Venezuela y Ecuador, en el Consejo de DD.HH. de la ONU

Mientras para unos la elección es un “triunfo de la diplomacia de la paz”, para otros pone en juego credibilidad del organismo.

La Asamblea General de la ONU acaba de elegir a 18 de los 47 miembros que componen el Consejo de Derechos Humanos y entre ellos figuran Ecuador y Venezuela, que prorroga por tres años su mandato actual.

Venezuela, que ya era miembro de ese organismo con sede en Ginebra (Suiza), logró la reelección con el apoyo de 131 de los 192 países que votaron, mientras Ecuador obtuvo 152 votos a favor. El tercer país que a partir del primero de enero de 2016 representará a América Latina y el Caribe en el Consejo será Panamá, elegido con 147 votos. Reemplazarán a Brasil y Argentina, que ya terminan su periodo.


Las candidaturas de Venezuela y de Ecuador -así como las de varios países de otras regiones- llegaron a la votación precedidas de numerosas críticas de organizaciones internacionales como Human Rights Foundation, la Fundación Lantos y hasta la misma UN Watch, que los acusan de no cumplir con los requisitos mínimos exigibles para sentarse en el Consejo, pues violan las libertades fundamentales en su territorio.

Con la excepción de Pakistán y Laos, todos los países criticados resultaron elegidos, en buena medida gracias a que llegaron a la votación sin oposición alguna en sus respectivos grupos regionales, lo que también habla mucho de la eficacia de su diplomacia. Así, junto a Venezuela, Ecuador y Panamá, al próximo Consejo de Derechos Humanos de la ONU llegarán Bélgica, Burundi, Costa de Marfil, Etiopía, Georgia, Alemania, Kenia, Kirguizistán, Mongolia, Filipinas, Corea del Sur, Eslovenia, Suiza, Togo y Emiratos Árabes Unidos.


Al grupo de Estados de América Latina y el Caribe le corresponden ocho puestos en ese organismo de las Naciones Unidas, que para el periodo 2016-2018 completan Cuba, México, Bolivia, El Salvador y Paraguay. Los dos primeros países, también criticados por amplios sectores que consideran que no merecen estar ahí sentados.

Pero la elección de los países gobernados por Rafael Correa y Nicolás Maduro despertó no sólo duras críticas, sino también un importante apoyo interno.


Por un lado, el director ejecutivo de UN Watch, Hillel Neuer, se mostró en desacuerdo con que Venezuela y Ecuador pertenezcan al organismo, que se encarga de “fortalecer la promoción y protección de los derechos humanos, de hacer frente a las violaciones de esas garantías básicas y de formular recomendaciones a los países respecto de todo lo relativo a esos derechos”. Según él, “la elección de más regímenes que abusan los derechos humanos -en un órgano que ya tiene como miembros a China, Rusia, Cuba y Arabia Saudí- supone otro duro golpe a la credibilidad y eficacia de un órgano que debía mejorar a su desacreditado predecesor tomando medidas para proteger a las víctimas”.


En esa misma línea, el presidente de Human Rights Foundation, Thor Halvorssen, calificó de “chiste de mal gusto decir que ganar una votación en Naciones Unidas significa que un país no tiene problemas de derechos humanos” y recordó que la reelección de Venezuela en el Consejo se produjo justo cuando el exfiscal del caso contra el opositor Leopoldo López denunció haber recibido presiones para formular “acusaciones falsas” contra el político, condenado recientemente a 14 años de cárcel.

Para José Miguel Vivanco, el combativo director para América Latina de Human Rights Watch, “elegir a un gobierno que simboliza una conducta arrogante y de rechazo a la supervisión internacional en materia de derechos humanos, es un error que resta credibilidad al propio Consejo”.


El famoso Club de Madrid, que reúne a cerca de 100 exmandatarios del mundo que trabajan en el fortalecimiento de la democracia, se lanzó incluso a pedir en una carta a la Asamblea General de la ONU que condicionara la renovación del mandato de Venezuela como miembro del Consejo de Derechos Humanos a que “libere inmediatamente” a todos los presos políticos y a que Caracas acepte una misión de observación electoral, internacional e independiente, para las elecciones legislativas de diciembre próximo. La comunicación fue firmada, entre otros, por Fernando Henrique Cardoso (Brasil), Laura Chinchilla (Costa Rica), César Gaviria (Colombia), Vicente Fox (México), Luis Alberto Lacalle (Uruguay), Ricardo Lagos (Chile), Alejandro Toledo (Perú) y el exjefe del Gobierno español, Felipe González.
Y fue más allá con las críticas, al afirmar que el Gobierno venezolano “se ha opuesto a acciones internacionales para promover y proteger los derechos humanos en países como Siria y Sudán del Sur” y que votó en contra de todas las resoluciones que alertaban sobre abusos cometidos por gobiernos como Corea del Norte, Irán, Sri Lanka, Bielorrusia y Ucrania.


Del otro lado de la moneda, mientras el Gobierno ecuatoriano destacó con mesura (poca notoriedad en redes sociales y medios de comunicación tradicionales) su elección en el organismo, el venezolano celebró con bombos y platillos su reelección en el Consejo como una “victoria moral” y un “Triunfo de la Diplomacia Bolivariana de Paz”.

El embajador de Venezuela ante la ONU, por ejemplo, aseguró que la reelección debe interpretarse como un aval a la situación de los derechos humanos en su país y como una “ratificación de una diplomacia a favor de los intereses de los países más pobres del mundo y de nuestros pueblos”.

En el caso de Ecuador las críticas se centraron sobre todo en la relación que el presidente Correa ha tenido con la prensa y en la forma como ha abordado el derecho a la libertad de expresión, las manifestaciones de apoyo a la noticia vinieron también en buena medida del mismo Gobierno, según el cual la elección es un reconocimiento a las buenas prácticas de la nación andina en materia de derechos humanos.


Así, en medio de tantos blancos y negros, más bien con pocos tonos grises y matices, Venezuela y Ecuador lograron un asiento por tres años en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.


¿Merecen Venezuela y Ecuador estar en ese organismo?
¿Por qué ha despertado tantas críticas su reelección y elección, respectivamente, en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas?
¿Cómo será su actuación en temas delicados de violación de derechos humanos en otras regiones del mundo?