Durante el secuestro de periodistas de El Comercio hubo operaciones secretas para capturar a Guacho

El libro Rehenes, ¿Por qué ejecutaron a los periodistas de El Comercio? se presentó en Quito, Ecuador.

La obra es una investigación que durante nueve meses realizaron los periodistas Arturo Torres y María Belén Arroyo, en Ecuador y Colombia. Una de las principales revelaciones es que durante el secuestro de Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra, policías colombianos ingresaron a Ecuador para realizar barridos desde la frontera con la cooperación de uniformados ecuatorianos. Trataban de neutralizar a Guacho, entonces jefe del grupo disidente Oliver Sinisterra, que los plagió el 26 de marzo de 2018 en Mataje. El convenio de Pereira firmado entre los presidentes de ambos países, a mediados de febrero, establece la posibilidad de intercambiar información y de realizar operaciones conjuntas.

Por: Arturo Torres y María Belén Arroyo, especial para Connectas

“Solo nos dijeron que de un momento a otro los habían movido de la zona. Con la información preliminar de que iban a liberarlos, movilizamos aviones y helicópteros. Ese dato se manejó al más alto nivel, y se preparó un equipo especial para los traslados y los chequeos médicos”.

Por primera vez, el exministro del Interior, César Navas, quien lideró el comité de crisis durante el secuestro, admitió que, tras las primeras 48 horas, las autoridades supieron que los captores iban a liberarlos. Los detalles se publican en el libro “Rehenes: ¿Por qué ejecutaron a los periodistas de El Comercio?”. La investigación, que demoró más de nueve meses, se apuntala tanto en fuentes documentales como testimoniales, en Ecuador y Colombia.

Durante los dos primeros días del cautiverio, Javier Ortega, periodista; Paúl Rivas, fotógrafo; y Efraín Segarra, el conductor de la camioneta, no estuvieron encadenados y tuvieron cierto margen de movilidad. No se hallaban lejos del límite fronterizo.

La decisión de liberarlos fue conocida, en primera instancia, por las autoridades colombianas, la tarde del miércoles 28 de marzo de 2018. En Ecuador, el comité de crisis preparó la logística para recibirlos, y coordinó el desplazamiento del fiscal Christian Rivadeneira. Él confirmó que durante varias horas esperó en el Batallón de Infantería de Marina de San Lorenzo (BIMLOR); todo estaba listo para trasladarlos por vía aérea a Tachina, en Esmeraldas, y a Quito.

Pero la liberación, inesperadamente, se frustró. Los miembros del frente disidente Oliver Sinisterra desistieron de soltarlos. Según testimonios, tras constatar que se realizaban operaciones de tropas colombianas en la zona, los captores prefirieron internarse con los rehenes en la selva colombiana y no liberarlos, por falta de seguridad.

Entonces, las condiciones para los tres cautivos se endurecieron: con el paso de los días los encadenaron. Un factor actuó en su contra: el feriado de semana santa. El lunes 2 de abril, los captores enviaron el video casero, al canal de comunicación abierto a través del teléfono celular de los negociadores ecuatorianos. En él Javier clama: “Presidente Moreno, en sus manos están nuestras vidas”.

La noche del sábado 7 de abril de 2018, Walther Patricio Arizala, Guacho, habría cumplido su amenaza. Y habría ejecutado a los tres rehenes del equipo periodístico del diario capitalino.

Durante el cautiverio, los gobiernos de Ecuador y Colombia mantuvieron una discrepancia. El segundo no se mostraba a favor de negociar con la organización narcoterrorista. El primero no tenía experiencia en el manejo de una crisis de esa magnitud, pero se sentía presionado por familiares, amigos y colegas de los secuestrados para negociar. Estaba en una encrucijada.

El miércoles 4 de abril, el gobierno ecuatoriano encargó al comité de crisis desarrollar escenarios. Navas presentó las posibilidades: negociar el canje de rehenes, los tres cautivos a cambio de los tres hombres de Guacho detenidos en enero acusados por tenencia de explosivos; incursión para intentar liberarlos; liberación voluntaria; y asesinato de los rehenes.

La decisión política de canjear se adoptó el lunes 9 de abril, aunque las gestiones informales y contactos con autoridades judiciales empezaron cinco días antes. Un documento de la Policía confirma que las gestiones para el intercambio arrancaron oficialmente el martes 10 de abril.

Horas más tarde empezó a circular por redes sociales un comunicado firmado en las montañas de Colombia. Atribuido al frente Oliver Sinisterra y con el logo de las FARC-EP. En él se anunciaba la muerte de los cautivos, por incursiones y desembarcos de las tropas colombianas.

El inicio de la agonía

La escalada de violencia había empezado a fines de enero de 2018, con la explosión de un coche bomba en la parte posterior del cuartel de la Policía de San Lorenzo. Las semanas siguientes hubo media docena de ataques, con armas, hacia uniformados.

El 16 de marzo de 2018 fue allanada la casa de la mamá de Guacho en Mataje.  El disidente reaccionó con furia. En una emboscada con explosivos caseros, una patrulla de infantes de Marina fue interceptada el 20 de marzo en Mataje. Hubo cuatro víctimas mortales y más de diez heridos entre los uniformados.

Los hechos fueron cubiertos por los medios de comunicación. Diario El Comercio enviaba desde Quito equipos de cobertura, sistemáticamente, desde el estallido en San Lorenzo.

Javier Ortega, Paúl Rivas, y Efraín Segarra, llegaron para una asignación periodística en la zona el último domingo de marzo a San Lorenzo. El lunes 26 pasaron hacia Mataje, con autorización del Mando Único, que desde inicios de marzo estaba a cargo de la seguridad en los dos cantones más conflictivos de Esmeraldas.

Ellos buscaban hacer tomas y entrevistas en ese poblado, según coinciden varios testimonios. No querían pasar a Colombia. En Mataje, un disidente les pidió bajarse de la camioneta. Otro les engañó y para ganar su confianza les dijo que iban a acompañarles para que entrevistaran a Guacho. Ese fue el inicio del secuestro y su último viaje periodístico.

Las operaciones combinadas

Durante el cautiverio, miembros de unidades élite de la policía de Colombia habrían ingresado a Ecuador para realizar barridos, desde el norte de Esmeraldas, y tratar de capturar en territorio colombiano a Walter Arizala, Guacho, líder disidente del Frente Oliver Sinisterra. Las operaciones se realizaron, incluso, durante el secuestro de Ortega, Rivas y Segarra, entre marzo y abril de 2018, según los testimonios de varios policías y altos jefes entrevistados, cuya identidad está protegida.

El entonces ministro del Interior, César Navas, quien estuvo al frente del comité de crisis integrado por el plagio del equipo de El Comercio, negó cualquier operación conjunta desde suelo ecuatoriano. Las incursiones de las fuerzas colombianas y la negociación fallida para el intercambio de los tres hombres de Guacho por los trabajadores del diario quiteño, al parecer, desencadenaron su asesinato.

El canje de los secuestrados fue un fiasco 

El gobierno de Lenín Moreno inició formalmente el canje de los tres hombres de Guacho por los dos periodistas y el conductor de El Comercio demasiado tarde, cuando ya todo estaba consumado. Información recabada por varias fuentes indica que los tres trabajadores del diario capitalino fueron asesinados el 7 de abril. Ese día, Guacho dejó de comunicarse con los negociadores de la Unase, que no le ofrecieron datos concretos sobre cuándo sería la liberación. Tampoco conocían la situación legal de los procesos judiciales de los disidentes detenidos en Latacunga ni que el proceso abreviado para sentenciarlos estaba en marcha. El personal de la Unase que chateaba con el cabecilla de los disidentes informaba vagamente de los avances del canje. El comité, dirigido por César Navas, fue desbordado por la crisis. Los ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores permanecieron ajenos, especialmente María Fernanda Espinosa, dedicada a promocionar su candidatura a la asamblea de la ONU.

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