Ni Guatemala, ni Honduras están tratando de prevenir la muerte de OMOA

Cada invierno, el río Motagua arrastra toneladas de basura desde Guatemala hacia las costas del mar Caribe en Honduras. Fueron 3000 toneladas entre 2015 y 2016, que frenan el turismo, la economía y provocan contaminación y enfermedades.

Vista del basurero de la zona 3 ciudad de Guatemala, desde el Cementerio General. El basurero y relleno sanitario de la Municipalidad de Guatemala esta ubicado entre las zonas 3 y 7. A su fondo corre el Rio Negro que se une en Santa Cruz Chinautla con el Rio de las Vacas y Rio Tzalja. Foto: Luis Soto.

Omoa es una ciudad pequeña en la costa del Caribe centroamericano, al norte de Honduras y a poco más de 300 kilómetros al oeste de Guatemala. Hasta hace algunos años, Omoa era un típico paraíso caribeño y era famosa por la Fortaleza de San Fernando —el más grande bastión español de América Central—, los pescadores —unos 600 que sacaban unas dos mil libras de pescado— y la gastronomía —platos típicos como machuca, sopa de caracol, pescado frito—. Ahora, en días de semana se parece más a uno de esos pueblos fantasmagóricos enterrados en la pobreza y el olvido, que al pueblito de encanto que atraía a un millón de turistas hasta principios del año 2000.

En dirección a la frontera, a orillas de uno de los ríos que rodean a Omoa, el Motagua, está el principio de la explicación de su ruina: una extensa alfombra de basura llega a cubrir la playa cada invierno, puntualmente, y permanece allí por lo menos cuatro meses.

El Motagua arrastra basura desde antes de ser el Motagua: el río Las Vacas recibe todas las aguas servidas de la Ciudad de Guatemala, las desplaza por Chinautla y continúa por municipios de la región metropolitana —Chuarrancho, San Pedro Ayampuc, San Raimundo—, hasta desembocar en el mar Caribe, y en playas como las de Omoa. O las de Roatán, esa isla paradisíaca que fue noticia el año pasado cuando la basura copó sus costas.

En Omoa, la basura puso en peligro al medio ambiente y también repercutió en la salud de los habitantes. Un diagnóstico de las aguas indicó que apareció “cromo hexavalente”, un compuesto tóxico del metal cromo en estado de oxidación que puede provocar desde daños en el hígado, problemas reproductivos y de desarrollo, hasta cáncer. Pero el río sigue corriendo y, con él, cada invierno llega la basura a Omoa: 3000 toneladas en 51 kilómetros de playa entre 2015 y 2016. En septiembre de 2017, y sólo en veinte días, se recogió el equivalente 420 camiones de basura.

También sumió al puesto en este aspecto de olvido. Donde alguna vez hubo arena, aún se encuentran jeringas, bolsas de sangre, plasma, frascos con medicinas vencidas, sueros y vendajes.
—El panorama cautivador de Omoa ha tenido un drástico cambio —dice Emérito Reyes, un maestro de la Escuela Internacional de Marinos y viejo vecino de Omoa—. La gente no quiere bañarse entre escombros y basura contaminada.
Las autoridades de Omoa han tocado puertas desde 2014. Ese mismo año, la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (SERNA) y la Procuraduría General de la República avisaron que pedirían a Guatemala la ejecución de acciones para frenar la contaminación de las costas hondureñas. En 2016 las autoridades de ambos países se sentaron a blanquear el problema. Pero hasta ahora, todo sigue igual.

Ahora, Guatemala promete que comenzará a tomar medidas el próximo mes de junio, con la construcción de un centro de acopio que captaría la basura que flota en el río Motagua. En 2019, entrarían en funcionamiento plantas de tratamiento de desechos en las comunidades guatemaltecas que contaminan el Motagua.

Los habitantes de Omoa esperan que el problema se solucione para que este juego interminable llegue a su fin y no continúe el deterioro del patrimonio natural y ecológico en el municipio.

Habrá que ver si el próximo invierno, como cada uno de los últimos, la basura vuelve al cauce del Motagua desde Guatemala hacia las costas del mar Caribe en Honduras, y, con ella, el deterioro, la contaminación y las enfermedades.

Vea AQUÍ especial de un recorrido que inicia en el centro de Guatemala y termina en una ciudad con apariencia de pueblo en decadencia.

 

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