Comunicación Arte para sanar
Konrad-Adenauer-Stiftung PPI CONNECTAS

Así como los adultos sabios han sido claves para enfretar el coronavirus, los jóvenes han cumplido un importante papel para comunicar la prevención haciendo uso de las redes sociales o promoviendo actividades como los fotomurales.

Los talleres de fotografía que desde 2019 se dictan a los niños y jóvenes de Juchitán, México, para prevenir la violencia sexual, el acoso y el abuso dieron un salto a la diversidad cuando llegó la pandemia y sus organizadores decidieron apoyarse en las herramientas digitales para coordinar actividades desde casa. Así, han retratado a las personas en las ventanas y puertas de su hogar con un cartel que cuente qué les gustaría hacer luego de la cuarentena, han elaborado un fotolibro aplicando la técnica del fotobordado y homenajeado en un fotomural al personal de salud que atiende la covid-19.

Estas y otras actividades similares han sido acordadas a través de las redes sociales y hacen parte del Semillero Creativo Audiovisual, un programa federal que se lleva a cabo en el estado mexicano de Oaxaca y que consiste en dar talleres de fotografía a niños y adolescentes para incidir en los contextos sociales donde se desenvuelven. Su objetivo es retratar lo comunitario y lo cotidiano y su primera gran tarea, en 2019, fue un fotomural relacionado con el feminicidio que empezó a darse por esa zona, tema escogido por los propios participantes.

En tiempos de pandemia han ampliado las temáticas y los recursos para conectarse. “El Whatsapp funciona como una asamblea comunitaria para decidir qué hacemos. Sabíamos que la cuarentena iba a causar estrés, y con el propósito de no perder el trabajo avanzado y la comunicación con los alumnos, decidimos hacer un fotorreto que durara 30 días, en el que ellos podrían aplicar los conocimientos adquiridos en el taller”, detalla Francisco Reyna Lucero, joven zapoteco y fotógrafo. Celular en mano tomaron a diario fotos y las compartieron en esa red social.

Luego, hicieron otras dinámicas para mantenerse ocupados y cohesionados entre sí. Para el fotolibro, por ejemplo, entregaron un kit de fotografías con hilos y agujas, y luego por Whatsapp les enviaron videos de cómo trabajar. El resultado: 35 fotobordados. Al mismo tiempo, la campaña que destaca el trabajo del personal de salud que enfrenta el coronavirus se llevó a cabo a nivel nacional y varios fotógrafos se sumaron a la acción del semillero. Además, fundaron el centro cultural María Taurina, un espacio para creación artística y lúdica que cuenta con apoyo de la comunidad.

En Guatemala los jóvenes también han reaccionado. Por ejemplo, el Movimiento para el Empoderamiento Juvenil Escuintleco lleva a cabo múltiples campañas de comunicación, incidencia y voluntariado en beneficio de los afectados por la pandemia sanitaria y tormentas y huracanes como Eta. A través de mensajes en redes sociales —Whatsapp y Facebook— y afiches en las calles informan sobre las comunidades y familias que requieren ayuda, sobre la prevención del nuevo coronavirus y reactivan su cultura.

Entre sus actividades resalta un plan de contingencia familiar, consistente en la venta de los productos que consume la población y que se produce desde las tierras en la comunidad: alimentos. Los ofrecen por redes sociales y ellos se encargan de trasladarlos. Así mantienen la economía familiar y cuidan su salud.

Por su parte, el Consejo Comunitario de Desarrollo Colonia Palinché se centra en mensajes en maya poqomam y español con el fin de reducir el riesgo de contagios. Además, visitan comunidades rurales para entregarles la ayuda que distintas personas les hacen llegar.

Carteles premiados

Seis piezas elaboradas por muchachos de diversos países recibieron el Premio a Carteles Digitales sobre la Prevención de la Covid-19 en Pueblos Indígenas, iniciativa impulsada entre Filac y el Foro Indígena de Abya Yala (Fiay), con el apoyo de la Red de Jóvenes de América Latina y El Caribe. Los trabajos se enfocaron en la promoción de saberes y conocimientos ancestrales, medicina tradicional y lenguas originarias, entre otros aspectos para encarar la pandemia. Fueron reseñados en el tercer informe regional "Buenas prácticas de los pueblos indígenas ante la pandemia. Comunidades resilientes", de la Plataforma Indígena Regional frente a la Covid-19, de donde los tomamos. En las siguientes líneas sus autores explican lo que quisieron representar.

La peruana Flor de María Arango, de la comunidad campesina quechua de Mayupampa, en Ayacucho, es una de las seis ganadoras. Su cartel se basa en los saberes y conocimientos ancestrales para la prevención en salud y muestra la importancia de la alimentación como fuente de fortalecimiento del sistema inmunológico para combatir diversas enfermedades, entre ellas la causada por el coronavirus.

En 2016 junto con otros jóvenes creó el colectivo indígena de Ayacucho, una organización que reúne personas de diferentes zonas de esa región. Los impulsó el ánimo de revalorar el idioma quechua, al tiempo que promueven la defensa del territorio y de los derechos humanos de las mujeres y sus pueblos. “Cuando me enteré del concurso por redes sociales, justo estaba en mi comunidad y lo comuniqué a mis vecinos y a los mayores para presentar una propuesta que recuperara nuestros saberes ancestrales y que, de paso, promocionara los productos de la zona”, cuenta.

Mayupampa es zona agrícola y ganadera. Tiene amplias praderas con una alta producción de quinua orgánica, entre otros cultivos que son parte de su alimentación y nutrición, y con muchas plantas medicinales. La propuesta de Flor trata de recoger esa realidad: “Sufro un poco de asma y siempre he recurrido a las plantas medicinales. Una de ellas es la aitana, que crece en las zonas altoandinas y es un tipo de expectorante. También están las papilas, que son hojitas sueltas como si alguien las hubiera esparcido por el suelo y sirven para muchas cosas y más para la tos. Hay muchos productos naturales que nos ayudan a reforzar nuestro sistema inmune y a prevenir enfermedades, como la covid-19. Todo eso se muestra en nuestro cartel, que es colectivo. El mensaje es que los pueblos valoren sus alimentos y que consuman lo nuestro, que entiendan la importancia de la seguridad y soberanía alimentaria”.

Otra joven, Elanys Palmar, indígena wayuu en Venezuela, muestra en su cartel la espiral, una de las simbologías centrales de la cosmovisión de los suyos, que explica el recorrido que hacen desde que nacen hasta que mueren. En el centro de la espiral figura una muchacha con unas plantas medicinales y es justamente el centro donde nace la vida, ahí se muestra la palomatia (aló uka), una planta que sirve para la gripe y la fiebre.

Elanys, que pertenece a la Cátedra Guaicaipuro de Venezuela, se preocupa porque el virus ha impactado con mayor fuerza a las poblaciones indígenas y a sus formas de organización social y comunitaria. “Tocar el hombro de un hermano indígena se ha convertido en un peligro. La covid nos ha afectado severamente. El confinamiento y el distanciamiento físico es muy difícil para nosotros por nuestra forma de organización social comunitaria. La realidad del mundo indígena es tan diferente que hasta la forma de pensamiento se construye en espiral, donde la cosmovisión se encuentra en el valor de la palabra, la cual prevalece por encima de cualquier documento”.

También la intranquilizan las brechas creadas por el avasallador desarrollo tecnológico que excluye a los pueblos originarios, pero en lugar de resignarse lucha por aprovechar la tecnología contra la pandemia. Igual que otros integrantes de las juventudes indígenas en Venezuela, es una entusiasta promotora de las campañas que, en conjunto con los ministerios con competencias indígenas, promueven la prevención de la covid-19 en lenguas propias y enfatizan en el diálogo intercultural. Además, participa en brigadas juveniles que acuden a los lugares sin conexión, iniciativa que ha sido replicada no solo a nivel comunitario, sino nacional.

El lema “Cuídate tú, cuida tu ayllu” de Erick Escobar, indígena kitu kara, resalta en una obra que representa el cuidado personal, pero también el cuidado del núcleo familiar y comunitario. Su cuadro da un espacio preferencial a la lengua indígena para las medidas sanitarias y evoca el relacionamiento intergeneracional a partir de cuya conjunción se puede enfrentar la pandemia en un contexto donde ha salido a relucir el egoísmo y donde son necesarios los lazos de solidaridad. Así, pone énfasis en las enseñanzas de las generaciones adultas a las generaciones jóvenes.

“Mi idea desde muy pequeño siempre fue que las personas a través de una imagen puedan llegar a viajar, recordar y fantasear. Cuando era niño, las ilustraciones de libros y cuentos eran ventanas hacia mundos desconocidos, y eso es lo que me inspiró para hacer esta ilustración”, relata.

Además, como en Ecuador hubo una campaña de información muy alarmante que asustó a muchas personas, intentó reflejar la unión familiar para encarar la pandemia. Un lazo que también permite enfrentar la invisibilización de los originarios en su país.

Desde Guatemala, Miguel Antonio Gutiérrez Guzmán, docente maya poqomam, plasmó en su cartel cómo los abuelos siguen inculcando los saberes ancestrales para tener una útil y buena existencia. Lo hizo en su lengua y con imágenes que retratan sus costumbres y vestimentas porque “cuando la información llega desde nuestros idiomas maternos, el aprendizaje es mucho más grande”.

En el fondo, lo mueve el deseo de ayudar a continuar la lucha de los pueblos indígenas por el buen vivir, por mantener la armonía con el cosmos y el equilibrio con la naturaleza, en cada una de las poblaciones de Abya Yala (América): “Desde nuestros pueblos originarios siempre hemos resistido ante las dificultades, y la práctica del buen vivir ha sido una forma de agradecimiento a la Madre Tierra que nos ha ayudado a mantenernos vivos y fuertes”.

José Ángel Santiago, otro de los ganadores, es un indígena zapoteca de Juchitán, México, y pertenece al Colectivo Río Blanco, que en marzo de 2020 llevó a cabo un taller de producción visual con el objetivo de crear una plataforma para alojar las iniciativas artísticas de los jóvenes. Allí se publicó la primera pieza para la prevención del nuevo coronavirus en su idioma. Desde entonces empezaron a crear más contenido, a hacer carteles, animaciones y dibujos, porque el Estado se demoró en crearlos en lenguas originarias.

“Hay una gran parte de la población que no entiende bien el español; entonces empezamos a hacer estos materiales y decidimos participar con este cartel, que simboliza la cosmovisión zapoteca —detalla—. En nuestra lengua no existe el género, el o la, sino que engloba todo; entonces partiendo de la idea de que no hay diferencia entre hombres y mujeres, quisimos hacer este cartel”.

En la obra se muestra a personas de distintas generaciones dentro de una casa, que representa el cobijo a la familia y la familia que se cobija a sí misma y que envía el mensaje de que unidos todos estamos protegidos y de que el conocimiento se transmite de generación en generación. “Nosotros relacionamos la casa con la naturaleza; debemos cuidar el lugar donde vivimos y ese lugar donde vivimos es esta casa grande, es la casa sagrada”.

“En nuestras manos está el cuidado de nuestras comunidades y nuestra cultura” dice el cartel de Hamilton Musicue Casso, artista del pueblo indígena nasa, de Colombia. Él se refiere al cuidado de las comunidades y de la cultura, pero también hace un fuerte énfasis visual en la vegetación, el territorio sagrado y la recreación de la vida cotidiana de los comuneros. El joven resalta que la covid-19 es producto del desequilibrio, la explotación irracional y las prácticas capitalistas que afectan a la Madre Tierra.

“La alegría, la sabiduría y el vínculo comunitario son expresiones culturales que, a pesar de los difíciles momentos que han afrontado nuestras comunidades ancestrales a lo largo de la historia, han sido conservadas con dedicación y han permanecido presentes dentro de los territorios, en nuestra cotidianidad —señala—. Nuestros sabios y sabias han transmitido con amor estos saberes a las nuevas generaciones y es nuestro deber ahora, mantener vivo su legado”.

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