Usan a niñas como ‘reclutadoras’ para el comercio sexual

En el mundo del comercio sexual, la demanda de niñas cada vez más jóvenes va en aumento. Para satisfacerla, las redes se están valiendo de una estrategia eficaz: utilizan a niñas para “enganchar” a sus amigas del colegio o del barrio, transformándolas de víctimas a victimarias.

Puede que la prostitución sea “el negocio más antiguo de la Historia”, como se suele afirmar comúnmente. Lo que sí parece insólito es que una niña pueda “seducir” a otra de su misma edad, con engaños y falsas promesas, con el fin de sumergirla en el mundo de la prostitución, una tendencia que pareciera ir en aumento, como evidencia una serie de casos documentados en Guatemala y Honduras.

La guatemalteca Jennifer Velásquez, de 13 años, insiste en no haber hecho nada malo. Según dice, lo único que hizo fue ayudar a tres de sus amigas a encontrar trabajo en un bar, una labor que no solo les permitiría ganar suficiente dinero para ayudar económicamente a sus familias sino también comprar todo lo que desearan, desde ropa nueva hasta un celular de último modelo.

Empleo de meseras

A las tres adolescentes se les forzó a subir a un furgón y fueron transportadas a la ciudad fronteriza de Tapachula, al sur de México, donde las amenazaron y las obligaron a prostituirse. Por eso, las chicas no le perdonan el engaño a Jennifer. Las jóvenes, de 13, 14 y 17 años, creían que iban a trabajar como meseras.

“Si tuviera delante a Jennifer, le daría una cachetada por lo que me pasó en México”, dijo una de ellas cuando fue entrevistada por un fiscal del Ministerio Público (MP), después de su rescate. Hablaba con la voz entrecortada por la rabia y el dolor que le producía el hecho de sentirse traicionada.
Las tres adolescentes provienen de San Pablo, un municipio guatemalteco ubicado en el departamento suroccidental de San Marcos, colindante con México, y sus padres acudieron al MP para reportar su desaparición en los días 6, 19 y 23 de febrero de este año. En cada uno de los casos, se activó el Sistema de Alerta Alba Keneth, mediante el cual el MP coordina la búsqueda de un menor desaparecido con la Procuraduría General de la Nación (PGN) y con las autoridades migratorias y fronterizas.

Cuando la desaparición de las tres jóvenes se difundió en medios de comunicación locales, los tratantes que las mantenían confinadas, temiendo que en cualquier momento pudiera producirse una redada, decidieron regresarlas a su municipio, donde la Policía las rescató de una casa el 27 de febrero de este año.

La disco, el anzuelo

En la red de prostitución de menores que opera en Tegucigalpa, Honduras, y que dirige una mujer de unos 45 años, es su hija Katherine, de 18 años, cuyo nombre real se omite, quien funge como “enganchadora”. “Esta cipota contrata a las demás, las controla y siente como que ella fuera su dueña, a tal punto que cuando las cipotas quieren ir a trabajar con alguien más, ella les dice: ‘no, con ellos no pueden ir; ustedes trabajan conmigo’”, afirma el empleado de un bar, a quien llamaremos Pedro González, quien se encarga de llevar en su auto a las adolescentes hasta punto de reunión con los clientes.

Explotar sexualmente a las menores es rentable para las redes de prostitución, pues cobran de 75 a 261 dólares por noche.

Invitar a las jóvenes a una discoteca suele ser la estrategia más frecuente para “engancharlas”. Una vez que una joven ingresa a la red y comienza a prostituirse, le piden que traiga a sus amigas y el mismo proceso vuelve a repetirse con las nuevas integrantes de la red, perpetuando así la cadena de explotación.

Los hoteles juegan un papel clave en la explotación sexual de estas adolescentes, y según González, en Tegucigalpa, ni los hoteles de cinco estrellas se escapan de estas redes. El cliente suele solicitarle al recepcionista de turno que le “pida” a una joven y negocia con él o ella el precio que está dispuesto a pagar. El recepcionista llama a Katherine y la joven enganchadora se encarga de llevar a la adolescente al hotel y darle a cada quien el pago que le corresponde. Si el precio negociado por los servicios sexuales de la joven es de 3,000 lempiras (US$157), por ejemplo, la joven y el recepcionista reciben 500 lempiras (US$26) cada uno, y Katherine se queda con 1,000 lempiras (US$50).

Tarifas en dólares

Así es como el “mercado sexual” clasifica los cuerpos púberes: la llamada categoría C incluye a chicas consideradas como “no tan bonitas”, por las que un cliente paga alrededor de 75 dólares por un encuentro sexual. La clase B incluye a chicas consideradas como “guapas”, por las que un cliente paga entre 150 y 200 dólares, y la categoría A, que incluye a las chicas más cotizadas, por las cuales un cliente paga hasta 500 dólares la noche. Pero las más valoradas en el mercado sexual son las vírgenes, por las cuales un cliente puede llegar a pagar hasta 5,000 lempiras (261 dólares). Y como señala Fátima Ulloa, exjefa del Departamento de Delitos Especiales de la Policía, también existe una demanda de varones entre 12 y 14 años de edad.

De víctimas a victimarias

Durante el operativo en el cual la Policía rescató a las tres adolescentes guatemaltecas que fueron transportadas con lujo de fuerza a un prostíbulo en Tapachula, fueron detenidas Jennifer Velásquez, la joven de 13 años que las había engañado, y Blanca Leaneth Rodríguez Pérez, de 27 años, quien guarda prisión preventiva en la cárcel local de Malacatán, San Marcos. A las tres adolescentes que fueron obligadas a prostituirse se les restituyó a sus hogares, y Velásquez, la joven “enganchadora”, fue enviada al Hogar Seguro Virgen de la Asunción, un refugio para menores víctimas de trata administrado por la Secretaría de Bienestar Social.

Aunque muchas niñas son usadas como proxenetas para que recluten a otras menores, ellas también son víctimas.

El Fiscal Contra la Trata de Personas, Alexander Colop, enfatiza que la joven también es una víctima, a pesar de que engañó a sus amigas y estaba vinculada a una red de tratantes que surtía de menores de edad a los prostíbulos de la frontera sur de México.

Mientras que los padres de sus tres amigas inmediatamente acudieron al MP para denunciar la desaparición de sus hijas, nadie se preocupaba por averiguar el paradero de Velásquez cuando la joven no llegaba a dormir a su casa durante varios días consecutivos.

“Ella vivía con su mamá, quien tiene antecedentes de alcoholismo. Para la mamá, al parecer, era normal la forma en que desaparecía, lo cual no sucedía con las otras. Por eso está en un proceso de protección, ya que el Estado tiene el deber de ver por qué ella desaparece y nadie responde por ella. Ese es un derecho humano de la niña que fue violentado y ahora el Estado se lo tiene que restituir”.

“Ella sabía a lo que iban a ser sometidas las otras tres víctimas, pero quiere regresar a hacer lo mismo. Por eso, en el hogar se le está dando una orientación psicológica para hacerle ver que lo que está haciendo está mal, aunque está costando un poco que acepte el tratamiento. Pero a pesar de todo, es una víctima, porque estas personas (los tratantes) se aprovechan de ella y si no la tomáramos como víctima seguiríamos insistiendo más en meterla en esa situación”, explica Colop.

Redes trasnacionales

Colop afirma que quienes utilizaron a esta joven para “enganchar” a sus amigas y obligarlas a prostituirse pertenecían a una red transnacional que opera en Guatemala y México, por lo cual las autoridades de ambos países están investigando el caso de manera conjunta.

Como parte de la investigación, el MP buscará establecer si esta red se dedica exclusivamente a la prostitución de menores o si también está involucrada en otros delitos como el tráfico de migrantes y de drogas. Aunque no cuenta con datos precisos, Colop calcula que un 10 por ciento de las redes de prostitución de menores en Guatemala son organizaciones transnacionales mientras que el 90 por ciento restante son organizaciones locales.

Según el MP, el 32 por ciento de las víctimas de trata registradas en Guatemala, en el 2013, eran menores de edad, pero se desconoce cuántas de ellas han sido utilizadas como “enganchadoras”, de tal manera que Colop no se atreve a decir si es un fenómeno que va en aumento. Lo que sí está claro, asegura el fiscal, es que las redes de trata recurren a esta estrategia por dos motivos: primero, porque una adolescente puede ganarse la confianza de otras jóvenes con mucha más facilidad que un adulto, y segundo, porque bajo la ley guatemalteca una menor es inimputable y es tratada como una víctima y no como una integrante más de la red de trata, como ocurrió en el caso de Jennifer Velásquez.

Operan en colegios

En cuanto al caso hondureño, Casa Alianza, un refugio para niñas y adolescentes víctimas de explotación sexual, ha documentado un creciente número de niñas en Tegucigalpa y San Pedro Sula, que “enganchan” a sus compañeras de colegio y algunas han llegado al extremo de amenazar a otras estudiantes para obligarlas a prostituirse. Un agente investigador del Ministerio Público que pide reserva de su nombre, admite que “no es una nueva modalidad” pero como la mayoría de estos casos no se denuncian, resulta difícil documentar el fenómeno y establecer si es una tendencia que va en aumento. “Lo que ha pasado frecuentemente es que recuperamos a una niña de una red y meses después tenemos información de que anda haciendo lo mismo. Es una consecuencia de la explotación sexual que ha sufrido esa víctima, del mundo en el cual se ha desempeñado, de la falta de oportunidades y de la necesidad”, concluye el investigador.

Los expertos entrevistados en ambos países coinciden en que la metamorfosis de una adolescente de víctima a victimaria obedece a una dinámica de poder. “Me da poder, me hace sentirme importante, ahora soy la jefa que capta a las niñas. Vamos por rangos; a mí se me está pagando para que capte niñas pero hay una persona antes que yo. Como ya no voy a estar siendo explotada sexualmente, ya no me voy a tener que exponer. No voy a tener relaciones sexuales con esos hombres; mi nivel va a ser que solo capto y me pagan, entonces, con eso voy a poder tener otro nivel de vida”, explica Ninoska Coello Amador, la coordinadora del equipo de salud integral de la ONG hondureña Casa Alianza.

Hasta visitan albergues

Leonel Dubón, director del Refugio de la Niñez, una ONG guatemalteca que acoge a niños y adolescentes en riesgo de violencia sexual, explotación y trata, afirma que la organización ha constatado un promedio de 10 a 15 casos anuales de jóvenes entre 14 y 16 años que ingresan al albergue con el objetivo de reclutar a otras menores para las redes de trata. “Entran y salen de las distintas instituciones para identificar a qué chicas pueden explotar sexualmente”, asegura Dubón.

Usan a niñas como ‘reclutadoras’ para el comercio sexual -2Los líderes de las redes envían a las ‘reclutadoras’ a los albergues para jóvenes en riesgo social. Foto: La Tribuna.
Ninguna de estas jóvenes “enganchadoras” ha actuado bajo coacción sino que se trata de adolescentes que están fuertemente involucradas en las redes de trata, muchas han pertenecido a pandillas, y muestran síntomas de un profundo daño psicológico que las ha llevado a victimizar a otras menores. “La naturaleza humana muchas veces nos llama a repetir ciertos patrones de sufrimiento. Cuando somos sometidos a presiones muy fuertes en la vida, muchas veces la mente humana lo que hace es tratar de provocar el mismo sufrimiento a una tercera persona. Como su autoestima está mucho más deteriorada, pasan de ser víctimas a convertirse en victimarias, lo cual, desafortunadamente, les provoca cierto placer”, afirma Dubón.

El director del Refugio de la Niñez explica que hoy en día “hay muchas más niñas en el “mercado”, lo cual hace que (las redes de trata) tengan más posibilidades de reclutar adolescentes que en algún momento pertenecieron a maras o cuyos problemas sociales son tan fuertes que para ellas es muy fácil acomodarse a una estructura de crimen organizado asociada a la trata de personas”.

Trabajan bajo amenazas

La guatemalteca Carolina Escobar Sarti, directora de Asociación La Alianza, un refugio para niñas y adolescentes víctimas de explotación sexual, coincide con Dubón. “Hay unas (adolescentes) que inconscientemente se alivian cuando otras están en su misma situación. Además, hay una identidad de grupo que se va fortaleciendo de esta manera”, afirma Escobar.

Agrega que en muchas ocasiones, estas adolescentes han sido obligadas a reclutar a otras bajo amenazas. “Les dicen que van a matar a sus hijos, a sus hermanitos o a su mamá. Aunque tengan sentimientos de culpa por enganchar a otras, están reaccionando al temor. Lo peor que les puede pasar es que les digan que le van a hacer daño a sus mamás y hermanitos”, explica Escobar. En otros casos, es tan profundo el daño psicológico que han sufrido las adolescentes víctimas de trata, que consideran las actividades en las cuales son obligadas a participar como “normales”, de manera que reclutar a sus hermanas, primas o amigas les parece tan inocuo como ayudarlas a encontrar trabajo en un restaurante de comida rápida.

Escobar dibuja el perfil de las “enganchadoras”: adolescentes entre 13 y 18 años, que a pesar de su corta edad son las más experimentadas de la organización. El reclutamiento, asegura la directora de Asociación La Alianza, ocurre siempre en el entorno inmediato de la menor, por ejemplo, en la escuela o en la colonia donde vive. “El uso de jovencitas para la captación de otras niñas se empieza a ver como una tendencia durante los últimos años. Lo estamos viendo como un fenómeno, pero no hay cifras”, asegura Escobar.

El surgimiento de niñas proxenetas ha generado alarma entre las autoridades defensoras de la niñez, despertando el interés de la prensa regional, tal es el caso de los periodistas que participan en la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas del International Center for Journalists (ICFJ), en alianza con CONNECTAS, en el marco de la cual se realizó este reportaje.

*Este reportaje fue realizado por Claudia Mendoza para La Tribuna de Honduras en el marco de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas del International Center for Journalists (ICFJ) en alianza con CONNECTAS.

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