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Entrevistas

<- Regresar Venezuela.- Susana Raffalli, nutricionista especializada en gestión de la seguridad alimentaria e investigadora de Cáritas de Venezuela.

La especialista explica las causas y características de la desnutrición en niños venezolanos menores de cinco años. Además, insiste en que los daños ocasionados son irreversibles y significan el retraso cognitivo, afectivo y social de, por lo menos, tres generaciones. ¿Cuáles son los indicadores de salud y nutrición? ¿En Venezuela, estos indicadores están obsoletos?

Cuando tú evalúas a un niño en una consulta de nutrición o una consulta de pediatría, uno evalúa su crecimiento y evalúa el desarrollo también. No solamente con su peso o con su talla sino también mides otras cosas: puedes medir el peso y la talla, comparar eso con la edad, comparar el peso con respecto a la talla y puedes hacer la circunferencia del brazo. Hay otro tipo de mediciones con las que mides si el desarrollo está bien como la circunferencia cefálica.

Cuando utilizas la nutrición como un marcador de la situación, no de un niño sino de una población de un país, no puedes hacer una evaluación poblacional utilizando todos los indicadores. En ese caso, para evaluar el estado nutricional de una población, generalmente lo que se usa son las medidas antropométricas, que son medidas del cuerpo de los niños: cuánta pesa, cuánto mide y la circunferencia del brazo izquierdo. Con estas cosas se construyen lo que se llaman los índices nutricionales que son los que te dan la información, entonces, a pesar de que pareciera que la nutrición es una sola cosa y que es muy fácil interpretar, por ejemplo, para saber si un niño está bien nutrido, lo puedes comparar con un niño de su misma edad o puedes comparar su peso contra un niño bien nutrido de su mismo tamaño. Y luego cuentas cuántos niños según esos índices te dan bien o mal y sacas un porcentaje de los niños de esa población que están así, entonces, básicamente para evaluar la condición nutricional poblacional se usan el índice peso para la edad, que es para saber si los niños están bajo peso.

¿Por qué se le dice desnutrición crónica al indicador que mide la talla de un niño según su edad? Porque el tamaño de un niño tarda mucho más tiempo que el peso en deteriorarse, porque la talla no se pierde. Si yo soy una niña y dejó de comer, lo que le va a pasar a mi crecimiento es que se detiene, dejó de crecer, entonces si medía 110 centímetros y el mes que viene tenía que medir 112, resulta que no mido 112 sino que me quedo en 110, no pasó a 108 centímetros, o sea, no pierdes talla por dejar de comer, entonces, ese proceso de retardo acumulado en el tiempo de centímetros que debiste haber ganado necesita un tiempo considerable para que sea irreversible y digas que esa niña se quedó pequeña y para que lo puedas reportar un indicador cierto del retardo a nivel poblacional del estado nutricional, tienes que esperar al menos 9 meses; por eso no suele ser un indicador que se elige para monitoreos constantes del estado nutricional, por ejemplo, de una emergencia humanitaria.

Desnutrición aguda, si mides lo que pesa para su tamaño y eso si cambia muy rápidamente porque el peso si se pierde; entonces, un niño pudiera estar pesando ocho kilos independientemente de lo que mida y si deja de comer por uno o dos días, puede perder 200, 300, medio kilo en un día, entonces la desnutrición aguda si se modifica rápidamente y es el indicador que se usa durante las emergencias porque es sensible a detectar cambios rápidos.

Cuando yo te digo que lo compares con un niño bien nutrido de cierto tamaño o de cierta edad, te estoy hablando de patrones de referencia de niños que están bien nutridos, esos patrones de referencia eran en una primera instancia de 1970, luego los actualizaron en 1992, eran hechos con poblaciones de niños de Estados Unidos, con niños alimentados con biberón y todo esto, entonces la Organización Mundial de la Salud se planteó, a inicios del año 2000, que necesitábamos nuevos patrones de referencia que reflejaran la población de todo el mundo, que no siguiéramos comparando un niño de La India o un niño de Venezuela con un patrón de niños bien nutridos estadounidenses.

Entonces se hizo el estudio multicéntrico. Se evaluaron niños bien nutridos, sanos, alimentados a pecho en los cinco continentes y se sacó un patrón en el que todos consideramos que estamos representados. Este niño bien nutrido, que es el patrón de referencia, tiene un poquito de cada raza, de cada continente.

Esto se aprobó en 2006. Desde el 2006 hasta la fecha, casi todos los países están usando esos patrones para evaluar a su población. El patrón no solamente está utilizando una nueva referencia, sino que el punto de corte con el cual tú dices que un niño está con desnutrición moderada, o severa, o está en riesgo nutricional, el patrón te da el punto de corte.

¿Cuál es la diferencia entre usar patrones obsoletos y patrones del 2006?

Que el patrón de los años 70 y 90 te decía que un niño está desnutrido a partir de que se desvía tres veces de lo que debería pesar y que está desnutrido agudo, severo, cuando se desvía cuatro veces del patrón.

La diferencia sustancial del patrón del 2006 es que es mucho más bondadoso y mucho más relevante a proteger a un niño oportunamente de las consecuencias del hambre porque corrió el punto de corte. A partir de los patrones del 2006, las cuentas sanitarias de los países te dicen que un niño está gravemente desnutrido a partir de que se desvíe dos veces de su peso o de su estatura ideal para su edad.

Cuando tú mides a 600 niños aquí y comparas sus mediciones con los patrones obsoletos resulta que te pueden dar 48 niños desnutridos porque resulta que esperas que estén muy severamente desnutridos para empezar a contarlo, para que ese niño tenga un peso en las cuentas públicas sanitarias de un país; mientras que con el patrón del 2006 puede ser que los cuentes y te vayan a resultar no 48, sino 78 u 80 niños desnutridos. Entonces la diferencia es que con los patrones obsoletos te dan menos niños desnutridos.

Desde que se aprobaron esos patrones de 2006, casi todos los países los asumieron como sus patrones para evaluar a su población infantil y Venezuela es de los pocos estados en los que eso no se ha asumido. Entonces, hasta donde tenemos información, porque tampoco dicen nada, aquí no se publica un anuario del estado nutricional desde el año 2007.

Verdaderamente no sabemos si lo están usando o no, pero los últimos anuarios y los formatos que el Instituto Nacional de Nutrición deja para captar la información en los centros de salud siguen con los puntos de corte de los patrones pasados, que se resume a esperar que un niño esté gravemente desnutrido para que cuente dentro de las cuentas nacionales de la desnutrición.

Y esto es gravísimo porque la desnutrición es uno de los indicadores que se usa por excelencia para asumir y reconocer que hay una emergencia de salud pública en un país. Entonces, pudiera ser que si esperas que el niño se desvíe cuatro veces de lo que debería pesar y ya está en el pellejo, que lo tengas que hospitalizar para entonces decir que hay una emergencia de salud pública, puede ser que desde que ese niño realmente se desvió dos, que es lo que te dice la norma hasta que se desvió cuatro, tú te tardabas dos, tres o seis meses en acumular ese número de niños durante los cuales se te murieron un montón.

Al final esto es gravísimo por dos cosas: primero, porque utilizar puntos de corte que esperan un nivel de severidad muy grande para admitir un problema de salud pública, implica que cuando lo admites y lo decretas y puede recibir ayuda y administrarla, ya se te murió un montón de gente.

Lo otro es que estamos sujetos a un enfoque de derechos humanos. El derecho a la alimentación tiene dos dimensiones. El derecho humano a la alimentación establece que toda persona, en este caso todo niño, toda niña venezolana tiene el derecho no solamente a no tener que morir por desnutrición, sino a tener una vida libre de hambre, entonces, entre que un niño empieza a perder peso y se desvía dos veces de su peso ideal y llega ese menos tres y menos cuatro, hay al menos seis semanas de hambre.

Entonces tampoco está bien que en Venezuela se sigan usando los patrones obsoletos que tetanizan al niño tan tardíamente, porque se te pueden morir un montón antes de que actúes oportunamente, y porque dejas al niño expuesto a pasar mucha hambre.

¿Hay algún indicador que tenga preponderancia?

Dependiendo de para qué. Cuando se está evaluando una crisis en un país, necesitas un indicador que sea sensible a mostrar cambios rápidos. Entonces durante las emergencias de salud pública en los países, el indicador que usa para medir la tendencia y con qué velocidad se está deteriorando la población, es el indicador peso para la talla o el indicador de desnutrición aguda que es el que te indica el riesgo a morir.

Al final, durante una crisis de hambre, una crisis que produce a nivel de la población desgaste de los medios de vida en seguridad alimentaria y hambre, lo que te cobra vida de niños es el proceso de delgadez extrema. Es el proceso de deterioro del peso y la masa corporal del niño para su tamaño, por eso, en esos momentos, medimos el peso para la talla o medimos la circunferencia del brazo.

Mientras que si estás evaluando pobreza y procesos de deterioro social en largos plazos, lo que mides es el indicador de desnutrición crónica o la talla para la edad.

Lo que es cierto es que es muy grave que en una emergencia tu consigas un niño de talla baja, pero desde el punto de vista humanitario, la planificación humanitaria, no la puedes basar en ese niño, la tienes que basar en el peso para la talla porque es el niño que primero se te va a morir. Un niño con un peso para la talla baja o con delgadez extrema se te muere, pero lo que es igual de grave es que a un niño al que se le retrasó la talla, se le acabó la vida, porque detrás de cada centímetro que dejaste de ganar en tu niñez, hay un rezago cognitivo, motor, afectivo, social, que al final va a redundar en consecuencias metabólicas, afectivas y sociales.

¿Por qué se clasifica la evaluación de la nutrición por edades? ¿Por qué se considera hasta los cinco años una etapa tan importante de evaluar?

Está bien establecido, a través de investigaciones muy rigurosas de poblaciones en el mundo, que el impacto de la nutrición sobre el bienestar de la infancia y sobre el bienestar de ese niño para toda la vida, es especialmente intenso y perdurable durante los primeros 1.000 días de vida, que son los nueve meses de gestación y los siguientes dos años.

Casi que lo que puedes hacer por darle completo a un niño o una niña su potencial de vida, lo tienes que hacer durante el embarazo y hasta los dos años. Porque en esos primeros 1.000 días de vida es que se forman los millones de conexiones nerviosas de su sistema nervioso que determinan al final su capacidad de aprender, su capacidad de entender, de moverse, de vivir.

Se forma todo el diseño metabólico. Imagínate que tenemos por dentro una tarjeta madre que controla todos los circuitos de tu metabolismo, eso se empieza a gestar durante la gestación y se termina de conformar al momento que naces y lo primero que el niño come determina su biota intestinal y determina un montón de cosas que al final impactan su capacidad metabólica para después.

Y en el caso de las niñas, determinas incluso su capacidad de concebir y parir niños bien nutridos en su adultez, por eso lo que se hace con la nutrición en los primeros 1.000 días es para siempre. Si lo hiciste bien, le estas dando un pasaporte, invertiste todos tus cheques completos para toda la vida. Especialmente con la lactancia materna.

Pero si lo hiciste mal, estás generando un daño del que no hay regreso, de la desnutrición de los primeros 1.000 días difícilmente se regresan, sobre todo, en los países subdesarrollados, en los que por más que recuperes al niño de peso, estos niños vuelven a vivir en su mismo entorno de pobreza, de falta de luz, de falta de agua y es muy difícil que se emparejen nuevamente.

Es lamentable. No es que yo desestime lo que se puede hacer con un niño en edad escolar, ni lo programas de alimentación escolar, no. Todos los niños a todas las edades tienen derecho a eso; un niño que no coma suficiente, no que no coma en la escuela, que no coma en su casa que es donde tiene que comer, la desnutrición es un condicionante del aprendizaje importante, va a tener un rendimiento escolar deteriorado.

Cuando el niño ya llega a primer grado, con seis o siete años, habiendo tenido desnutrición durante los primeros años de su vida, ni que lo atiborres de comida, ni que le pongas tres Programas de Alimentación Escolar a cada uno, ese niño va a tener un diseño cognitivo y afectivo sólido para tener un buen desempeño.

Eso está estudiado y publicado desde el año 2012, pero publicado con poblaciones concretas. En el único estudio longitudinal que se ha hecho en nutrición durante 34 años, estudiaron en una población completa de niños que nacieron de madres embarazadas suplementadas con nutrición y otras suplementadas con menos nutrición, y siguieron estas poblaciones y está todo allí.

Uno de los estudios más clásicos: en una población rural en Guatemala, compararon a campesinos de 20 y 30 años que trabajaban cosechando caña y compararon el rendimiento en el corte de caña del campesino que en su niñez fue bien nutrido y el que en su niñez fue mal nutrido y la diferencia fue hasta de 40% en la cantidad de caña cortado y por lo tanto del ingreso.

Entonces, ¿cuál es el mensaje?, que esa desnutrición, durante los primeros 1.000 días de vida, determinó que cuando adulto ganes 40% menos, eso es una persona con 40% de productividad, seas hombre o seas mujer.

Incluso cambia el tipo de trabajo en el que las mujeres se empleaban y se analizó en el caso de mujeres adultas. Las mujeres de ese estudio que cuando niñas fueron desnutridas mostraban un 35% más de prevalencia de partos de niños de bajo peso que las que fueron bien nutridas en su infancia. Entonces tienes como mujer adulta 35% más de probabilidades de concebir un niño desnutrido que si hubiera sido una niña bien nutrida.

Entonces estás determinando, en ese momento, lo que va a pasar después. Aquí no hay tiempo para la rectificación, el daño nutricional que se ha hecho es totalmente evitable por las medidas económicas y políticas de la administración del país durante estos años, se han podido evitar y han tenido consecuencias cada día que no van a rescatar ni disculpándose, no van a rescatar ni teniendo la patria potencia que están anunciando, no va a haber quien coseche esa patria potencia porque ya no se va a recuperar esto.

A este nivel, después de dos años de monitorear esto en parroquias pobres del país, que el retardo del crecimiento nos daba 18% en el año 2016, ahorita nos está dando entre 28 y 30%. Es decir, que el 30% de los niños que incluso rescatamos de la desnutrición y ya pesan su peso normal, tiene retardo del crecimiento son niños que quedan en un rezago para siempre, no solamente biológico, sino cognitivo. Estos son niños que no vas a ver que se distinguen, no lo vas ni siquiera a notar, estos son niños que aprenden a leer, a escribir, juegan, se ríen, van a ir al colegio, pero no van a llegar nunca a la universidad, no van a tener empleos de buena productividad.

Esto compromete incluso pensamientos de libertad a futuro. Esos son niños que van a ser madres y padres de la pobreza, que van a volver a votar por un presidente populista. Esto se perpetúa. Esto tiene implicaciones generacionales, implicaciones para siempre.

Esto significa muchos años de atraso, al menos tres generaciones.

En términos epidemiológicos, la metadata mundial de programas súper intensivos de combate a la desnutrición crónica, han logrado, en el mejor de los casos, en la media latinoamericana, bajar la proporción de los niños con retardo en el crecimiento, dándoles a las familias agua potable, vacunación completa, desparasitantes, dispensarios, suplementos nutricionales pero, además, raciones de alimentación familiar para que la familia coma y no le toque el suplemento al niño, aun con todo eso, el promedio latinoamericano de disminución de la proporción de niños con retardo del crecimiento en América Latina es de 1,5 puntos porcentuales por año. Entonces si ya lo tienes en 33, bajarlo al 5% que la OMS considera apropiado, te va a tomar 25 años, 25 o 30 años son tres generaciones

Con esto se le fue la mano, yo no sé si hay de verdad en el Estado venezolano gente que le haya comunicado a los altos mandos del país, el daño que nos han hecho, el daño heredado, no por la familia, sino por ellos mismos para el estado que imaginaron tener o fantasearon tener. O quizás no fantasearon, sino que verdaderamente la intención era tener una nación rezagada, metabólicamente desestructurada, con muy poco potencial productivo, una situación de precariedad y pobreza, sin muchas ganas de reclamar nada más que una caja Clap.

¿Los daños de la desnutrición se pueden detener?

El hambre tiene consecuencias sociales y afectivas. Una familia con hambre, se ajusta en términos de prioridades y al administrar esas prioridades pasa lo que vemos que está pasando: mamás que dicen “bueno, yo hago una cola de ocho horas para comprar una caja o harina y aceite o llevo al niño a la escuela”. La educación pasa a ser una prioridad accesoria, casi suntuaria.

O termina siendo la destitución de los roles en cuanto a la alimentación que generó el hambre en Venezuela y el mercado negro de alimentos cuando el Estado controló nuestro sistema de alimentos, dio para que hubiera fuga masiva de maestros que ganaban como revendedores de alimentos 10 veces el sueldo de una maestra. Entonces, ahí está generando la pérdida de una generación por cuenta del rezago de la educación como prioridad dentro de la familia o los niños que los padres y las madres dejaron de llevarlos al colegio porque no había PAE.

Además, socialmente, el hambre en Venezuela ha generado un deterioro de las relaciones intrafamiliares. Hay peleas por la comida, hay niños robándose las loncheras entre sí, niños maltratados porque se comieron los huevos que eran para el otro muchachito; hay roles familiares invertidos, padres y madres que se suicidan porque no se sienten capaces de comprar la comida suficiente y, a nivel vecinal, el problema del hambre generó un quiebre entre nosotros enorme.

Venezolanos que esconden comida para que el otro no se la vea. O sea, la concepción de lo alimentario socialmente cambió mucho y convertimos la alimentación, que podría ser un intercambio social sagrado, en una trácala, en un “quítate tú pa’ ponerme yo”.

El efecto afectivo. El hambre genera sensaciones de dependencia. Lo que significa que un niño menor de dos años que dependa absolutamente de un adulto para comer, llore de hambre y nadie sepa entender sus necesidades en ese momento, o un niño que vea que se está acabando el día y que se está acostando todo el mundo y que él tiene hambre, o que le peguen porque agarró un pedacito de pan.

Yo una vez vi el maltrato a una niña que se tomó un agua que era para una sopa, una niña wayuu (…) una madre fue y le pegó a la niña porque el único baldecito de agua que había era para hacer una sopa. Esa niña se tomó el agua porque tenía sed. Entonces, cuando tú asocias tus necesidades más básicas a maltratos y abandonos vas a ser un ser humano que va a crecer con un estado de vacío y desasosiego para toda su vida y ese daño afectivo del que pasas a la adultez con ese hueco adentro, va a generar para siempre problemas de adicción, problemas de estabilidad, estos son muchachos que están ahora de delincuentes insaciables.

¿Qué puede hacer la sociedad civil?

El informe refleja el monitoreo constante que los monitores de Cáritas Venezuela hacen en las parroquias más pobres del país, básicamente, tres cosas: el estado nutricional de los niños menores de cinco años y de las embarazada; se monitorea el tipo de estrategias que las familias están utilizando para adaptarse a la situación de hambre y de inseguridad alimentaria, porque eso te dice un poco qué estrategias puedes usar para apoyarlas y se monitorea la diversidad de la alimentación. Se pregunta, de 12 grupos de alimentos, cuántos consumes: menos de tres estás en emergencia, entre tres y seis estás en alarma, entre seis y nueve estás adecuado y entre nueve y 12 tienes una alimentación buena.

Llevamos esto y nos ha permitido saber cómo está la alimentación en las poblaciones más pobres del país y cómo está la tendencia al deterioro o a la mejoría. El último informe es de julio de 2018 y estas nos han reportado algo que no pensamos que íbamos a ver. Que es que la desnutrición aguda se duplicó entre 2016 y 2017; hasta octubre había pasado de 8% de niños con desnutrición grave a 16%.

En noviembre sube a 17,1%, cosa que no había pasado. En diciembre baja un poquito y lo atribuimos, esa subida tan grande, en noviembre, a la hiperinflación. Se mantuvo muy alto y empezamos a observar una mejoría a partir de abril que llega a bajar incluso hasta 11%, esto lo atribuimos al efecto electoral de las presidenciales en mayo.

Registramos durante abril y mayo una afluencia enorme de bonos, de subsidios directos a la población. Nosotros, si sumamos los bonos, llegaban a ser seis salarios mínimos y, además, en el mes de las elecciones subió muchísimo la cobertura y la frecuencia de entrega de los Clap.

Esto lo dijo el alto mando de los Clap, el director de los Clap (Freddy Bernal), en enero, después de las elecciones municipales de diciembre, dijo en la Asamblea Nacional Constituyente que los Clap fueron instrumentales para ganar las elecciones.

Otra cosa a la que atribuimos la mejora es a la entrada masiva de remesas en las parroquias más pobres, cosa que no habíamos reportado antes, entonces lo que se deja ver es el gran éxodo que hubo antes de diciembre. Las remesas están haciendo su labor también. En junio, esa bajada abrupta comenzó a revertirse y comenzó a aumentar otra vez y en julio, que es el último corte que tenemos, fue de 12,5% y 13,5% en las parroquias que están peores.

En cuanto a la diversidad de la alimentación, las primeras encuestas que hizo Cáritas daba que la gente estaba comiendo entre seis y ocho grupos de alimentos, llegamos a reportar en noviembre y diciembre que estaban comiendo solo tres grupos de alimentos, básicamente tubérculos: aceites, azúcares y granos.

Nosotros pensamos que esto va a empeorar, que estamos en medio de una avanzada que se le ha llamado “rescate económico”, lo que pensamos de lo que uno escucha de los expertos en economía, que ninguna de las medidas que se tomaron parecieran ser las indicadas para bajar la hiperinflación que es lo que está produciendo hambre, ni siquiera el aumento del salario.

En cuanto al papel de la sociedad civil, creemos que la sociedad civil está llamada a tres cosas importantes. La primera es a la solidaridad, es decir, la sociedad civil que está en mejor posición de hacer algo que la que está muy desgastada ya, avocarse a formar redes de solidaridad para apoyar a los más necesitados, pero lo que más tendría efecto es que como sociedad civil hagamos redes no para montar más iniciativas, sino para encaminar a las personas que están necesitadas a las organizaciones que están haciendo eso y que lo hacen muy bien, organizaciones altruistas, humanitarias, de caridad.

La segunda es mantenerse unida, mantener tejido social pero pienso que una de las peores desnutriciones que hace falta instalarse en el país es la de nosotros como sociedad, es la ruptura del tejido social, no solamente por el boquete que está dejando la migración sino porque nos desarticulamos los unos de los otros, entonces que nos unan actividades de resiliencia, de resistencia, no unirnos solo para salir a marchar sino nos unamos para la economía en la proximidad, en la solidaridad, de ver cómo aguantamos entre todos esto.

Y la tercera, como sociedad civil, es documentar todo esto, las tres “D” de los derechos humanos: documentar, denunciar y divulgar. Que quede esto sentado en la memoria histórica y que usemos la institucionalidad que queda en el país, aunque no nos responda para ir a denunciar esto es inadmisible, se están violando mis derechos.

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