Por el mundo, al ritmo del reggaetón

Que Bad Bunny acceda en español a la portada de Time muestra el avance de los artistas latinoamericanos en la conquista global del espectáculo. Hoy las industrias culturales de la región influyen más a nivel mundial que cualquier otra expresión del continente. ¿Por qué?

Por Grisha Vera

Acceder a la foto de portada de la revista Time es algo que logran muy pocas figuras públicas de cualquier campo. Mucho menos en un idioma diferente del inglés, y desde un género musical latino. Pero eso fue exactamente lo que logró Bad Bunny en la anterior edición de la revista, destinada al público anglosajón. Un mes antes, en febrero de 2023, el artista puertorriqueño había protagonizado el acto inaugural de los premios Grammy.

‘El conejo malo’ fue el artista latinoamericano que recaudó más dinero en el mundo en 2022 y se ha posicionado como el artista más escuchado en Spotify durante tres años consecutivos. Todo esto cantando en español y mayormente reggaetón.

Las críticas contra ese género urbano han proliferado desde su nacimiento, hace ya más de 20 años. Entre ellas se destaca la de quienes opinan que es un mal ejemplo para las nuevas generaciones. Sin embargo, es un género cada vez más influyente en distintos aspectos sociales, como los roles de género o la política. Además, su presencia —como la de varios artistas latinos— tiene un innegable crecimiento en otras latitudes.

Mientras la región pierde peso económico y político en el ámbito global, conquista al mundo en los escenarios. La importancia de esa penetración cultural, que muchas veces pasa desapercibida, puede representar una oportunidad de oro para posicionar los temas que le interesan a la región en el mundo entero.

“Empezó la gozadera”

Apenas hace seis años Benito Antonio Ocasio Martínez, nombre real de Bad Bunny, empezaba su carrera mientras Madonna, la reina del pop, grababa un par remixes con dos cantantes de música urbana: la brasileña Annita, en 2019, y la dominicana Tokischa en 2022. Hoy, Bad Bunny y Madonna son apenas unos ejemplos de este boom por los ritmos latinoamericanos. 

Marco Antonio Chávez Aguayo, investigador del Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara (Jalisco), explica que en el siglo XX, con el surgimiento de la industria, de las grabaciones y de otros ritmos, “cambió el polo de Europa a Estados Unidos. Entonces, los productos estadounidenses como el pop, el rap, el hip hop empezaron a dominar. Yo pienso que ahora, no sé si sea pronto para decirlo, nosotros, los latinos, estamos siendo el polo”.

Victor Lenore, periodista español especializado, escribió en 2020 que Bad Bunny era el nuevo Bob Dylan. Hoy advierte de una mayor influencia de la cultura popular latinoamericana en Estados Unidos y en el mundo en general. “Por ejemplo, en España hay un prejuicio colonial, casi inconsciente, de pensar que las cosas que hacen en América Latina no son tan importantes como lo que nos viene de Londres, Nueva York y Los Ángeles. Afortunadamente los jóvenes que ahora tienen 15, 25 o 30 años ya no lo tienen, escuchan la música latina con mucha mayor naturalidad y este es uno de los factores más decisivos”.

Lo mismo ocurre con los artistas, hoy no tienen complejos y respetan sus raíces culturales, explica Lenore. “Por ejemplo Julio Iglesias, que era un artista enorme, con muchísima popularidad, cuando quiere conquistar el mercado latinoamericano, se va a vivir a Los Ángeles y graba un disco en inglés y pensando en los oyentes estadounidenses. Esto ya ha cambiado, hubo precedentes muy importantes sobre todo en México como Luis Miguel y Juan Gabriel que se negaron a grabar un disco en inglés”. 

Y apunta una razón más del éxito del reggaetón: las redes sociales. “La industria anglosajona siempre prefiere promocionar a sus artistas. Pero de repente, por las escuchas en YouTube, el algoritmo te lleva a otra canción latina. Eso ha sido fundamental en el cambio de paradigma y en el hecho de que ahora los artistas latinoamericanos pueden competir con los anglosajones cara a cara, de tú a tú”.

“La capital del perreo, ahora todos quieren ser latinos”

De los pioneros del reggaetón, a finales de los años noventa, al boom de Bad Bunny mucho ha cambiado, e incluso ahora promueven valores como el feminismo. Para Chávez, también conocido como Dr. Reggaeton, esta evolución le ha permitido ser uno de los centros de la música en este siglo. “Tanto los artistas ‘underground’ como los ‘mainstream’ han hecho del reggaetón un vehículo de mensajes que precisamente van en contra del machismo, del colonialismo y de muchas otras cosas”.

Chávez apunta a otro cambio: el empoderamiento de las mujeres. “Bichota (uno de los éxitos de la reguetonera colombiana Karol G) viene de ‘bitch’. Es decir, soy la más perra. Soy la cabrona. Soy la que toma las decisiones. Yo tengo el control sobre mi cuerpo, sobre mis relaciones, sobre mis emociones… O sea, discursos que no se oían al principio del reggaetón ni en otros géneros”.

Las alianzas entre artistas y la mezcla de ritmos latinos también son recursos muy explotados de este género, agrega el investigador. “No todas las canciones tienen reggaetón de principio a fin, muchas de ellas se mezclan con otras tradiciones rítmicas como la salsa, la cumbia, la samba, el tango, la bachata y el flamenco”. Las mezclas permiten mostrar al mundo la variedad musical de la región, mientras que las alianzas entre cantantes les permite expandir sus mercados. 

Y como si fuera poco, Chávez advierte que fuera del mundo latino también se produce reggaetón. “He visto buenos reggaetones de India, Reino Unido, Francia, Italia, Polonia, Finlandia, Corea, Japón, China, Australia… Bueno, la cantidad es enorme”. Las canciones de su lista cuentan con al menos una frase en español y se mezclan con ritmos locales.

“Soy bandolero como el mister politiquero”

La influencia latina aún se limita al escenario de la cultura. Mientras las industrias musicales de la región no hacen más que crecer en el ámbito mundial, los temas de interés para América Latina aún están muy lejos de la agenda política internacional. Los liderazgos políticos en la región son débiles, por decir lo menos, y en la actualidad ningún dirigente latinoamericano goza de la influencia que sí tienen muchos reguetoneros.

Eduardo Torres Arancivia, historiador peruano explica que la discusión política sobre ideologías y su relación con el poder no interesan como antes a los más jóvenes. “Pero aparece el arte para sacarlos de esa realidad que les parece tan compleja o tan frustrante, porque el arte también es un modo de escape. El arte en su catarsis genera un universo alterno donde se puede lograr lo que no se puede en la realidad política”.

Lenore además agrega que el problema del liderazgo político es global. “Simplemente los líderes políticos, los partidos, los sindicatos cada vez tienen menos poder. Entonces pueden cambiar menos las cosas y confiamos menos en ellos”.

Y advierte que los artistas, en cambio, tienen mucha influencia como líderes sociales. “Se critica al reggaetón porque promociona un estilo de vida de delincuencia, y eso tiene parte de razón, pero por otro lado, como dice el propio Daddy Yankee, ‘antes de que yo apareciese los chicos de mi barrio querían ser narcotraficantes, después todos quieren ser cantantes”.

También recuerda cómo Ricky Martin, Residente y Bad Bunny participaron en las protestas en 2019 contra el gobernador de Puerto Rico Ricardo Rosselló, luego de que se filtraron audios que delataban sus actitudes corruptas y homofóbicas. “Bad Bunny hizo lo que creo es el mayor acto político posible: rechazar dinero para unirte a una protesta popular. Él estaba de gira en Europa cobrando medio millón y un millón de euros por concierto y regresó a San Juan a impulsar estas protestas populares”. 

Para Torres lo anterior no es más que un hecho puntual. Explica que la participación política de muchos artistas es prácticamente nula, al menos de la manera tradicional. Y es cierto. Pero no todo queda allí, en marcar una postura frente a un dirigente o ideología en particular, pues existen muchas maneras de influir en el debate público, en cómo se percibe al mundo y cómo se puede transformar. Por ejemplo, para Lenore es curioso que en sociedades que llevan la bandera contra el imperialismo no se entienda la potencia antiimperialista del reggaetón. “Esa intuición y ese trabajo para hacer un rap festivo, bailable y más hedonista es lo más antiimperialista que se puede hacer, porque en el fondo es rechazar los productos culturales que intenta venderte tu potencia dominadora”.  Bad Bunny lo tiene claro, como quedó reflejado en la entrevista con El País: “Hay que romper eso de que los gringos son dioses… No, papi”.

“Métele sazón, batería y reggaetón”

No todo queda en el reggaetón en cuanto a la presencia de la Latinoamérica artística en el mundo. Hollywood es un ejemplo. Entre los más destacados se pueden mencionar a los mexicanos Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón, Salma Hayek, la colombiana Sofia Vergara y el chileno Pedro Pascal. La lista es larga.

Patricio Pina, rector de la Escuela Regional Cuyo de Cine y Video, de Argentina, explica que la presencia de los latinos en Hollywood es transversal. “Ocupan todos los roles, desde actores y actrices; gente que trabaja en la producción y en la postproducción de films”.  Pero advierte que en la actualidad la influencia queda allí, en la conquista de algunos espacios y del reconocimiento que han ganado por sus trabajos. “Inevitablemente creo que lo económico es lo que prima y hoy Latinoamérica y sus producciones no poseen la penetración cultural que sí puede tener otras industrias y pienso, por ejemplo, en el reggaetón”.

Chávez, Lenore y Torres opinan igual. Los éxitos que los latinos cosechan en las otras ramas de las industrias culturales son muy importantes pero no comparables con la influencia de la música popular o la de la literatura latinoamericana en los años del ‘boom’ de la segunda mitad del siglo XX. 

Pero Chávez es optimista: “Creo que todo ello nos puede servir de referencia para entender la importancia o el impulso que está teniendo el reggaetón. El papel que está asumiendo a la hora de generar ese gran interés en algo nuestro, que no es una creación de laboratorio, sino muy orgánica. Empezó a impulsar nuestras otras tradiciones para que también se conozcan y con eso, nuestra lengua, nuestra forma de pensar, de celebrar, de ser”.