Depredadores en las aulas

Por Alejandra Crail y Daniela Guazo

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Diariamente, un niño o niña es agredido sexualmente por el personal de la escuela a la que asiste. Mientras que el gobierno mexicano ha fallado en garantizar la seguridad al interior de las aulas, el número de denuncias va en aumento.

J. salió de la escuela sumido en llanto, envuelto en un intenso dolor. Al llegar a casa, su madre se dio cuenta de que el niño de tres años tenía heridas en el área rectal. Llevaba apenas 27 días como alumno de 1° de jardín de niños. Más tarde, se sabría que “Cantos”, el maestro de música, y Servando “el que barre”, lo agredieron sexualmente en el kínder.

Los casos como el de J. son más frecuentes de lo que se reconoce oficialmente.

En la última década se registraron3,534 casos similares.

Aunque en la Ley General de Educación está establecida la responsabilidad del personal de los colegios de denunciar los presuntos delitos ante la justicia, esto no siempre se cumple.

Sólo el52% de estos casos llegó a la Fiscalía.

La cifra negra es inmensa. Hay dependencias que no reconocen la violencia sexual en sus escuelas, que no registran los casos o que evitan hacerlos públicos.

Para esta investigación se solicitaron estadísticas y versiones públicas de las actas de hechos de estos delitos registrados en las secretarías de Educación de los 32 estados del país. Se creó una base de datos a nivel nacional que reúne los casos oficiales entre 2012 y febrero de 2023, así se pudo determinar que en México todos los días ocurre una agresión sexual cometida por el personal de las escuelas en contra de sus estudiantes de educación básica.

Aunque desde 2016 el gobierno federal intentó homologar la prevención y atención a estos delitos en las aulas por medio de protocolos de atención, los casos están lejos de reducirse. El regreso a clases tras la pandemia aumentó la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes. Los datos oficiales arrojan un patrón: la mayoría de los agresores son hombres, resaltan los docentes.

“Nosotros les dimos toda la confianza, les entregamos nuestro más grande tesoro y fuimos defraudados”, dice la madre de J.
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