Unasur: las secuelas de su desintegración

Luego de 11 años de su creación, Unasur, la comunidad que apelaba a la unión cultural económica y política, ahora colapsa por las divisiones políticas de izquierda y derecha. Esta fragmentación impactará a Sudamérica en todos los sectores desde salud hasta militar.

Unasur-Prosur-América Latina
Imagen: Bajo licencia de creative commons / Montserrat Boix

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La Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) nació en 2004, como una iniciativa de el fallecido exmandatario Hugo Chávez y, a la que se sumaron jefes de estado que estaban en el poder en aquel entonces como Rafael Correa, Lula Da Silva, Evo Morales y Néstor Kirchner, líderes que vieron en esta idea una oportunidad para hacerle frente a la presencia de Estados Unidos en Sudamérica.

Sin embargo, 15 años después, casi la mitad de sus gobiernos integrantes se retiran porque más que unificar dividió como señala el presidente de Ecuador.

Lenín Moreno se sumó a los siete países que desde 2018 anuncian que no participan más en Unasur. Es así como Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Colombia también se retiran. Con estos países se retira la representación del 95 por ciento de la población en América del Sur.

Unos se van y otros se quedan como Bolivia, Uruguay, Guyana, Surinam y Venezuela continúan apostándole a este organismo internacional, como si de un juego de estrategia se tratara, dejando en evidencia que más allá de un mal funcionamiento, esta división se basa en diferencias ideológicas de izquierda y  derecha. La región volvió al péndulo ideológico y ahora, con Bolsonaro en Brasil y Macri en Argentina todo se inclina hacia el lado contrario que buscó Chávez.

Prosur y Unasur
Imagen: Pixabay

Este bloque creado bajo el liderazgo de gobiernos de izquierda, y cuyas presidencias fueron revocadas en las últimas elecciones con mandatarios de derecha, tenía como finalidad proteger la democracia, luchar contra la desigualdad social, así como contra los procesos migratorios.

Sin embargo, los casos de corrupción también desalentaron a la región como lo ocurrido con el escándalo de Odebrecht, un caso de corrupción que creímos solo de Brasil pero que salpicó a varios países de América Latina y que encierra sobornos por 788 millones de dólares por parte de la constructora entregando dinero a partidos políticos, empresas, personas y propiedades privadas en Argentina, Angola, Brasil, México, Guatemala, Mozambique, Colombia, Panamá, Perú y Venezuela.

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Sin olvidar los cinco procesos que tiene el expresidente de Brasil, Lula Da Silva, por lavado de dinero, tráfico de influencias, fraude, formación de una organización delictiva junto a uno de los participantes del escándalo Odebrecht y ni hablar de los millonarios sobornos que recibió la expresidenta de Argentina, Cristina de Kirchner y su fallecido esposo y expresidente Néstor Kirchner, durante su gobierno.

Con el colapso de Unasur América del Sur pierde a la única organización con la capacidad de mediar crisis políticas, como la disputa por territorios entre Venezuela y Guyana, el intento de golpe de Estado al entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa, incluso, la mediación entre la oposición de Venezuela y su gobierno, lo que daba a Sudamérica un papel protagónico internacionalmente. Sin dejar atrás la cercanía y relaciones políticas que promovió entre países del Sur con el área Andina.

Mientras que Lenín Moreno hace pública su intención de que el edificio que funcionaba como Unasur ahora sea una Universidad Indígena del Ecuador. Por su parte,el canciller de Bolivia, Diego Pary, ofrece oficinas del edificio de San Benito para que este organismo siga funcionando. Este edificio fue inaugurado en 2018 y cuenta con un centro de convenciones y diferentes auditorios.

Agregando además: “El parlamento está preparado, tiene la infraestructura necesaria para que funcione acá en Bolivia y pues ponemos a disposición si es que la sede principal, que fue, es Ecuador decide renunciar”.

Desde 2013, cuando inicia la crisis humanitaria en Venezuela, más de 4 millones de habitantes han salido del país buscando suerte en otros lugares. El éxodo venezolano es una emergencia que el gobierno de Nicolás Maduro no ha sabido atender y se ha dirigido a Colombia, Perú, Ecuador, Panamá, España, Estados Unidos y Argentina.

Venezuela, el mismo país que vio nacer a Unasur irónicamente, hoy es el mismo que divide opiniones y detona esta desintegración. La disputa entre Venezuela y Argentina luego del fin de mandato del expresidente Ernesto Samper en 2017 y el surgimiento de una política derechista en América Latina, desangra lo que hoy se conoce como la Unión de Naciones Sudamericanas.

A costa del mal manejo del gobierno venezolano, unos mandatarios se oponen y otros, simplemente prefieren no tomar postura. Una unión cuyo retiro de siete de sus países participantes, se traduce en la desaparición de la financiación que debilitaría las iniciativas de esta organización que no solo giran alrededor de la política, sino también de factores sociales y económicos, un retiro calificado por el exmandatario de Ecuador, Rafael Correa como “traición”.

Sin dejar de mencionar las diferencias entre Brasil, Chile, Argentina y Colombia en contra de Bolivia, Uruguay, Guyana y Surinam por las acciones del gobierno venezolano que acabaron con la democracia de su país y han atentado contra el espíritu de Unasur.

Se desintegra Unasur por diferentes factores. Entre ellas las acusaciones de apoyar y promover la dictadura que tiene en jaque a Venezuela.

Y a la par, el presidente de Colombia, Iván Duque, se une a Sebastián Piñera, mandatario chileno, para dar fin a este organismo y crear uno nuevo  bajo el nombre Prosur, (Foro para el Progreso y Desarrollo para América Latina). Desde esta nueva estructura  los mandatarios buscan defender la democracia en la región y la economía de mercado.

Lo de Unasur parece un rompecabezas cayéndose a pedazos que provoca daño a los sectores de salud, educación, infraestructura y estrategia militar.

Que desaparezca este organismo no hace que los problemas en sus países  terminen incluso con gobiernos abiertamente de derecha.

Como el de Brasil donde continúan con la deuda de Jair Bolsonaro, Argentina con la inflación y la censura a la oposición por parte de Mauricio Macri, Chile con la preemergencia ambiental a causa de la minería, Colombia caminando sobre la cuerda floja en su proceso de paz, esto, por nombrar algunos ejemplos, y claramente la izquierda con un panorama que más claro no puede ser: Venezuela con la crisis humanitaria que viene desde 2013 y que pareciera nunca acabar.

Con este panorama, Prosur se convierte en un nuevo organismo que promete la solución, mientras que para otros solo se trata de pañitos de agua tibia, y una guerra de poderes para demostrar que la izquierda se defiende pero, en cambio, la derecha también.

El viernes 22 de marzo, Chile será el anfitrión para la primera reunión de Prosur, a la que asistirán los mandatarios de Argentina, Colombia, y Brasil; con la ausencia de Juan Guaidó, líder opositor- y Tabaré Vázquez, presidente Uruguayo.

Inicialmente Unasur se crea por esfuerzos de política izquierdista y hoy que esta política se deteriora, se le da fin y se crea otra con política derechista, pero y cuando la izquierda quiera regresar, ¿terminan con Prosur y crean otra institución?

Por el vacío económico que deja la desintegración de Unasur, frentes como la educación, economía, apoyo en la estrategia militar, infraestructura e incluso, la calidad de vida se van deteriorando.


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