Censura y demandas judiciales amenazan el ejercicio del periodismo

Periodistas de Afganistán, Nigeria, Bangladés, Turquía, Guatemala, Camboya y Ucrania narraron el frágil momento que está viviendo la libertad de prensa en sus países, donde la violencia y la corrupción busca silenciar sus investigaciones y restringe la libertad de sus colegas.

Foto: Knight Center for Journalism in the Americas

Por Gabriela Verdezoto Landívar, miembro de #CONNECTASHub 

“Yo tengo 17 años ejerciendo el periodismo y nunca he estado tan deprimida y asustada”. “El periodismo, en su formato actual, está muriendo”. “No quieren que investiguemos la corrupción”. Estas fueron algunas de las reflexiones que dejaron siete periodistas de Afganistán, Nigeria, Bangladés, Turquía, Guatemala, Camboya y Ucrania, quienes contaron lo que enfrentan junto a sus colegas en países cercados por la censura, violencia y judicialización del periodismo.

Sus voces fueron parte del conversatorio Presentaciones relámpago sobre el estado de los medios en el mundo, que se desarrolló el pasado 14 de abril en el 24° Simposio Internacional de Periodismo Online (ISOJ), un programa del Centro Knight para el Periodismo en las Américas.

Afganistán y Nigeria

Fahim Abed, periodista independiente y ex reportero de The New York Times en Kabul, habló de la censura e interferencia que existe en los medios de Afganistán desde que el gobierno Talibán llegó al poder. Con canales, radios y diarios cerrados, restricciones laborales y periodistas perseguidos o torturados, muchos de sus colegas han sido obligados a exiliarse con su familia. 

“El 75 % de los medios de comunicación han cerrado. Tengo colegas que han decidido renunciar al periodismo y dedicarse a ser panaderos por miedo a represalias (…) Perdimos nuestras carreras y nuestro país”, dice Abed, quien insistió en denunciar que el mundo guarda silencio ante lo que ocurre en su país porque “lo que sucede allá ya no es interesante”.

En Nigeria, en cambio, los medios de comunicación tradicionales han cedido ante el poder. Adefemi Akinsaya, corresponsal internacional y presentadora de Arise News, denunció que en su país existen organizaciones que manejan la comunicación para reconstruir la imagen de personas o entidades relacionadas con el poder. “No ganamos bien. Por eso, suelen incitar a colegas a intercambiar pagos importantes por historias favorables que convienen al gobierno”, contó la periodista.

Nigeria se ubica en el puesto 129 de 180 países en el ranking de libertad de prensa, pero Akinsaya cree que hay esperanza de denunciar la corrupción a través de los nuevos formatos y tecnología.

En octubre de 2020, en este país africano hubo fuertes manifestaciones, con decenas de fallecidos por la represión policial. Los medios independientes decidieron cubrir los acontecimientos por redes sociales, favoreciendo el acceso a la información a audiencias más jóvenes y contrarrestando la labor de los medios tradicionales que “solo cubrían los intereses del poder”, relató Adafemi.

Bangladés y Turquía

Sheikh Sabiha Alam, reportera senior de Prothom Alo en Bangladés, hizo un recuento de lo que han vivido ella y sus colegas por cubrir noticias que no eran convenientes al poder, como el caso de un periodista que fue sacado a fuerza de su casa y procesado por calumnias y delitos contra la seguridad digital, luego de publicar una historia sobre la subida del precio de los productos básicos. O el caso de otro compañero al que desconocidos le rompieron las costillas tras reportar el robo de un terreno. Ella misma sufrió de seguimiento y acoso cuando se divulgaron conversaciones delicadas que había mantenido con su padre. 

Los periodistas sufren acoso, pero también una campaña de desprestigio, persecución judicial y discursos que fomentan la hostilidad contra los medios de comunicación independientes, al punto que la población “ya no confía en nosotros entregándose a las redes sociales que dan paso a la desinformación” 

De acuerdo con Reporteros Sin Fronteras, en 2018 la Comisión Reguladora de Telecomunicaciones de Bangladés bloqueó 54 plataformas web de noticias independientes y de oposición. En los últimos años, además, se han detenido a más de 200 periodistas con el supuesto argumento de vulnerar la ley de seguridad digital. 

Sheikh Sabiha Alam dijo que esa es una excusa que ha servido para silenciar a columnistas y periodistas y que, en los 17 años que lleva ejerciendo el oficio, nunca ha estado tan deprimida y asustada como ahora. “Las familias prefieren que a los manifestantes o a los periodistas los arresten a que los secuestren. Al menos, si son detenidos, saben dónde están”. añadió. 

Por su parte, Pinar Ersoy, editora de la BBC Monitoring en Estambul, Turquía, explicó que en su país existe una alta tasa de detención y judicialización de periodistas. Incluso algunos temas no son cubiertos para evitar hostigamiento o presiones económicas en su contra. Colegas suyos han optado por informar a través de medios digitales, pero tienen una complicación: los sitios web deben pasar por el filtro de una plataforma nacional. “No es inusual que medios digitales sean hackeados” agregó Pinar.

Camboya, Ucrania y Guatemala

Según un informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) del 2022, en Camboya los periodistas están sometidos a acoso, presión y actos de violencia. Se han creado leyes ambiguas que otorgan poderes discrecionales al gobierno para censurar y controlar la información. Según este documento, las mujeres periodistas en Camboya enfrentan también violencia de género.

Bopha Phorn, periodista independiente radicada Phnom Penh, confirmó la imposibilidad de trabajar en plataformas digitales porque todos están controlados por el gobierno y que, entre los medios tradicionales, son pocos los que no se han inclinado al discurso oficial o han cerrado sus puertas.

“Desde hace 21 años reporteo en Camboya. Me han golpeado, me han amenazado (…) el mensaje es claro: no publiques una nota contra el gobierno (…) En Camboya estamos viviendo la muerte de la prensa libre” dijo entre lágrimas, pero insistió en que no dejará de hacer periodismo.

La prensa en Ucrania, en tanto, se enfrenta a la guerra y la censura.

“Mi colega tenía un sueño: lograr una foto que pudiera parar la guerra. Estuvo ocho meses desaparecido y se le encontró muerto, boca abajo, en un lugar en el que lo habían bombardeado y disparado”.

Recordó Taras Prokopyshyn, editor y CEO de The Ukrainians Media, y le dedicó unas palabras a sus colegas detenidos y a los que se mantienen en primera línea, arriesgando sus vidas.

Prokopyshyn explicó que, a la par, existen censuras internas que bloquean las investigaciones de corrupción a políticos ucranianos y miembros del Ministerio de Defensa. “No hay publicidad, no hay suscripciones, algunos medios viven de organizaciones caritativas” relató.

De igual forma, en Guatemala, el veto al periodismo ha escalado a niveles dramáticos, pero de la mano de la judicialización del oficio. José Zamora es director de comunicaciones e impacto de Exile Content, e hijo del también periodista José Rubén Zamora, quien lleva más de 200 días en prisión acusado de blanqueo de dinero, chantaje y tráfico de influencias. 

Zamora explicó que esa es la práctica de censura: el terrorismo fiscal, el hostigamiento, utilizando demandas y leyes para callarlos o mantenerlos ocupados en defenderse. El mensaje que quiere dejar el oficialismo -dice- es que “ser periodista es un delito”. “Primero atacan al periodista en su libertad, luego a través de amenazas de muerte y ahora han ido perfeccionando el manual de represión” añadió.

A pesar del panorama de represión contra la libertad de expresión en diferentes países, Zamora aseguró que la persecución ha fortalecido la unión de los periodistas que, en vez de solo competir por las primicias, ahora se están juntando en redes nacionales e internacionales para denunciar la corrupción.

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