Odebrecht, un arma que todos utilizan

Todo el arco político acusa a sus rivales de tener relación con Odebrecht. De qué manera la impunidad consiste en una sola cosa: en que todos son responsables. Con lo cual, nadie paga. 

Por José María Torrijos Legazpi.

El 28 de julio de 2017, Roberto Einsenmann, empresario y miembro fundador de La Prensa, aseguró en una entrevista televisiva con Álvaro Alvarado, el noticiero matutino de televisión abierta de mayor audiencia, que sí se dio una reunión entre el presidente Juan Carlos Varela y el hombre de Odebrecht en Panamá, André Rabello. Y dijo que allí, ambos habían acordado protegerse. 

“Hay un punto de la entrevista [de El País a Rodrigo Tacla Durán] que yo sí puedo certificar que es cierta, que es donde dice que André Rabello se reúne con Varela y logra la promesa de que la procuradora de Panamá no vaya a cooperar con los fiscales de Brasil. En ese caso yo estuve involucrado. Yo visité a la Procuradora por unos contactos que tengo en Brasil, diciéndole que estaba pasando de tapadera y eso era un peligro para el país. Eso mismo se lo transmití al presidente de la República. Me consta que por año y medio no hicieron ninguna cooperación con los fiscales de Brasil”, dijo Eisenmann.

Curiosamente, las declaraciones de Eisenmann –una figura de alto prestigio en la opinión pública panameña, recordado por su vinculación a la Cruzada Civilista y su lucha por la democracia– pasaron prácticamente desapercibidas. 

 

Hay muestras de una relación entre Rabello y Varela. Una de las más conocidas es la fotografía de agosto de 2014 de Rabello, Varela y el expresidente Otto Pérez Molina (condenado por corrupción en su país en el caso “La Línea”) en la estación Lotería de la línea 1 del Metro. Rabello le estrecha la mano a Pérez Molina, mientras Varela los observa.

Podrá ser mera especulación, pero la cronología de hechos genera suspicacia en muchos: “Mira la vaina: Lo de Odebrecht explota en 2015. Rabello era el gerente en Panamá y el Ministerio Público no lo manda a buscar hasta principios de 2017, cuando ya todo el mundo sabía que no estaba aquí. ¡Lo dejaron huir!”, comenta un abogado que prefiere la reserva de su identidad. 

Por si fuera poco, para acrecentar la incredulidad, en septiembre de 2016 los fiscales brasileños que llevaban las investigaciones de Odebrecht reclamaban la falta de colaboración del Ministerio Público panameño, que solo había atendido uno de los nueve puntos de su solicitud de información. 

Para apagar el fuego, al mes siguiente, en una cumbre de fiscales de la región que se organizó en Brasil con la intención de unificar criterios y establecer una línea entre todos los países involucrados, Kenia Porcell y las autoridades del país suramericanos firmaron un nuevo acuerdo de colaboración. La delegación de Panamá fue duramente criticada por los locales, al considerar que no tenían un plan de acción ni estaban organizados para manejar un caso de la complejidad de éste. 

Información sobre el caso Odebrecht existe (lo dicho por los informantes a los fiscales panameños, lo dicho por otros directivos de la constructora a las autoridades de Brasil, las publicaciones de los medios y las declaraciones filtradas, la investigación de Estados Unidos) ; pero quienes la manejan, la utilizan como un recurso para la extorsión o como una salida de emergencia cuando el agua les llega más arriba del cuello. 

Un claro ejemplo es el de José Raúl Mulino: A menos de un mes de las primarias presidenciales de Cambio Democrático, intentó defenestrar la candidatura de su principal rival, el que marca de primero en las encuestas, embarrándolo en el escándalo más sucio de la historio del país, en el nombre que nadie quiere pronunciar.  La información como última carta. 

A finales de julio de 2018, José Raúl Mulino, precandidato presidencial de Cambio Democrático, acudió al edificio Avesa, sede de las fiscalías anticorrupción del Ministerio Público, para brindar información sobre la supuesta vinculación de Rómulo Roux, su más fuerte rival en el proceso interno del colectivo opositor, con Odebrecht y la trama de corrupción. Tanto Mulino como Roux ocuparon diversos cargos en el Gabinete de Ricardo Martinelli entre 2009 y 2014. 

Según Mulino, tiene información que confirma que Roux recibió dinero sucio de parte de la constructora brasileña, y deseaba reunirse con los fiscales para informarles de lo que él sabía. Mulino, quien no llevaba consigo ningún documento u otro tipo de prueba, no fue atendido por ningún funcionario, al parecer, porque llegó de manera imprevista y no tenía cita; sin embargo, dijo que volvería al lugar para declarar lo que sabe.  Ni Mulino ni el Ministerio Público han informado si esa reunión se dio posteriormente. 

Hasta ahora, el nombre de Roux no había sido vinculado a Odebrecht ni a ninguno de los otros casos de corrupción relacionados con la administración de Ricardo Martinelli. Según Mulino y otros precandidatos a la presidencia de Cambio Democrático, no ha habido nada en su contra, por su vínculo familiar con Juan Carlos Varela, que es su tío. 

Sin embargo, en las últimas semanas, el Ministerio Público comenzó a señalar a Roux, ya que Mónica Moura –esposa del publicista Joao Santana, quien trabajó la campaña de José Domingo Arias–, declaró a las autoridades de Brasil que Roux firmó, en representación de su colectivo, contratos con una las sociedades de Santana. 

Ante esto, se solicitó el levantamiento del fuero penal electoral de Roux para poder investigarlo y llamarlo a rendir declaración; no obstante, el Tribunal Electoral, rechazó el pedido. 

El Ministerio Público tiene hasta 2019 para continuar sus averiguaciones. De ahí debe presentar las vistas fiscales para que se determine si existen suficientes elementos que ameriten el inicio de un juicio o no. ¿Será que la información que hasta ahora no ha llegado estará lista a las vísperas de un proceso electoral? 

A finales de julio de este año, Odebrecht publicó en el semanario Capital Financiero, un folleto de más de diez páginas, intitulado “Panamá #NuestroCompromiso” en el que la compañía muestra a sus nuevos directivos, los cambios en su organización, la nueva estructura de la compañía (a nivel regional y en Panamá); así como un análisis de su impacto económico y social en Panamá 

Además de las palabras del nuevo director general en el istmo, Pedro Pinheiro, quien asegura que la compañía aprendió la lección y no repetirá sus errores; el documento recoge algunos testimonios de sus colaboradores, los logros de su responsabilidad social en las comunidades donde trabajan; el avance de las obras estatales que manejan actualmente; y, por último, cierran con recortes de algunas publicaciones (nacionales y extranjeras) que destacan cómo se ha reestructurado Odebrecht después del escándalo. 

Actualmente, la compañía trabaja en cuatro megaobras estatales: la renovación urbana de Colón, la línea 2 del metro de Panamá, la expansión del aeropuesto de Tocumen, y la revitalización de los espacios públicos del municipio de Panamá. 

A pesar de los escándalos, de que el Gobierno intentó, infructuosamente porque no había asidero legal, de prohibirle a la compañía participar en licitaciones estatales, y de la mala fama; Odebrecht estima que este año facturarán $661 millones, tres veces la multa que deben pagar en diez años al Estado panameño. 

Al final, parece, en esto quedará todo: pedir perdón, un par de publicaciones que le laven la cara a la compañía, y el silencio cómplice de todos. Así es como se teje la impunidad.