Liderazgo Liderazgo silencioso y solidario
Konrad-Adenauer-Stiftung PPI CONNECTAS

No todas las lideresas se destacan por su militancia política o por su defensa de causas en pro de los derechos de los pueblos originarios. Al lado de aquellas que obtienen visibilidad mediática, otras ejercen su papel en actividades más cotidianas, pero igualmente determinantes para mejorar las condiciones de vida de sus comunidades durante la emergencia sanitaria.

Un bastidor de madera sostiene un pedazo de tela rojo con un dibujo de flores y hojas pintado con tiza o gis. A su alrededor Rosa Elda Toledo Sánchez, Arelia Ruiz Escobar e Iris Alejandra Piñón Ramos, bordadoras zapotecas de Asunción Ixtaltepec, en el estado mexicano de Oaxaca, hilvanan con aguja e hilos de seda multicolores el tejido mientras sueñan con montar una exposición en Colombia y compartir sus saberes con otras culturas para seguir reafirmando la presencia de los pueblos originarios.

Las tres son mujeres perseverantes que han sabido enfrentar tempestades. En 2017, se levantaron de un terremoto de 8,2 grados que devastó las viviendas de una ciudad conocida por sus casas coloniales de colores fuertes. Lo hicieron de la mano de la asociación civil Una Mano para Oaxaca (UMPO) que las capacitó en el arte del bordado tradicional oaxaqueño. Esta organización fue fundada por Perseida Tenorio Toledo y otras jóvenes después del terremoto con la intención de privilegiar la vida comunitaria practicando la tequio o ayuda mutua en lengua zapoteca.

Rosa Elda de 41 años, Arelia de 33 e Iris de 25 atendieron la convocatoria de UMPO para tomar el curso, con tan buenos resultados que luego fundaron la Cooperativa Renacer 8,2, de donde derivan su sustento. Aunque Perseida no impartió el curso, para estas bordadoras, la joven emprendedora significó mucho más que la oportunidad de aprender un oficio: gracias a su labor conservan una cultura y una forma de vivir.

Las tres son jefas de familia que han sabido adaptarse a las circunstancias. Rosa Elda tiene dos hijos y por las mañanas es profesora de Ciencias en una escuela secundaria del istmo de Tehuantepec. Iris es soltera y Arelia también tiene dos hijos. En 2020 empezaron a encarar la contingencia sanitaria por la covid-19 cosiendo desde sus casas para no poner en riesgo su salud.

Antes de la pandemia elaboraban huipiles y enaguas —prendas del vestuario tradicional zapoteca—, vestidos de novia y diademas para clientas de todo México y del extranjero. Ahora, añadieron los tapabocas o mascarillas que ya venden a través de su página de Facebook y también con ayuda de Una Mano para Oaxaca.

El tiempo de elaboración de cada pieza varía de acuerdo con el tamaño y el modelo; en promedio un cubrebocas lo tejen en una semana, un vestido de novia o un traje regional tradicional (enagua y huipil) en tres meses, y un huipil en un mes. Pero todo depende de la cantidad de flores y hojas que haya elegido la clienta, pues es ahí donde sale a relucir el talento de la bordadora, ya que lo más complicado de la técnica del punto de gancho es la distribución de las hojas y la combinación de los colores, sobre todo de las tonalidades verdes.

“Tejer nuestro bordado tradicional es cultura; para nosotros significa identidad, así damos a conocer nuestra esencia como pueblo nativo, de mujeres trabajadoras. Lo mejor es que quedará para la historia, porque nuestro bordado se adapta, se transforma, puede usarse como prenda de vestir o como accesorio”. Esa frase, en la que coinciden todas, resume con detalle lo que sucede con su liderazgo.

La solidaridad se conjuga en plural

Los ejemplos de liderazgo femenino son una constante desde México hasta el sur del continente. Recogemos algunos suministrados por Myrna Cunningham, del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (Filac), o compartidos en los informes publicados hasta diciembre de 2020 en la Plataforma Indígena Regional frente a Covid-19, impulsada por Filac y el Fondo Indígena del Abya Yala (Fiay).

Bolivia

La Organización de Mujeres del Territorio Indígena Multiétnico (TIM), en el departamento del Beni, lleva a vender la yuca y otros alimentos hasta el municipio de San Ignacio, con el fin de conseguir dinero para adquirir otros insumos para sus comunidades. Debido al confinamiento, idearon un cronograma para el acopio de los productos.

Belice

Con el liderazgo femenino, el Centro de Demostración de Procesamiento de Yuca (Cassava Processing Demonstration Center) creó un banco de alimentos para proveer de pan de yuca a integrantes de las comunidades garífunas. Mujeres y jóvenes voluntarios se capacitan en la elaboración de este producto tradicional y, a la par que preservan la cultura, desarrollan habilidades para la autosostenibilidad y la inclusión.

Chile

Las mujeres de la costa y las islas elaboran preparados de algas para fortalecer el sistema inmunológico, al tiempo que abordan la pandemia desde la medicina y la espiritualidad, pues desde la cosmovisión indígena el virus hace que el ajayu, es decir el espíritu, se salga del cuerpo y es necesario hacerlo regresar. Para ello practican rituales que recuperen los equilibrios y alivien el alma.

Colombia

Colectivos de mujeres como la Organización Sütsüin Jieyuu Wayyu – Fuerza Mujeres Wayuu, de la Guajira, en el norte del país, se han centrado en buscar el sustento diario de las familias afectadas por la pandemia, a través de la campaña “Ayuda a una familia wayuu” y han difundido mensajes como el siguiente: “No queremos que otra generación de nuestro pueblo muera. Las principales fuentes de ingreso de las comunidades wayuu dependen del trabajo informal. Estas personas trabajan como vendedores ambultantes, vendedores de comida, ayuda doméstica o venta de artesanías. Por un día de trabajo, una familia wayuu puede recibir entre 3000 y 5000 pesos diarios que equivalen a entre 73 centavos de dólar y un dólar. Durante la cuarentena, para impedir la expansión del coronavirus, la gente que vive de lo que gana a diario está expuesta a morir de hambre o a exponerse a la pandemia”.

Ecuador

La Asociación de Mujeres Parteras Kichwas del Napo (Amupakin) ha extendido su actividad al uso de las plantas medicinales para aliviar los síntomas de la covid-19 o para mejorar el sabor y el olor de los preparados ancestrales. Su objetivo es revalorizar la medicina y los conocimientos tradicionales y persistir en su lucha para que el trabajo de las parteras sea reconocido.

El Salvador

La Asociación de Desarrollo Comunal de Mujeres Indígenas de Izalco (Adescomiiz), con apoyo de la cooperación alemana y la iglesia del lugar, está recuperando saberes ancestrales para combatir el coronavirus. Una de sus acciones es la recuperación del idioma náhuat, pues más de la mitad de los integrantes de la comunidad ya no lo habla. Para ello utilizan el conocimiento de las abuelas que quieran enseñarlo, así como la divulgación de materiales informativos sobre la covid-19 en esa lengua y a través de la música.

Guatemala

En el Lago de Atitlán, el Consorcio de Mujeres Indígenas, integrado por once organizaciones de mujeres tz’utujiles y kaqchikeles, promueve la autonomía económica femenina como herramienta contra la violencia de género. No solo les brinda asesoría jurídica y psicocosocial, sino que favorece los procesos de sanación para “volver a la armonización de la vida, del cuerpo”. También apoya económicamente a las víctimas. Para financiarse, en conjunto con la asociación femenina Afedes, elabora productos artesanales con textiles de tinte natural, una práctica maya ancestral respetuosa del medio ambiente. Durante la pandemia lanzó una línea de mascarillas que ayuda a prevenir la propagación del coronavirus y les proporciona ingresos a las integrantes de este colectivo.

Guyana

Las mujeres se han sumado a los hombres para ser las responsables de los cercos comunitarios y han ocupado un lugar en los portones de las comunidades para impedir que entren personas que incumplan los requisitos de bioseguridad trazados.

México

Utilizando tecnología moderna diseñaron un sistema de alerta ante casos de violencia contra las mujeres porque no estaba trabajando el sistema judicial y no había dónde poner las denuncias. La Fundación Paso a Paso A. C., con el apoyo del Centro de Documentación de los Pueblos Indígenas (Docip) de la Ciudad de Ginebra y el Foro Internacional de la Mujer Indígena (FIMI), elaboró una guía para la atención a mujeres y niñas indígenas con discapacidad durante la pandemia. Uno de sus objetivos es que se reconozca que hay diversos tipos de discapacidad y que esa realidad se tenga en cuenta al trazar las políticas públicas. Las guías también se están usando en Bolivia, Guatemala y Perú.

Nicaragua

En las regiones autónomas como en el río Coco o Wanki, que tiene 115 comunidades en las zonas fronterizas entre Honduras y Nicaragua, la organización de mujeres indígenas ha ayudado a mejorar el sector salud y junto con el Ministerio de Salud ha visitado comunidad por comunidad, dando capacitación para prevenir la covid, distribuyendo implementos para el lavado de manos, etc.

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