Comunicación Lenguas nativas, necesidad en la emergencia
Konrad-Adenauer-Stiftung PPI CONNECTAS

Mediante herramientas convencionales, como la radio, y digitales, como las redes sociales y los gifs, los comunicadores indígenas difunden mensajes que reflejen su idiosincrasia y cosmovisión. No solo insisten en distanciamiento y aseo personal, sino en fortalecer las chacras para garantizar la supervivencia.

Durante febrero de 2021 la comunicación por la emisora radial de los indígenas kamëntsás en el sur de Colombia fue muy particular: los mensajes se enfocaron en la reinterpretación del Clestrinye Bëtsknate (año nuevo), una de sus principales festividades, que celebraron el día 15. Ante la necesidad de evitar las aglomeraciones y como producto de un diálogo respetuoso con los integrantes de su pueblo, los dirigentes convinieron que debían permitir la fiesta, pero de otra manera.

Tal es la razón por la que se centraron en pedir que se celebrara en casa, que recordaran que el carnaval es una festividad que empezó desde las familias, desde círculos muy pequeños. En esa negociación acordaron detalles como que durante este año el cabildo suministrará el maíz para alimentar al gallo que no pudieron sacrificar y así en 2022 habrá dos gallos.



Los cerca de 10.000 kamëntsás que habitan el valle del Sibundoy comparten territorio con unos 5.000 ingas. Cuando empezó la pandemia decidieron actuar en conjunto para comunicar sobre el virus. A través de las emisoras comunitarias Waishanya —de los kamëntsás— e Inga Kamsá —de los ingas— sus autoridades han ido más allá de recoger recomendaciones para evitar el contagio. El objetivo, según Indi Iaku, líder embajador kamëntsá, politólogo y magíster en Construcción de Paz, es enviar el mensaje de que hay que seguir fortaleciendo la relación con el territorio, con el jajañ, que en kamëntsá significa espacio vital, un proceso que se ha dado durante años de resistencia y que les ha ayudado a sobrevivir desde la llegada del virus porque ya eran autosuficientes.

Los contenidos radiales han ido cambiando según las necesidades, pero desde el comienzo las emisoras interpretaron en términos prácticos las recomendaciones del Ministerio de Salud para poder traducirlas a lenguas nativas. Así, por ejemplo, en un momento se centraron en la necesidad de salvaguardar a las mujeres y proteger a las familias, pues la violencia familiar estaba creciendo debido al aislamiento.

Al comienzo de la pandemia, los Estados produjeron algunos materiales en lenguas originarias, pero eran traducciones de los mensajes para la población urbana. En estas piezas ignoraban las condiciones reales en que viven los indígenas del campo, como la falta de agua corriente en sus viviendas.

Este esfuerzo es apenas una muestra de lo mucho que han hecho los pueblos originarios de América Latina y el Caribe para comunicar la pandemia mediante la producción de materiales que ayuden a frenar los contagios y sean adecuados a su lengua, idiosincrasia y cosmovisión. De esta manera contribuyen a preservar la salud de un grupo poblacional muy vulnerable, al tiempo que subsanan una debilidad de las escasas iniciativas oficiales destinadas a las etnias, como es la falta de conexión con sus realidades particulares. Este error se traduce en que, por ejemplo, las cartillas difundidas por gobiernos como el peruano durante la primera ola de la epidemia son meras traducciones y por eso se ilustran con imágenes de agua que sale por las llaves de cocinas y baños de casas de ciudad, pese a que iban a ser distribuidas entre comunidades rurales en cuyas viviendas no hay agua corriente ni un inodoro.

“Nosotros comunicamos la pandemia por la radio. Estamos en primera línea; todos los días, aun en cuarentena, salimos de madrugada de nuestras casas para informar, educar e incluso anunciar fallecimientos en idioma originario”, cuenta Ronald Suárez Maynas, comunicador, documentalista y presidente del Consejo Shipibo-Konibo y Xetebo (Coshikox) en el Perú.

El líder indígena del pueblo shipibo-konibo se refiere a las acciones que han puesto en marcha en la Amazonía peruana, sobre todo en la región Ucayali, donde habita. “La comunicación fue vital en los inicios de la pandemia, y lo sigue siendo ahora. En primer lugar, alertamos sobre la prevención, advertimos que no tengan contacto cercano con sus vecinos, informamos sobre los cuidados que nuestros hermanos deben seguir; les recordamos el uso de las mascarillas y el aseo de manos. Informamos en idioma originario mediante una radioemisora comercial”.

Ronald y su equipo también recorren las comunidades nativas para registrar los nombres de los enfermos y sus necesidades. Se arriesgan, incluso él se contagió el año pasado después de perder a su madre, víctima de esta enfermedad. Apenas se recuperó, retomó la comunicación radial. “No podemos dejar la radio. La gente quiere saber lo que ocurre en las comunidades y en la región. Nos preguntan, nos piden ayuda, también nos pasan datos de quienes son más vulnerables. Lo que no hace el Estado para informar y comunicar, lo hacemos nosotros”, subraya.

Desde Radio TV Shipibo Digital también difunden las actividades del Comando Matico, el colectivo peruano shipibo que recolecta las hojas de esta planta y las distribuye gratuitamente entre quienes presentan algunos de los síntomas vinculados con la covid-19.

Mariano Estrada, comunicador tseltal de la región Selva de Chiapas, en México, lo precisa para este reportaje: “La información que llegaba a los pueblos indígenas en castellano provocaba temor, no era la adecuada. Por eso nosotros la manejamos desde la cultura de los pueblos; explicamos la enfermedad de tal manera que generamos una conciencia de cuidado, un sentido de prevención para que no se propague; sin pánico. En algunas comunidades, cuando ha habido contagios, las personas se han sentido culpables, incluso una se suicidó por pensar que llevaba la enfermedad a su entorno; otras murieron más que por la covid-19 por miedo a lo desconocido, lo que derivó en infartos”.

Esa realidad los llevó a paralizar otras actividades comunicativas con el fin de dedicarse a informar sobre cómo prevenir el contagio del virus. En ese empeño, a menudo han diseñado acciones colectivas que abarcan varios países. Tal es el caso de una campaña que tiene por lema “Con nuestra sabiduría ancestral y organización comunal, la Madre Tierra nos sana”, impulsada por la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (Clacpi), a la que pertenece Estrada. En ella participan organizaciones de varios países como Bolivia, México, Perú y Guatemala.

La campaña consiste en producir material audiovisual, radial, pódcast y gráficas impresas en lenguas indígenas del país participante, y está traducida al castellano. “Trabajarla en lengua propia es un total acierto de la comunicación indígena —señala Mariano—. La radio es uno de los medios que más aportan por ser de fácil producción, actual y de mayor cobertura en las comunidades indígenas. Emitimos mensajes como “Refúgiate en el monte”, “Regresemos a la madre tierra ante la pandemia”, “Una comunidad organizada es sana y segura’”, “Yo me quedo en mi comunidad”. El punto central, basado en sabiduría maya quiche, es ver la pandemia como un mal que la misma naturaleza crea, y que el cuerpo sabrá adaptarla para aprender a convivir con ella sin temor ni miedo”.

En ocasiones no existe una palabra para traducir a las lenguas indígenas términos utilizados en español. Por esa razón, parte de la labor acometida por los líderes comunitarios es adaptar los materiales a sus idiomas.

Mariano y sus colegas comunican desde antes de la pandemia. Su organización surgió —con otro nombre— en 1985 en la Ciudad de México, en un festival de cine indígena, por lo que sus labores inmediatas estuvieron vinculadas a esa actividad creativa. Hoy continúan con ese arte, pero además realizan videos, programas de radio, fotografía y comunicación escrita. Los protagonistas son los pueblos originarios; se preocupan por fortalecer sus derechos y por tener una comunicación propia, razón por la cual uno de sus focos es formar comunicadores indígenas, sobre todo en Mesoamérica.

Las buenas prácticas que cuentan Ronald y Mariano evidencian un alto grado de organización social comunitaria. Sin embargo, como anota Myrna Cunningham, directora del consejo directivo del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (Filac), “también se requiere del compromiso de la comunidad y la eficiencia en la descentralización de las operaciones. Se necesita una buena comunicación de los riesgos, desarrollar las capacidades para poder tener un buen desempeño en las medidas que se van a implementar. Se precisa una base comunitaria fortalecida y vincularla con la vigilancia y el seguimiento hospitalarios”.

La radio reina entre los medios

Igual que el pueblo shipibo en Ucayali, muchos otros se destacan por el uso de la radio. En ese escenario resalta el accionar de los jóvenes mayas que desde la Red de Radios Comunitarias de Guatemala y la Red de Comunicadoras indígenas Jun Na’oj, dan voz a los indígenas a partir de su cultura, cosmovisión y realidad, tanto para hablar de sus derechos como para —ahora con la pandemia— reivindicar sus voces para perpetuar los saberes ancestrales.

Desde el comienzo de la emergencia sanitaria, las radios indígenas juegan un papel fundamental para comunicar a sus pueblos, sobre todo porque al principio el gobierno guatemalteco prohibió que las administraciones locales informaran por su cuenta y pidió que se sujetaran a la información oficial. También contribuyó el hecho de que es un país donde la radio comercial no tiene programas específicos para los pueblos indígenas y la comunicación impartida por el Ministerio de Salud ha carecido de interculturalidad y se ha basado en que se traduzca lo que ha elaborado en castellano. Incluso, pasaron varios meses a partir de la llegada del virus para que el Gobierno comenzara a enviar a las radios comunitarias algunos materiales en lenguas originarias.

En los programas radiales de la red, que son difundidos también por su cuenta de Facebook, los contenidos varían desde consejos de cómo usar las mascarillas y la importancia de la higiene, hasta entrevistas a mujeres, muchas de ellas jóvenes. Las indígenas hablan de sus vivencias en tiempos de coronavirus, las funcionarias públicas cuentan sobre las medidas que los gobiernos locales y nacional llevan a cabo para frenar el avance del contagio y las especialistas en salud pública se refieren a los cuidados para prevenirlo y entregan el reporte de cómo está la situación sanitaria en la localidad.

Pese a las dificultades de libre movilización, las comunicadoras han retomado su agenda, adaptándola a la emergencia sanitaria. “Durante el confinamiento no podemos quedarnos calladas; Jun Na’oj es una apuesta política por la participación de las mujeres indígenas a través de la radio —dice la comunicadora maya kaqchikel Angela Cuc—. De esa manera generamos opinión, debate. No podemos decir que somos la voz de las mujeres, nuestro objetivo es dar espacio para que quienes históricamente han sido calladas, participen, sin miedo. Es importante reivindicar la participación de las indígenas con la finalidad de promover la inclusión y sobre todo la equidad de género, junto con la recuperación de los saberes ancestrales”.

Durante la pandemia, Angela ha empezado a tejer con su mamá; cada vez que ve los colores de los hilos se llena de paz, y considera que de esa manera honra la memoria de sus abuelas. Además, ella y sus hermanas han hecho un huerto cerca de su casa, donde siembran rábanos, pepinos, sapazotes, chiles, chipilines. “El contacto con la tierra es maravilloso —resalta—, el olor al cerrito, el contacto con las aves. Al ver la tierra en mis manos, siento la energía de mis ancestros. En medio de este confinamiento es necesario estar bien con nosotras mismas, expresar nuestros sentires y denunciar las injusticias, para que nada ni nadie nos robe la alegría y las ganas de seguir luchando para vivir bien”.

Igual que las comunicadoras de Jun Na’oj, líderes sociales, oenegés, iglesias y radios comunitarias han conformado un frente para hacer llegar los mensajes en lengua nativa a las zonas más apartadas de Guatemala.

De esa red hace parte el locutor Pedro Sicajau, quien utiliza música para atraer la atención de la audiencia antes de pasar los mensajes en lengua kaqchikel.

En Bolivia, la nación qhara qhara, un territorio ubicado entre Chuquisaca y Potosí, ha conformado una red virtual mediante Whatsapp, Facebook y reportes telefónicos periódicos para actualizar, cada dos semanas, la información de contagios, de fallecidos y de pobladores recuperados, a quienes se les hace un seguimiento de su estado de salud y cantidad de días de aislamiento. Estas acciones responden a su autodeterminación de pueblo originario, ya que, al igual que en los anteriores casos, no ha habido estrategia de comunicación de su Estado para prevenir contagios.

Samuel Flores, secretario permanente del Tribunal de Justicia Indígena Originario de este pueblo, cuenta que los curacas (líderes) se organizan en grupos y recorren a pie todos los ayllus (pueblos) para registrar los casos de covid-19: “Debemos caminar por seis horas o más para ver a nuestros enfermos que no pueden acceder a medicamentos ni atención médica”. En una de esas visitas él se contagió y su esposa lo cuidó a base de orinoterapia para reducir la fiebre. “Tomaba la orina fermentada con jengibre, kión, sal, muña, limones, salvias y otras plantas y me recuperé pronto”, dice.

La comunicación —apunta— va de la mano con la conformación de grupos de sanación de los cuales forman parte jóvenes capacitados en medicina tradicional. Ellos organizan talleres con líderes y sabios conocedores de la medicina ancestral para intercambiar información sobre plantas medicinales, procedimientos y demás a través de audios, videos y conversaciones en Zoom u otra plataforma digital. En esas comunicaciones imparten las recetas a base de hierbas propias, acompañadas de aspirinas o ibuprofeno. Muestran, también, cómo prepararlas, sea para la fiebre, los malestares respiratorios, las diarreas o el estrés y debido a que en algunos ayllus no hay algunas matas, experimentan con otras oriundas de sus territorios. Samuel, por ejemplo, tiene las fórmulas guardadas en su computadora y las comparte con quien se las pida, desde los curacas que recorren los pueblos hasta personas en otras regiones.

Otros pueblos del noreste, centro y oriente de Bolivia llevan a cabo campañas como “Cuida tu comunidad”, que, en respuesta a las peticiones de los pobladores, se difunde en los idiomas besiro (chiquitano), zamuco (ayoreo), chacobo, chimán, mojeño ignaciano, mojeño trinitario, movima, cavineño bia (yuqui) y quechua, mediante cuñas radiofónicas y cartillas distribuidas por Whatsapp y otras redes sociales. Esta iniciativa es impulsada por el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Cejis) y además de sensibilizar y brindar información culturalmente adecuada sobre cómo prevenir el contagio del virus “lo que se busca es revalorizar el idioma materno de los pueblos indígenas. No solamente llevar información en español, sino mostrar y reivindicar la diversidad lingüística del país”, según Miguel Vargas Delgado, especialista en derechos de los pueblos indígenas y director de Cejis.

En Perú, la preocupación llegó incluso a idear una estrategia para combatir la desinformación sobre la covid-19 y desmitificar la pandemia en pueblos andinos y amazónicos. En abril de 2020, OjoPúblico lanzó su proyecto Chequeos en Lenguas en respuesta a llamados que distintas organizaciones habían hecho un mes antes al Gobierno para que les prestara atención en distintos aspectos, entre ellos con información, clara, segura, pertinente y en sus idiomas nativos.

La iniciativa es una alianza con quince emisoras regionales de ocho regiones del país y los mensajes se difunden en cinco lenguas representativas. Los contenidos se centran en desmentir afirmaciones como que tomar agua en abundancia puede ayudar a eliminar el virus alojado en la garganta, que ingerir vinagre es un método diagnóstico o que el contagio se transmite por las antenas de telefonía 5G. También se refieren a la importancia de las vacunas, a las diferencias entre el dengue y la covid o al uso de las mascarillas, entre muchos tópicos de interés.

Curar y enseñar

A la par de los comunicadores, indígenas que se desempeñan en otros campos han llevado los mensajes de prevención. Es el caso de Betty Souza Mozombite, lideresa ticuna del Amazonas colombiano y auxiliar de enfermería, que ha contribuido con las comunidades de su entorno: “El Gobierno ha hecho poco, casi nada, por apoyarnos en cuanto a la información del coronavirus. Somos nosotros quienes hemos desarrollado programas y campañas interculturales. Por ejemplo, hemos hecho videos de cómo evitar la enfermedad, lavándose las manos y todo esto, en las lenguas ticuna y uitoto. Lo hicimos porque no veíamos una respuesta en la ciencia y empezamos a buscarla nosotros mismos. Esto ha ayudado a que mucha de nuestra población pueda continuar viviendo”. Souza también ha elaborado carteles en los que llama la atención sobre qué es la covid-19, cómo se debe prevenir, cómo se contagia. Así informa y enseña a la gente.

“En tiempos de pandemia empezamos a recordar, empezamos a tratar con esas enseñanzas que nos han dejado nuestros padres, nuestros abuelos, y esto nos ha dado un buen resultado”.

Betty Souza Mozombite, auxiliar de enfermería

El contenido de los mensajes no se centra exclusivamente en recomendaciones de distanciamiento o aseo personal, sino que ha hecho énfasis en el fortalecimiento de las chagras. “Esta pandemia nos ha enseñado a empezar a valorar y a darle uso a lo nuestro —relata la auxiliar de enfermería—. Ha sido muy positivo darnos cuenta de que la supervivencia de nuestro pueblo está en nuestro territorio, en los cultivos, en la cría, en el sembrado, en nuestra medicina natural. Por eso, en los videos recomendamos mucho fortalecer sus siembras, sus hortalizas y la cría de gallinas o de todas las especies animales que nos pueden servir de alimento. Algo que hemos recalcado muchísimo es conservar y seguir fortaleciendo las plantas medicinales en nuestras casas o en los lugares que podamos. Este ha sido un despertar más para nuestros pueblos”.

Luego de sufrir los síntomas de la covid-19 y de recuperarse tras vaporear plantas tradicionales, y al ver que las instituciones de salud de su país no atendían las demandas de los indígenas, Betty empezó a tratar a los pacientes con vaporizaciones a base de hojas de papaya, limonaria o hierba luisa, tal como su padre le enseñó. En el camino fue misturando las plantas medicinales con propiedades antibióticas y antiinflamatorias con jengibre, aspirina y naproxeno. En su trabajo visita pueblos y comunidades indígenas incluso lejanas y adonde no llega físicamente lo hace a través de videoconferencias, en las que cuenta sus experiencias y da recomendaciones para cuidar la salud.

Hasta febrero de 2021 había atendido personalmente a cerca de 500 pacientes, y sigue compartiendo lo que hace. “Esto permite que las personas pongan en práctica lo que les sugiero en el video. A quienes atiendo les mido temperatura, oxigenación, frecuencia cardiaca y presión arterial”, cuenta.

En la provincia argentina de Misiones, los agentes sanitarios reciben a los indígenas de la comunidad perutí en la sala Oga tesai ha renda (casa de la salud). Además de hacer el seguimiento y atender la situación sociosanitaria, ellos son el nexo entre el sistema de salud y las comunidades. Desde marzo de 2020 se adaptaron a las nuevas circunstancias y se reúnen con la población para compartir mensajes en diferentes formatos, pósteres, gifs y videos que incluyen medidas de cuidado y prevención, signos de alarma, síntomas y procedimientos ante casos sospechosos y confirmados de covid-19. Esto como parte del Plan de Respuesta al virus desarrollado por Unicef en Argentina con la participación de la Dirección de Salud Comunitaria del Ministerio de Salud de la Nación y Salud Indígena de las provincias de Chaco, Misiones y Salta, y que puso especial cuidado en el enfoque de derechos, con respeto por la cultura y las tradiciones de cada pueblo.

Con sus experiencias comunicativas, los pueblos indígenas actúan, informan, previenen, curan, incluso arriesgándose al contagio del virus. Cada afiche, cada animación, cada dibujo, cada mensaje radial en lengua originaria va mucho más allá de prevenir y controlar el contagio. Encierra su propósito de revalorizar su cultura, sus conocimientos ancestrales, sus ecosistemas y, de paso, llena el vacío en el accionar comunicador de los Estados.

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