La diplomacia de las batas blancas

A costa de los derechos humanos y laborales de miles de médicos cubanos, el gobierno de Cuba ha perfeccionado una maquinaria diplomática para la exportación de profesionales de la salud que le ha permitido no solo venderse como un país solidario, sino obtener beneficios millonarios.

El 16 de noviembre de 2020, en un hospital de Ouargla, Argelia, el enfermero cubano José Alberto Oliva aplicó el método piel con piel para salvar la vida de una recién nacida cuya madre había fallecido por la covid-19. En abril de ese mismo año, la neuropediatra Yilian Fernández Labrada rescataba en Gambia a una bebé que padecía dextrocardia e hipoplasia pulmonar derecha. Y en 2010, el pediatra Juan Rafael Pino curaba en Haití a un niño con insuficiencia cardiaca y renal, y una grave infección en la piel.

Las anteriores son apenas tres historias de miles que existen acerca de cómo las denominadas misiones médicas cubanas han salvado vidas y ayudado en la recuperación de pacientes por todo el planeta a partir de 1963. Según publicó en mayo de 2021 el diario del Partido Comunista de Cuba, Granma, desde entonces unos 450.000 profesionales cubanos de la Salud han prestado servicio en 160 países del mundo.

Sin embargo, una vez que la exportación de servicios médicos alcanzó un nivel “industrial”, a finales de la primera década del presente siglo y gracias a los acuerdos de La Habana con el gobierno de Hugo Chávez, no han cesado de aflorar testimonios y documentos que revelan una cara más oscura de estas “misiones”.

Se trata de voces y evidencias que hablan de violaciones de derechos laborales y humanos, y de un negocio mediante el cual las autoridades de la isla no solo obtienen miles de millones de dólares, sino que utilizan la presencia de los médicos en terceros países para aumentar su influencia política y defender sus intereses.

Dicho patrón se repite en lugares tan distantes como Arabia Saudita, Kenia, Bolivia o México, pero ¿cuánto de solidaridad hay en una de las banderas diplomáticas más importantes del gobierno cubano? ¿Cuánto altruismo genuino al enviar profesionales de la salud a otros países, incluso a zonas remotas y peligrosas donde médicos locales rehúsan ir?

Diario de Cuba y CONNECTAS recogieron testimonios y documentos en diferentes países donde han llegado las misiones médicas que demuestran que la búsqueda de beneficios económicos y políticos por parte del Estado cubano prima, incluso, sobre el bienestar y los derechos de los profesionales cubanos.

Embajadores que garantizan millones

Exportar médicos fue un antiguo propósito de la revolución cubana. En 1994, al rememorar la creación del programa Médico de la Familia, Fidel Castro afirmó: “Ningún país del Tercer Mundo […] puede presentar lo que nosotros estamos presentando en el campo de la asistencia médica en estos años tan difíciles […] Cuba se ha convertido ya en un modelo en esto, y no solo hablan de nuestro sistema médico países del Tercer Mundo, sino países desarrollados”.

Prueba de la importancia de la exportación de médicos es la afirmación de José Luís Rodríguez, exministro cubano de Economía, en 2017: “El mercado de exportación de fuerza de trabajo calificada se ha mantenido en los últimos años como la base de los mayores ingresos en divisas del país, aportando un estimado de 11.543 millones de dólares como promedio anual entre 2011 y 2015”.

Pero las ganancias de la exportación de profesionales no se limitan a lo económico. También se cosechan en el ámbito mediático y diplomático. Quienes son enviados a misión se les prohíbe hablar de la situación económica y social de Cuba con pacientes o ciudadanos de las naciones de destino.

“Nos dijeron que no podíamos hablar de la situación que había en Cuba ni de los salarios. Y que si alguien hablaba mal de (Nicolás) Maduro, teníamos que decirle que Maduro era bueno porque les traía médicos que los atendían gratis”.

Colaborador que abandonó la misión en Venezuela.

“Nos dijeron que no podíamos hablar de la situación que había en Cuba ni de los salarios. Había que decir que los médicos en Cuba viven como los de cualquier parte del mundo. Nos decían que nosotros éramos como los embajadores de Cuba en Venezuela. Y que si alguien hablaba mal de (Nicolás) Maduro, teníamos que decirle que Maduro era bueno porque les traía médicos que los atendían gratis”, relató a Diario de Cuba y CONNECTAS un colaborador que abandonó la misión en Venezuela.

Las mencionadas instrucciones las reciben los profesionales de la salud en un curso político que deben aprobar antes de salir de misión. Por temor a represalias contra ellos o sus familiares, la mayoría de los médicos que declararon para esta investigación lo hicieron bajo condición de anonimato.

Programa Mais Medicos: así nació la máquina para exportar médicos

Tal como quedó evidenciado en ‘La otra cara de las misiones médicas cubanas’, una primera misión en Venezuela fue la que permitió a Cuba extender su modelo de exportación de médicos por buena parte de la región. Gobiernos afines ideológicamente como el de Evo Morales en Bolivia, Tabaré Vázquez y José Mujica en Uruguay, el de Rafael Correa en Ecuador y, más recientemente, el de Andrés Manuel López Obrador en México, también abrieron las puertas a las misiones cubanas.

Sin embargo, fue Brasil -bajo la presidencia de Dilma Rousseff- el país que potenció la exportación masiva de médicos cubanos. En tan solo cinco años al menos 18.000 profesionales de la isla participaron del programa conocido como Mais Medicos. Muchos de ellos denunciaron posteriormente los atropellos a los que fueron sometidos con la connivencia de ambos gobiernos y de la Organización Panamericana de la Salud.

En 2013, la muerte del máximo líder venezolano Hugo Chávez imprimió una dosis de incertidumbre sobre las relaciones entre Cuba y Venezuela. Por ello las autoridades cubanas diseñaron un plan para sustituir al país bolivariano, y Brasil fue el elegido.

A fin de cuentas, al igual que Chávez, Lula Da Silva y Dilma Rousseff eran compañeros ideológicos y pertenecían a esa generación de políticos latinoamericanos fuertemente influenciados por la impronta de la revolución cubana.

Ambos gobiernos ya se habían acercado económicamente desde 2011 con la construcción del Puerto del Mariel, en la provincia cubana de Artemisa, cuya primera fase fue inaugurada por Rousseff en enero de 2014 —ya con miles de médicos cubanos trabajando en Brasil— y que contó con una generosa financiación del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), gestionada durante el gobierno de Lula.

La información sobre el dinero en ese proyecto ha sido contradictoria y cuestionada por expertos, pero al inaugurar la Terminal de Contenedores del Mariel junto a Raúl Castro, Rousseff dijo que, a través del BNDES, el gobierno brasileño había financiado “802 millones de dólares estadounidenses en bienes y servicios”. A ese monto iban a sumarse otros 290 millones de dólares para una segunda etapa, según la entonces presidenta.

Un par de años antes de la inauguración de la primera fase, el 20 de abril de 2012, Tomás Reinoso, vicepresidente de Negocios de la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos (CSMC), una Sociedad Anónima estatal, acude a la embajada brasileña en La Habana, donde presenta la propuesta de llevar médicos a Brasil. Previamente, otros emisarios cubanos habían establecido contacto con gobiernos regionales brasileños, explorando tal posibilidad.

Todos estos movimientos quedaron registrados en una serie de cables diplomáticos sobre las negociaciones obtenidos por Diario de Cuba en 2018. Se trata de comunicaciones enviadas a Brasilia por su embajada en La Habana.

"Los médicos cubanos estábamos controlados por el funcionario del gobierno de Cuba, no nos dejaban salir del lugar, no podíamos visitar Brasilia, teníamos que estar ahí mientras que el resto sí que podía hacerlo".

Ramona Matos, especialista en Medicina General Integral

Uno de los primeros cables, recibido en Brasilia el 23 de abril de 2012, comenta que, según Reinoso, “los servicios comercializados engloban desde el envío de médicos y enfermeras hasta asesoría para construcción de hospitales y para la elaboración de sistemas de salud”. El cable advierte que el funcionario cubano evita hablar de precios, limitándose a comentar que Cuba ofrece precios ventajosos a sus “socios”. Además, Reinoso dice que “todos los ingresos obtenidos por la venta de servicios médicos en el exterior se revierten para apoyar al sistema público de salud cubano”.

Reinoso “demostró estar al tanto del debate interno en Brasil sobre la revalidación de los títulos médicos en el exterior y la posible utilización de médicos extranjeros para solucionar el déficit profesional del país. Comentó que, en el caso de Brasil, Cuba tendría un gran potencial para contribuir al desarrollo de la medicina preventiva y de atención primaria en regiones necesitadas”, dice el cable.

Otro mensaje de la embajada brasileña en La Habana, fechado el 24 de mayo de 2012, informa de una reunión en la isla entre el secretario ejecutivo del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior (MDIC) de Brasil, Alessandro Teixeira, y Marcia Cobas, viceministra cubana de Salud Pública.

Según la delegación diplomática brasileña, Cobas “recordó haber realizado una visita de trabajo a Brasil dos semanas antes, a fin de tratar la propuesta de enviar 6.000 médicos cubanos al país. Dijo que (el gobierno cubano) tendría condiciones de enviar 1.000 especialistas en Medicina Integral hasta el próximo mes de noviembre y que las medidas de preparación para esa misión ya estaban en curso”.

A partir de las reuniones en la embajada, José Eduardo M. Felicio, máximo representante brasileño en La Habana, realiza indagaciones acerca del precio a pagar por los servicios médicos cubanos. Según se constató, el monto propuesto a Brasil era similar al que cobraban países como Venezuela y Qatar.

Entre otros asuntos, los cables revelan que, en lugar del Ministerio de Salud de Cuba, “la empresa CSMC ("Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos S.A") […] sería designada para firmar el contrato”. Las negociaciones se efectuaron de manera confidencial para evitar la reacción de la comunidad médica de Brasil.

También queda claro que los médicos cubanos fueron trabajadores contratados y no "becarios", como intentó hacer ver el gobierno cubano cuando Diario de Cuba publicó su investigación “Programa Mais Medicos: un pésimo negocio para los cubanos”, en 2018.

Más adelante, los cables demuestran que la CSMC iba a quedarse con más del 75 por ciento del salario de los médicos, y que el gobierno brasileño estaba de acuerdo con esto desde un inicio.

La parte cubana exigió a la brasileña que los médicos de la isla no pudieran ejercer la medicina fuera del pacto entre Brasilia y La Habana. Por otra parte, Cuba rehusó la supeditación de los médicos cubanos a los brasileños, y también se negó a que los cubanos tuvieran que someterse a exámenes.

Brasil llegó a proponer la devolución, con parte del salario de los médicos, de la deuda contraída por Cuba por la ampliación del Puerto del Mariel: “Podría ser de interés crear un mecanismo de compensación entre el pago de los servicios médicos por parte de Brasil y el pago de parte de las deudas cubanas”, dice un cable fechado el 11 de julio de 2012, firmado por el entonces embajador brasileño, José Eduardo M. Felicio.

Ya avanzadas las negociaciones, y buscando esquivar dificultades políticas y jurídicas tales como el control del Congreso brasileño, ambos gobiernos usaron a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como intermediaria del convenio entre ambos países.

A partir de este punto, las oficinas de la OPS en Brasil y Cuba se encargaron de ejecutarlo para evadir la sede central de la organización en Washington, con el objetivo de burlar posibles medidas relacionadas con el embargo a Cuba de EE.UU., principal donante de la OPS: “El ministro de Salud Pública (de Cuba), Roberto Morales, señaló las dificultades que surgirían con la participación de un tercero (la OPS) en este proyecto y, en particular, con el hecho de que los recursos tendrían que ser procesados por una organización con sede en Washington, que de por sí generaría el riesgo de la aplicación de las reglas del embargo estadounidense a las operaciones del proyecto”. Como respuesta, el ministro de Salud de Brasil, Alexandre Padilha, propuso “que la participación de la Sede de la OPS se limite a la aprobación del proyecto y que todas las operaciones de transferencia de recursos se realicen directamente entre las Oficinas de la organización en Brasilia y La Habana”, algo que el funcionario cubano “consideró positivamente”, dice un cable del 7 de diciembre de 2012.

"Por ejemplo, yo enviaba el dinero para el Gobierno de Cuba a una cuenta a nombre de mi mamá. Para los árabes, yo le mandaba el dinero a mi familia y no es así. Uno mandaba el dinero para el gobierno de Cuba", dijo el médico.

Doctor Alex Pardo Castro, colaborador en Arabia Saudita

Demandas internacionales y dificultades para la OPS

Solo un año después del inicio de Mais Medicos, la Organización Panamericana de la Salud fue avisada de que podía tener problemas por la violación de los derechos laborales de los profesionales cubanos participantes en el programa.

Tras una auditoría interna solicitada en 2014 por la OPS, el Tribunal de Cuentas de España, en función de auditor, resaltó la "elevada importancia" de la oficina en Brasil "en relación con los fondos administrados por la organización (en 2014 gestionó el 45,33 por ciento del total de gastos de la OPS, incluyendo el proyecto Mais Medicos, que supuso un desembolso de 707,8 millones de dólares)".

En noviembre de 2018, cuatro profesionales cubanos —Ramona Matos, Tatiana Carballo, Fidel Cruz y Russela Rivero— que participaron en Mais Medicos entre 2013 y 2017, demandaron judicialmente a la OPS en Miami, acusándola de haber facilitado una "red de tráfico humano" y "esclavitud" utilizando como pantalla el programa brasileño.

La OPS, entidad afiliada a Naciones Unidas, “se convirtió en la principal fuerza para permitir que Cuba exportase a sus ciudadanos para que hicieran trabajos de esclavitud en un país extranjero", dijo el abogado Samuel J. Dubbin al presentar la demanda.

Dos años después, un juez federal de Estados Unidos allanó el camino para que la demanda, actualmente en marcha, se ventile en los tribunales del país.

En un documento de 56 páginas, el juez James Boasberg consideró que la OPS no goza de protecciones especiales que le impidan ser enjuiciada en los tribunales estadounidenses, y rechazó el pedido de la organización de desechar la demanda alegando inmunidad.

La decisión del juez Boasberg fue precedida por un fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos, anunciado en febrero de 2019, que estableció que las organizaciones internacionales con base en el país, como la OPS, no tienen inmunidad absoluta y pueden ser demandadas en ciertos casos en tribunales estadounidenses.

De acuerdo con informes oficiales presentados en la demanda en Miami, los médicos cubanos recibieron menos del 10 por ciento del dinero que Brasilia pagaba a La Habana por estos servicios, mientras que la OPS y el Gobierno cubano se quedaron con el resto.

Esos mismos documentos indican que, según los demandantes, la OPS recaudó más de 75 millones de dólares en comisiones por su participación como intermediaria en Mais Medicos, y unos 1.300 millones de dólares fueron ingresados en las arcas del gobierno cubano utilizando cuentas bancarias de Estados Unidos.

Los médicos consideran que se les debe compensar con el monto total que pagó Brasil por sus servicios y por los daños que sufrieron. Denunciaron que el gobierno cubano los obligó a trabajar en Brasil bajo amenazas, sin derecho a desplazarse libremente, vigilados continuamente por funcionarios de inteligencia de la isla.

Ramona Matos, especialista en Medicina General Integral, llegó a Brasil en 2014. "Antes de viajar preguntamos cuánto nos iban a pagar y nunca nos lo dijeron hasta un día antes de irnos a Brasil", relató cuando la demanda fue presentada en Miami.

"Nos iban a dar 1.000 dólares, de los cuales 400 nos los iban a dar al cambio, y 600 dólares iban para una cuenta nuestra en el banco de Cuba", afirmó la doctora, quien ya en Brasil descubrió que profesionales de otros países que trabajaban en el programa, cobraban el salario completo establecido por el gobierno brasileño y no tenían las restricciones que sufrían los cubanos.

"Los médicos cubanos estábamos controlados por el funcionario del gobierno de Cuba, no nos dejaban salir del lugar, no podíamos visitar Brasilia, teníamos que estar ahí mientras que el resto sí que podía hacerlo", afirmó. La Habana también prohibía a los profesionales establecer relaciones sentimentales con brasileños.

Tatiana Carballo relató que al llegar al aeropuerto en Brasil mucha gente les gritaba "esclavos". "Yo no entendía por qué, hasta que me di cuenta de la realidad", dijo. Se calcula que unos 3.500 profesionales de la Salud cubanos, de los cerca de 18.000 que trabajaron en Mais Medicos entre 2013 y 2018, escaparon del programa a pesar de las duras represalias a las que se exponían, que incluían la imposibilidad de entrar a la Isla durante ocho años.

En 2016, unos 150 médicos habían presentado demandas en los tribunales brasileños para impugnar el acuerdo entre La Habana y Brasilia, según informó The New York Times.

Así estaban las cosas cuando, en noviembre de 2018, el gobierno cubano retiró apresuradamente a los médicos de Brasil. El entonces presidente electo, Jair Bolsonaro –en el reverso ideológico de sus antecesores-, había advertido que los profesionales de la isla participantes en Mais Medicos debían revalidar sus títulos en Brasil, recibir íntegramente su salario y poder tener consigo a sus familiares. “Cualquier extranjero que viene a trabajar aquí en el área de la medicina tiene que aprobar la reválida. No podemos estar contratando a gente de Cuba sin, como mínimo, comprobar que conocen el ejercicio de la profesión”, dijo Bolsonaro.

En ese momento se encontraban en el país suramericano, según La Habana, unos 8.471 médicos cubanos. 7.635 regresaron a la Isla bajo presiones de las autoridades cubanas sobre ellos y sus familias, mientras 836 decidieron quedarse en Brasil.

La investigación “Programa Más Médicos: un pésimo negocio para los cubanos”, publicada por Diario de Cuba en 2018, permitió prender las alarmas sobre la difícil situación de los profesionales cubanos; situación que aún hoy cobra vigencia en medio de la pandemia y que pone de presente cómo esta práctica, revestida con un ropaje de solidaridad, contiene un trasfondo de abuso y muchos millones.

Mismos principios, otros escenarios

En la exportación de médicos cubanos a otras naciones de la región también se ha incluido —aunque a menor escala y con las particularidades de cada país y gobierno— la explotación de los profesionales y la manipulación de la opinión pública a través de la ocultación de información y el falseamiento de estadísticas.

La misión en Bolivia, por ejemplo, arrancó con una inversión cubana, pero luego reportó importantes ganancias al gobierno de la isla. La expresidenta interina Jeanine Áñez reveló que durante los mandatos de Evo Morales (2006 -2019) su país pagó 147 millones de dólares por el trabajo de los médicos cubanos. De ese monto, La Habana se quedó con el 80 por ciento, denunció. Es decir, solo el 20 por ciento se convirtió en salarios.

Diario de Cuba y CONNECTAS tuvieron acceso al acuerdo según el cual La Paz pagaba mensualmente 1.034 dólares por cada miembro de la brigada cubana; además, la parte boliviana se encargaba de los gastos de vivienda, servicios públicos, transporte y alimentación, así como de los vuelos al comenzar y terminar el contrato, y para el periodo de vacaciones.

Pero —según Áñez— no todo lo que pagaba el gobierno boliviano eran servicios médicos. De los más de 700 integrantes de la brigada cubana “menos de un tercio eran profesionales de la salud”.

A su vez, otros funcionarios y profesionales bolivianos expresaron dudas sobre los resultados del trabajo de la misión médica cubana reportados bajo el gobierno de Morales.

Aníbal Cruz, quien fue ministro de Salud de Áñez, sostuvo que la cantidad de beneficiarios del programa con Cuba aparentemente estaba “inflada”.

El jefe del Departamento de Cataratas del Instituto Nacional de Oftalmología (INO), Alfonso Russo, reforzó esa apreciación al rechazar la cifra de intervenciones oftalmológicas supuestamente hechas por los médicos cubanos. En agosto de 2018, Evo Morales dijo que durante los últimos 13 años los médicos cubanos habían practicado 700.482 cirugías oftalmológicas en Bolivia dentro de la llamada “Operación Milagro”, impulsada por los gobiernos de Venezuela y Cuba. 15 meses después, la prensa oficial de la isla subía esa cifra a “unas 800.000”.

Russo consideró humanamente imposible practicar esa cantidad de cirugías oculares en el tiempo que estuvieron los profesionales cubanos en Bolivia (2006-2019). Agregó que cualquier médico del área se daba cuenta de eso, porque en el país no había ese número de pacientes. Para Russo, lo más probable es que los números hayan sido alterados, pero el gobierno de Evo Morales no dejó documentación que permita contrastarlos.


El doctor Jesús Sánchez, especialista en Oftalmología de Santiago de Cuba, cumplió misión en Bolivia entre 2008 y 2011. Su testimonio fue recogido por la Fundación Cubana para los Derechos Humanos. “Yo operaba cataratas y pterigión dentro de la Operación Milagro. Teníamos que hacer 20 cirugías diarias, pero a veces no teníamos a los candidatos para operar, no todos los bolivianos confiaban en nosotros. La coordinadora (de la misión) me dijo que teníamos que inventar la estadística de los pacientes vistos”, relató Sánchez. “Había una fuerte presión para cumplir con ciertas metas, y si esas metas no se alcanzaban, podíamos ser enviados de regreso a Cuba, y sin el pago de nuestro trabajo”, añadió.

Diario de Cuba y CONNECTAS tuvieron acceso a un estudio bajo el rótulo de “Confidencial” que el Ministerio de Salud boliviano guardó celosamente estos últimos años. Se trata de la Evaluación Rápida de la Ceguera Evitable en Bolivia 2015 (RAAB por siglas en inglés). Este documento revela que la principal causa de la ceguera total en Bolivia es la catarata, pero a la vez muestra que las personas que se sometieron a una cirugía de catarata terminaron con malos resultados: un 36,1 por ciento de los que se “operaron” no ve y un 15,4 ciento tuvo un resultado moderado. En contraste, en Perú, un estudio del mismo tipo del año 2011 muestra que solo el 18 por ciento de los que se sometieron a cirugía ha perdido la visión.

El documento también muestra que solo un 46,7 por ciento de las personas que se sometieron a la cirugía lo hicieron en un hospital caritativo o voluntario, donde encaja la labor que hacían las brigadas cubanas en Bolivia. Un oftalmólogo señaló que el Ministerio de Salud intervino para que esta información no quedara plasmada de manera explícita, pero los datos son contundentes. Por esta razón existía la orden de no difundir el documento.

Al margen de la “Operación Milagro”, el gobierno de Morales tenía otros acuerdos con La Habana en el sector de la Salud. Según el Ministerio de Salud de Bolivia, hasta 2019 la brigada médica cubana realizó más de 70 millones de consultas, 253.134 cirugías y atendió 58.450 partos. Pero esas cifras también son imposibles de contrastar.

Al igual que ocurrió en Brasil un año antes, en noviembre de 2019 La Habana retiró a los profesionales de la salud cubanos de Bolivia alegando razones de seguridad en medio de un cambio de Gobierno y críticas del Ejecutivo entrante.

Tras el varapalo a su negocio de venta de servicios médicos en Brasil y Bolivia, y en otros países como Ecuador, que cancelaron acuerdos, el Gobierno cubano ha intentado recuperarse aprovechando la coyuntura creada por la pandemia de la covid-19. En estos casos también se repiten la opacidad y la manipulación de la opinión pública.

En Uruguay, la Alianza por la Libertad Global (GLA) presentó recientemente una demanda ante la Fiscalía General de ese país donde denuncia la explotación continua y el trabajo forzoso al que son sometidas las brigadas médicas cubanas. GLA alega que los sanitarios cubanos “son compensados con una tarifa tan mínima que se considera trabajo esclavo” la labor que realizan en ese país. Entre ambas naciones había dos convenios de salud: el primero inició en 2007 y comprende servicios oftalmológicos, y el segundo, concretado un año después, se refiere a atención ortopédica. Sin embargo, en agosto de 2021, Uruguay decidió cancelar el segundo, alegando que la cantidad de médicos cubanos trabajando era menor a la acordada.

Por su parte, México recurrió el año pasado al personal médico cubano para la contención de la covid-19. Diario de Cuba y CONNECTAS tuvieron acceso al contrato intergubernamental, que estipulaba el pago de más de 6,2 millones de dólares por 585 trabajadores cubanos de diversas áreas de la salud.

Organizaciones civiles y políticos cuestionaron el contrato, señalando la falta de transparencia en la información presentada a la opinión pública tanto por la parte cubana como por la mexicana. ¿Qué lugares fueron visitados por los médicos cubanos? ¿Cuáles eran sus funciones específicas? ¿Durante cuánto tiempo podrían permanecer en suelo mexicano? ¿Qué banco se ocupó de ese depósito millonario y quién era el titular de la cuenta? ¿Cuántos recursos públicos se destinaron a viáticos y estancias de los 585 médicos entre el 8 de abril y el 24 de julio de 2020?, fueron algunas de las dudas que suscitó el acuerdo.

Misión medica cubana en el estado Miranda, Venezuela. Crédito: foto tomada de @asiclarosa en Twitter.

Una de las instituciones mexicanas encargadas del contrato fue el recién creado Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), cuyo sistema de transparencia se habilitó meses después de firmado el acuerdo con el gobierno de Cuba. Su director, Juan Ferrer, fue cuestionado en el Senado mexicano sobre la opacidad en torno al personal médico cubano que trabajaba en el país y sobre cómo las dependencias mexicanas evadían responder. El funcionario esquivó también las preguntas sobre los cubanos.

Una fuente de la brigada médica y otra cercana a los profesionales dijeron a Diario de Cuba en junio de 2020 que los médicos cubanos recibieron solo 660 dólares “para comida” y tres meses de estancia en el país (220 dólares por mes).

En una entrevista con Diario de Cuba, la secretaria de Salud de la capital mexicana, Oliva López Arellano, calificó de “voluntario” el trabajo que realizaban los médicos cubanos en México. “Es un trabajo voluntario, es un trabajo profesional”, dijo López Arellano al ser preguntada sobre los numerosos señalamientos internacionales contra La Habana y las acusaciones de que somete a los médicos a “trabajos forzosos”.

Con mayor o menor “diplomacia” otros gobiernos de la región se desentendieron por igual de las condiciones a que son sometidos los médicos de la isla. Es el caso de Panamá, que también contrató a profesionales de la salud cubanos para la contención de la pandemia.

“Nosotros hicimos un trato de Gobierno a Gobierno. Tengo entendido que tenemos que hacerlo al Gobierno, no a los médicos. Esa es una industria de salud del gobierno cubano, ellos verán cómo solucionan su problema con los médicos, a nosotros lo que nos interesa es que nos ayuden. ¿Qué van a hacer ellos con ese dinero? Cuba tiene una enorme cantidad de inversiones, ellos están haciendo una vacuna que está en fase dos”, dijo Francisco Sánchez Cárdenas, asesor del Ministerio de Salud panameño. (Para el momento de cierre de esta investigación ninguna de las vacunas cubanas había recibido la licencia por parte de la OMS para su uso de emergencia).

Los abusos contra los médicos, favorecidos por la complicidad o la decisión de mirar hacia otro lado de los gobiernos de los países de destino, han ocurrido en todas las regiones a las que La Habana ha enviado brigadas, incluida Europa.

Profesionales de la isla trabajaron durante la pandemia de la covid-19 en Andorra y Lombardía, en Italia, en similares condiciones a las aquí descritas. En Argelia, el país donde comenzó en 1963 la historia de las misiones médicas (en esos primeros años gratuitas), los médicos cubanos cobran actualmente unos 450 dólares al mes, aunque el Gobierno del país árabe paga a La Habana 6.700 dólares mensuales por cada profesional, según contratos obtenidos por la organización Cuban Prisoners Defenders.

De acuerdo con el periódico Nation, en 2018 llegaron a Kenia 100 médicos cubanos por los que el Gobierno del país africano paga 11 millones de dólares anuales. De ese monto va al bolsillo de los profesionales de la isla poco más del 10 por ciento. La misión en Kenia es un ejemplo de los riesgos a los que se enfrentan estos profesionales. En abril de 2019 fueron secuestrados cerca de la frontera con Somalia los doctores Landy Rodríguez Hernández y Assel Herrera Correa, presuntamente por la organización yihadista Al Shahab. Hasta la fecha de publicación de esta investigación se desconoce el paradero de ambos.

Un caso singular es Arabia Saudita, donde el Gobierno sí paga directamente a los profesionales cubanos por su trabajo. En este caso, la maquinaria de explotación de La Habana ha creado un mecanismo que obliga a los médicos a entregar parte de su sueldo y a mentir sobre su verdadero destino. Según testimonios de médicos que laboran en ese país, están obligados a entregar al gobierno cubano alrededor de un 75 por ciento del salario. La Habana recibe más de 3.500 dólares por cada uno de ellos.

Los contratos que firman los profesionales con la estatal Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos aclaran en su apartado III que “el profesional de la salud cubano recibirá mensualmente un monto total de pago por los servicios prestados que sufragará la parte saudí, del cual debe deducir 4.518 SAR (unos 1.200 dólares al cambio actual) destinados a estipendio y manutención, debiendo transferir el resto a la Cuenta Bancaria de CSMC S.A. que se indique”.

El doctor Alex Pardo Castro, quien trabajó en Arabia Saudita en 2019, dijo a Diario de Cuba y CONNECTAS que la cuenta en la que le ponía el dinero al gobierno cubano debía estar a nombre de un familiar suyo, para no despertar sospechas en la parte árabe. "Por ejemplo, yo enviaba el dinero para el Gobierno de Cuba a una cuenta a nombre de mi mamá. Para los árabes, yo le mandaba el dinero a mi familia y no es así. Uno mandaba el dinero para el gobierno de Cuba", dijo el médico.

La “remesa” debía ir acompañada de una tabla en la que el profesional exponía sus gastos. Si incumplía y no enviaba todo el dinero que debía a Cuba, se le consideraba “deudor”, explicó Pardo Castro. “Puedes ir hasta preso, porque eso tiene una sanción”, añadió.

Las condenas internacionales

A raíz de las revelaciones de Diario de Cuba, los senadores cubanoamericanos Bob Menéndez y Marco Rubio presentaron ante el Senado estadounidense, en enero de 2019, una resolución bipartidista que calificó de "tráfico humano" la venta por parte de La Habana de los servicios de los profesionales de la salud de la isla, y pidió a Washington restaurar el programa de refugio a médicos cubanos que escapan de misiones en el exterior, conocido como Cuban Medical Professionals Parole.

Menéndez y Rubio advirtieron además en la resolución a los gobiernos que contratan a La Habana los servicios de trabajadores de la salud, que asumen "riesgos relacionados con la participación en acuerdos de trabajo forzoso".

Por otra parte, exigieron a la OPS "proporcionar inmediatamente una mayor transparencia sobre su participación en el programa Más Médicos" y sobre su acuerdo con el Gobierno de Cuba y la Comercializadora de Servicios Médicos S. A. (CSMC). Los senadores volvieron a presentar su resolución en junio de 2021.

En mayo de 2019, la organización Cuban Prisoners Defenders (CPD) denunció a Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel y otros dirigentes del gobierno cubano ante la Corte Penal Internacional por "crímenes de lesa humanidad" relacionados con las misiones médicas. CPD acusó a La Habana de someter a "esclavitud, persecución y otros actos inhumanos" a "cientos de miles de profesionales" y a sus familias.

La organización dio a conocer la demanda en una conferencia de prensa en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA). Luis Almagro, secretario general de la OEA, se refirió entonces a las misiones médicas como "un sistema de esclavitud moderna que no puede quedar impune".


CPD envió más tarde a la Corte Penal Internacional una ampliación de la denuncia, con testimonios de 622 médicos que huyeron de las misiones.

En noviembre de 2019, las relatoras especiales de la ONU sobre las formas contemporáneas de la esclavitud, Urmila Bhoola, y sobre la trata de personas, Maria Grazia Giammarinaro, se dirigieron al Gobierno cubano para expresar preocupación por las informaciones relacionadas con las misiones médicas

"Las condiciones de trabajo reportadas podrían elevarse a trabajo forzoso, según los indicadores de trabajo forzoso establecidos por la Organización Internacional del Trabajo. El trabajo forzoso constituye una forma contemporánea de esclavitud", dijeron las relatoras a La Habana.

Por su parte, en el informe anual de 2020, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) coincidió en que "las alegaciones relacionadas con el personal cubano en el extranjero podrían elevarse como manifestaciones de trabajo forzado u obligatorio". La CIDH hizo referencia a las preocupaciones de las relatoras de la ONU y mencionó buena parte de las violaciones a los derechos humanos recogidas en este especial.

En julio de 2020 la organización Human Rights Watch (HRW) se sumó a las demandas y acusó al gobierno cubano de imponer "normas draconianas a los médicos en misiones sanitarias, que vulneran sus derechos fundamentales". "Los médicos cubanos enviados a responder a la pandemia de covid-19 ofrecen valiosos servicios a numerosas comunidades, pero a costa de sus libertades más básicas", dijo José Miguel Vivanco, director para las Américas de HRW.

"Los gobiernos interesados en recibir la asistencia de médicos cubanos deben exigirle al gobierno de Cuba que reforme su orwelliano sistema, que regula con quiénes los médicos pueden vivir, hablar o incluso mantener una relación sentimental", añadió.

Por último, el más reciente varapalo internacional lo recibió el gobierno cubano de parte del Parlamento Europeo (PE). Una resolución sobre los derechos humanos y la situación política en Cuba, aprobada por la mayoría de los eurodiputados el pasado 10 de junio, condenó "las violaciones sistémicas de los derechos humanos y laborales cometidas por el Estado cubano contra su personal sanitario enviado a prestar servicios en el extranjero".

A pesar de que es evidente el trabajo arduo de miles de médicos cubanos alrededor del mundo por salvar vidas y recuperar pacientes, y de la voluntad de los profesionales por brindar una mano amiga en tiempos de emergencia sanitaria, resultan paradójicas no solo las difíciles condiciones impuestas por el régimen cubano, sino que se disfrace de solidaridad desinteresada lo que desde hace años es un negocio multimillonario y diplomático para La Habana.

Los profesionales de la salud exportados, quienes asumen todos los riesgos y rigores de estar lejos de sus familias, son los únicos perdedores en esta transacción.

Candil de la calle, oscuridad de la casa
El sistema de salud pública cubano prioriza las demandas del exterior a costa de las necesidades básicas de sus habitantes. El desabastecimiento de medicinas, el déficit de especialistas y las condiciones de salubridad de centros hospitalarios contrastan con la publicidad que vende a la isla como potencia mundial en salud.