La historia de un coyote retirado

Cuando era un niño, ‘Pedro’ ayudaba a sus padres a pasar las vacas de un lado al otro del terreno que cuidaban, en el sur del Ecuador. Esta anécdota, ahora es la perfecta analogía con lo que fue su oficio, el tráfico de migrantes ilegales que partían desde Ecuador hacia los Estados Unidos, a quienes, además, cobró miles de dólares.

historia de un coyote
El Tiempo de Cuenca

PEDRO: “Son lo mismo, son como animales. Hay que llevarlos de un lado a otro con los polleros”.

Cuando cumplió 17 años, Pedro viajó por primera vez al país norteamericano como migrante ilegal. Esto con el fin único para conocer la ruta. Para esto, alguien ya le ofreció entrar al negocio redondo del coyoterismo.

PEDRO: “Este es un negocio familiar. Todos nos conocemos entre todos. Nadie que sea coyote puede estar de incógnito o pasar desapercibido”.

Su travesía, la que cumplió por primera vez hace 29 años, fue totalmente por tierra. Inició en el sur del Ecuador hasta llegar a Guayaquil, luego le tocó atravesar la selva colombiana para llegar a Centroamérica. Desde aquí el camino era directo para llegar a México y finalmente pasar al lado gringo.

Pero como su viaje tenía el objetivo de iniciarlo en el negocio, Pedro hizo contactos en Honduras y Nuevo Laredo.

Tardó dos años en llevar a su primer cliente. Él lo acompañó hasta México y en Tamaulipas, en un hospedaje conocido por los coyotes como el ‘gallinero’, su trabajo de coyote dio un giro inesperado. Las grandes organizaciones internacionales de trafico de migrantes ilegales le dieron su iniciación.

PEDRO: Fui a paga al ‘pasador’, estaba ‘triqueado’. Me recordó que no le hiciera pendejadas y por último me iniciaron, a su estilo, en el negocio. No puedo contar lo que me hicieron ese día.

Desde ese día, Pedro se convirtió en un ‘legítimo’ coyote. Llevaba a la gente desde las provincia del sur del Ecuador hacia la costa, unos 394 kilómetros,  y luego los embarcaba a Centroamérica.

Con el tiempo, le tocó buscar una ruta más segura, por eso de los naufragios de migrantes que se pusieron de ‘moda’ en aquella época.

Pero la nueva ruta que hacían los migrantes de Pedro tenía mayores riesgos. Estaba plagada de grupos antiinmigrantes, de brazos armados de narcos y varias redes de extorsión.

PEDRO: Es un círculo. Los migrantes nos necesitan para pasar, necesitan al chulquero para sacar la plata, necesitamos a los narcos y a las bandas armadas para pasarlos. Después, los narcos necesitan su pago, nosotros necesitamos nuestro pago, los chulqueros necesitan su dinero, los migrantes necesitan pasar.

Del coyoterismo, Pedro tuvo casas, terrenos, autos y medio millón de dólares en sus cuentas bancarias.

La suerte no lo acompañó. Pedro fue apresado y como parte de su caída lo perdió todo, a pesar que el primer año que estuvo preso continúo mandando a migrantes hacia los Estados Unidos.

PEDRO: Tuve que devolver varios bienes a la familia de un migrante que no logró pasar, también me tocó medirme con los usureros y cubrir su dinero. Además, me quitaron todo lo que no pude justificar como ingreso legal. Y, bueno, el resto del dinero lo gasté en alcohol y una vida de lujos y excesos.

Pedro estuvo preso durante tres años. A su salida de la prisión, dejó este mundo. Pero dice que dejó un reemplazo, que ahora maneja su ruta y otras nuevas.

Pedro tiene algo más de 45 años, siempre lleva gafas y gorra para no ser identificado. Vive solo y en su casa únicamente le acompañan una bandera de Estados Unidos con un águila estampada y una colección de licores.


Este reportaje fue realizado por John Machado periodista de El Tiempo de Cuenca en el marco de la iniciativa para el periodismo de investigación de las Américas, del International Center for Journalists (ICFJ), en alianza con CONNECTAS