La profesora Sandra es una de las más de siete mil personas que se jubilaron con pensión en el INSS en 2020 y que, debido a la reforma de 2019, obtuvieron una pensión mucho menor. Se jubiló en julio de 2022, tres años después de la reforma de 2019 y cuenta que su pensión. A pesar de ser completa, es muy diferente a la que devenga su papá.
Debido a la disminución del monto de las pensiones a nuevos jubilados, Sandra se ve obligada a trabajar en su propio hogar. Por eso, se levanta diariamente a las cuatro de la mañana para atender a su nieta de cuatro meses. Cuidar a la bebé ha sido la salvación para generar un ingreso adicional a su pensión y ajustar para los medicamentos de su padre, que tiene 83 años.
“Mi hija me mantiene y lo que me dan en el INSS es para completar algunos gastos, porque ya en la semana o a los quince días no hay nada y hay que estar completando con el resto de la familia”, relata Sandra. Dice que, después de trabajar tantos años, “es triste” ganar muy poco en la pensión.
Un futuro aun peor
El sistema laboral nicaragüense tiene otra debilidad: la brecha entre hombres y mujeres en niveles de ocupación y salariales. Aunque la población de adultos mayores mostraba hasta 2021 una mayor cantidad de mujeres (54.02%) que de hombres (45.98%), existe una diferencia opuesta entre la cantidad de pensiones que reciben. En 2021, último año en que se publicó el anuario estadístico del INSS, un 58.58% de los pensionados (en pensión reducida y completa) eran hombres.
La socióloga María Teresa Blandón expresa que esa diferencia representa un problema estructural en el sistema social y económico de Nicaragua. Según su análisis, esto “significa que los hombres han sido mayoría en el trabajo remunerado y las mujeres lo han sido en el trabajo no remunerado. ¿Qué es lo que pasa? Que históricamente al trabajo que hacen las mujeres no se le reconoce valor social y, como no se le reconoce valor social, no se les paga o se les paga muy mal”.
El más grave problema en el país, sin embargo, es que el 67.43% de la población adulta mayor ni siquiera cuenta con una pensión, según datos de 2021 del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE) y el INSS, que son los últimos de los que se tiene registro. Hasta ese año solo un 32.57% de la población mayor de 60 años era pensionada.
Además, de los 570,864 adultos mayores que se registraron en ese año, solamente 20.89% contaba con una pensión completa, la cual les daba acceso a servicios de salud y medios auxiliares como bastones, andariveles, pañales, entre otros. Quienes cuentan con pensión reducida, que es el 35.84% del total de pensionados y el 11.67% del total de la población adulta mayor, no tienen acceso a dichos medios auxiliares ni a recibir atención médica por el INSS, sino que deben acudir al sistema sanitario administrado por el Ministerio de Salud.
El futuro se ve incluso más complicado, porque la Ley de Seguridad Social establece que cada año las pensiones deberían incrementar su monto según la tasa de deslizamiento del córdoba frente al dólar, es decir, el porcentaje que el Estado establece que el córdoba pierda de valor frente al dólar anualmente. Hasta 2019, este reajuste anual era de 5%, aunque ha venido disminuyendo año con año. En 2023, fue de 1%. Sin embargo, para 2024 será de cero por ciento anual, según anunció el Banco Central de Nicaragua el 9 de agosto de 2023, lo que implica que a partir de ese año no habrá reajuste anual para las pensiones.
La medida tampoco ha sido muy beneficiosa porque “el aumento de los precios va por un lado y el ajuste de la pensión va por otro. Por ejemplo, este año (2023), que el reajuste es de 1%, el Banco Central prevé un incremento de precios de 7%”, concluye el economista nicaragüenses Enrique Sáenz.
Debido a ese escenario tan complejo, muchos adultos mayores han tenido que irse del país y es probable que más personas también lo hagan, para resguardar su integridad, reiniciar su vida y trabajar, a pesar de ya estar en edad de jubilación. Agustín, por su parte, sueña con regresar… cuando existan las condiciones. “No perdemos la esperanza de volver a nuestra patria. Es verdad que nos quitaron nuestra ciudadanía, pero nunca vamos a dejar de ser nicaragüenses. Algún día vamos a regresar”.