Inseguridad Alimentaria; ésta desencadena en hambre y enfermedades y, finalmente, en malnutrición y muerte.

Por ello, para esta investigación se elaboró una base de datos que compilara los principales indicadores relacionados con la disponibilidad y acceso a alimentos, pobreza y desnutrición. Estos datos, a su vez, fueron contrastados con la poca, inexistente o imprecisa data oficial. ¿El resultado? Importantes discrepancias en los reportes del Estado a organismos internacionales, alarmantes cifras sobre el daño causado a la niñez, y un responsable de la crisis alimentaria que provoca en estos miles de niños daños físicos, intelectuales y emocionales irreparables.

Junto al equipo de corresponsales de El Pitazo ubicamos decenas de historias de niños y familias que padecen, palpan, a diario, la crisis alimentaria.

Jhender, el niño que murió de hambre; las gemelas María Verónica y María Victoria, que no comen carne desde hace cinco meses; Alexander, que está cansado de sólo comer lentejas, lo único que su familia puede comprar; Juan Luis, quien debió caminar kilómetros mientras una diarrea lo deshidrataba, a causa de la desnutrición; Maikel, que sube y baja de peso, sin recuperar su salud; Dayana, que debe mendigar comida en las calles para poder alimentarse; Carlos, cuya madre se integró a una ONG para poder alimentarlo a él, sus hermanos y vecinitos; y Valentina, que mide y pesa sólo la mitad de lo que debe, son quienes le dan rostro a estas cifras, estos contrastes, este análisis. Son quienes nos cuentan, con sus huesitos marcados, sus anhelos y sus padecimientos, el sufrimiento y deterioro de una generación, una que crece en desventaja con respecto al continente entero: La Generación del Hambre.