Por Santiago Navarro F., miembro de la Comunidad Periodística de CONNECTAS.

Las tierras de Magdalena Ocotlán, un pequeño pueblo en el sur de México, son fértiles y ricas en oro y plata. Aquí la mayoría de las mujeres se dedica a bordar, hacer tortillas y comerciar los cultivos que sus esposos producen en las tierras comunales. En mayo, la administración de Andrés Manuel López Obrador lo incluyó en la lista de ‘Municipios de la Esperanza’, 324 territorios que podían continuar con sus actividades económicas por no registrar casos de covid-19. 

La esperanza duró poco en Magdalena Ocotlán. Este municipio oaxaqueño, al igual que su vecino San José del Progreso, registró su primer contagio un poco después de que la Compañía Minera Cuzcatlán –filial de la canadiense Fortuna Silver Mines– reiniciara sus actividades el 27 de mayo. Esto debido a que desde el 13 de ese mismo mes el gobierno federal catalogó como “actividades esenciales” la industria automovilística, la de construcción y la minería. Sectores que cuentan con todo el respaldo del gobierno para continuar con sus operaciones.

Desde ese momento, una terrible desconfianza asaltó al pueblo. “Porque viene gente del extranjero, del norte del país y de otras ciudades”, señaló preocupado el campesino Felipe Martínez. Algunos habitantes del pueblo también trabajan en la mina. De hecho, según autoridades de la comunidad la persona contagiada era la madre de un empleado local de la mina que murió por causa del virus, y afirman que hay otros casos dentro de la compañía que están siendo ocultados.  Aunque los filtros sanitarios y el protocolo implementado durante la cuarentena se mantienen, ya nada les asegura que la covid-19 no se propague.  

Cultivos de maíz de Magdalena Ocotlán se ubican a menos de trescientos metros de la minera Cuzcatlán. Foto por Santiago Navarro F.

De los 324 ‘Municipios de la Esperanza’ ya no quedan más de 40 sin casos de covid-19. El Estado de Oaxaca, el tercero más pobre del país, ya rondaba los 10 mil contagios y las 800 muertes por el coronavirus al 26 de julio. México es hoy el cuarto país con más muertes por covid-19 en el mundo y el sexto en número de contagios. La historia de Magdalena Ocotlán es la de un pueblo que resiste al abandono y, ahora, a las medidas implementadas por AMLO para reactivar la economía por encima de la salud. 

¿Pruebas para covid-19? ¿ventiladores? nunca llegarán a estas comunidades, porque ni en las principales ciudades de Oaxaca cuentan con lo necesario para contener el rápido aumento de contagios y muertes por el coronavirus. Hay municipios con más de una veintena de muertos que no aparecen en las cifras, porque simplemente consideran una pérdida de tiempo informar. Mientras esto sucede, en plena pandemia, la ciudad de Oaxaca fue galardonada como la mejor ciudad turística del mundo en el concurso The World’s Best 2020, de la revista Travel + Leisure. También ganó con su típico platillo, la tlayuda, la encuesta de Street Food Latinoamérica de Netflix. 

Minera Cuzcatlán mantiene operaciones en medio de la pandemia de la Covid-19. Foto por Santiago Navarro F.

A menos de una hora de la turística capital de Oaxaca, los campesinos de Magdalena Ocotlán se enfrentan a un doble reto: protegerse de la pandemia y de los efectos de la “actividad esencial” de la minería. El pasado 10 de julio notaron que el agua de una de las presas que construyeron para captar el agua de lluvias estaba contaminada. Una sustancia rojiza pintaba las aguas antes cristalinas y una lama blanca que flotaba en la superficie despedía un olor fétido. Al parecer esta extraña sustancia fue arrastrada por los escurrimientos de la lluvia de la de la presa de jales de la minera, lo que significa que también los cultivos pueden estar contaminados.

Sustancia que ha contaminado el agua de las piletas de dónde bebe agua el ganado de los campesinos de Magdalena Ocotlán. Foto por Santiago Navarro F.

Un viejo temor revivió entre los habitantes del pueblo. No era la primera vez que sus aguas se veían afectadas por las actividades de Cuzcatlán, que opera a menos de 300 metros de las represas de agua y los cultivos de maíz del pueblo. Aunque solo fue registrada una contaminación en 2018, han encontrado pigmentaciones extrañas a orillas de los arroyos. “Ya es la tercera vez que registramos una contaminación visible. Pero tenemos la seguridad de que hay otras formas de contaminación que aún no hemos identificado. Por eso ya no tomamos agua de nuestros pozos y aunque es muy cara el agua purificada, ahora todos la compramos”, afirmó Olivia Sánchez, regidora de ecología en Magdalena Ocotlán. 

Según el director de Cuzcatlán, Luis Camargo, la minera “extrae 8 millones de onzas de plata y 50 mil onzas de oro al día”. Es uno de los tres proyectos mineros en fase de explotación en Oaxaca, de 355 concesiones mineras que hay en este estado. Dos concesiones activas se encuentran en el territorio de Magdalena Ocotlán y son filiales de Fortuna Silver Mines. Junto con el proyecto de Gold Resource Corporation, explotan un área de 120.000 hectáreas. 

Quizás el nivel de contaminación en está ocasión no se compara con el derrame de la presa de jales de la misma minera ocurrida en octubre del año 2018; pero es suficiente para alertar a los pobladores de Magdalena Ocotlán. Ese año, según la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), el desborde se esparció a lo largo de aproximadamente cuatro kilómetros sobre el cauce del arroyo El Coyote, cuyas aguas desembocan al río Magdalena, y éste, a su vez, al río Atoyac. Esto afectó directamente al pozo de agua potable de Magdalena Ocotlán y es por ello que comenzaron a comprar agua embotellada.

El pasado 16 de julio las autoridades de la comunidad de Magdalena Ocotlán llevaron el agua contaminada ante la Profepa y la Comisión Nacional del Agua (Conagua), pero les dijeron que no cumplían con los requerimientos necesarios, por lo que ellos tomarían las muestras. Los funcionarios del gobierno tardaron siete días en llegar. 

Con toda razón, los habitantes de la comunidad dudan de las autoridades ambientales, porque se aprecia en sus dictámenes un cierto servilismo hacia la empresa. Tal y cómo sucedió con el derrame de 2018. “Nosotros detectamos irregularidades por parte de estas instituciones, quienes argumentaron que no contaban con la capacidad técnica. Entonces fue la empresa quien tuvo que hacer y pagar todas las pruebas para demostrar que no había contaminación”, compartió el abogado José Pablo Antonio, coordinador ejecutivo de Servicios del Pueblo Mixe, quien acompaña jurídicamente el caso de Magdalena Ocotlán. 

Aunque esperan la respuesta de la queja interpuesta ante Profepa y Conagua, los pobladores de Magdalena Ocotlán saben que su única opción es protestar y resistir. Intuyen que, si antes de la pandemia estas entidades alegaron no tener la capacidad técnica, esta vez la respuesta puede ser aún peor.

Autoridades tradicionales de Magdalena Ocotlán denuncian públicamente la posible contaminación de la Minera Cuzcatlán en la ciudad de Oaxaca. Foto por Santiago Navarro F.

En el 2018 la comunidad tuvo que movilizarse para obtener una respuesta por parte de las autoridades. Hoy, a pesar de los riesgos sanitarios que conlleva una protesta, los habitantes de este municipio también están dispuestos a hacerse escuchar. “Nos estamos preparando, porque no vamos a esperar más. Vamos a realizar movilizaciones y bloqueos de la autopista. Porque incluso, el presidente de la República se comprometió a mandar una comisión en el año 2019 para hacer una evaluación de las afectaciones y no mandó a nadie”, compartió el campesino Felipe Martínez.

Los campesinos están preocupados por esta contaminación en medio de la pandemia, pero también están enojados. Ellos recibieron en tres ocasiones a López Obrador en su comunidad y le expusieron la problemática de la contaminación, pero hoy sienten que les ha dado la espalda. “Nos sentimos traicionados, porque nos dijo que iba a resolver el problema y simplemente nos ignoró”, señaló la regidora de ecología.

Haber considerado a Magdalena Ocotlán como un territorio de la esperanza y al mismo tiempo la minería como una “actividad esencial” ha sido una burla para estos campesinos. Sin embargo, la resistencia de esta pequeña población frente a uno de los proyectos extractivos más grandes del estado sí constituye un símbolo de esperanza para muchos otros pueblos oaxaqueños que se oponen al avance indiscriminado del negocio minero.

Autor

Periodista, fotógrafo y documentalista, co fundador del portal de periodismo de investigación Avispa Mídia, colaborador de medio estadounidense Truthout y miembro destacado de la Comunidad Periodística de CONNECTAS. Licenciado en Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reconocido por la investigación; Indígenas Tupinambá recuperan tierras bajo una guerra de baja intensidad, en Brasil. Reconocimiento por la investigación, Rastros obscuros de la energía limpia en Oaxaca, México, publicado con Internews’ Earth Journalism Network. Ha realizado investigación sobre políticas de la economía verde, militarización y la reconversión energética en Latinoamérica

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Periodista, fotógrafo y documentalista, co fundador del portal de periodismo de investigación Avispa Mídia, colaborador de medio estadounidense Truthout y miembro destacado de la Comunidad Periodística de CONNECTAS. Licenciado en Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reconocido por la investigación; Indígenas Tupinambá recuperan tierras bajo una guerra de baja intensidad, en Brasil. Reconocimiento por la investigación, Rastros obscuros de la energía limpia en Oaxaca, México, publicado con Internews’ Earth Journalism Network. Ha realizado investigación sobre políticas de la economía verde, militarización y la reconversión energética en Latinoamérica