La desinformación de las ‘fake news’ escala hasta la ONU

Una grave denuncia hecha por el presidente de Colombia, que resultó basada en pruebas falsas, marcó la última Asamblea General de la ONU. ¿Qué tanto puede escalar el impacto de las noticias falsas y de qué manera reconfigura las dinámicas políticas y el orden global?

Fake news
Presidente de Colombia, Iván Duque, con el dossier en el que habría pruebas sobre la presencia del ELN en Venezuela. Crédito: YouTube.

“Este dossier de 128 páginas demuestra la complicidad del régimen de Nicolás Maduro con los carteles terroristas que atentan contra el pueblo colombiano”, aseguró el presidente colombiano, Iván Duque, hace unos días mientras presentaba en la Asamblea 74 de la ONU, realizada en Nueva York, un informe que, según él, probaba la complicidad del gobierno de Maduro con las guerrillas colombianas. 

Ante la cara del secretario general de la ONU y varios de los máximos líderes políticos en el mundo, Duque mostró varias fotografías: la primera de una cabaña ubicada en una zona rural con un graffiti del ELN, otra de mujeres y hombres vestidos como guerrilleros durante una ronda infantil, luego una imagen que muestra a tres jóvenes caminando con un arma sobre su espalda sobre una vía sin pavimentar y la última de una guerrillera del ELN sentada con un arma y con su rostro cubierto por una bandana que tiene el logo del grupo al margen de la ley. Esta evidencia prueba el apoyo de la dictadura de Maduro a esas estructuras criminales. Venezuela se ha convertido en tierra fértil para estructuras aliadas con el ELN”, argumentó el mandatario. 

Sin embargo, pocas horas después, el objetivo que tenía Iván Duque con las fotos se desmoronó poco a poco. Ese mismo día, el 26 de septiembre, el medio El Colombiano desmintió lo planteado por el mandatario, asegurando que tres de las fotos que presentó en la Asamblea fueron tomadas en Colombia y no en Venezuela, como había asegurado el presidente, específicamente en la zona del Catatumbo y los departamentos de Chocó y Guaviare. La cuarta, tomada en el departamento del Cauca, fue suministrada por Inteligencia Militar a dicho medio en 2015.

Con el paso de las horas, el fuerte señalamiento del presidente colombiano empezó a ser denunciado en redes sociales y en algunos medios como un nuevo caso de ‘fake news’ o noticias falseadas, que es hacer uso de información falsa o incompleta o descontextualizada para probar un hecho y desinformar a la sociedad. Pero para probar que se trataba de un caso de fake news, debe haber una intencionalidad consciente detrás. ¿Estaba al tanto el mandatario colombiano de la verdadera procedencia de estas fotos? De ser así, este sería quizá el primer caso de fake news que escala hasta una Asamblea general de la ONU, un fenómeno contra el que no se ha encontrado antídoto. Medios de comunicación, comunicados de prensa de políticos, cadenas de Whatsapp y declaraciones de líderes de opinión, son los canales donde más abunda esta estrategia de desinformación. Ahora tendría que sumarse la Asamblea general de la ONU.

Su homónimo venezolano, Nicolás Maduro, no se hizo esperar para responder a la denuncia de Duque y a su posterior desmentida. “El imbécil, no se puede calificar de otra forma, fue y presentó un documento y las fotos, todas, son falsas, como tienen que ser”, dijo en un acto transmitido por la televisión gubernamental. “(…) porque la guerrilla es un fenómeno colombiano de 70 años (…) el problema es Colombia, Iván Duque”. 

Por su parte, la portavoz del Ministerio de Defensa colombiano se disculpó al día siguiente con AFP por haber hecho uso de las imágenes, y las primeras consecuencias de haberse subido al atril de una asamblea general de la ONU con denuncias sustentadas en fotos falsas se hicieron evidentes. El primero en caer fue el general Oswaldo Peña, jefe de Inteligencia y Contrainteligencia militar, quien solicitó su “retiro del servicio activo”, afirmando “ser consciente de la necesidad de responder por mis actos y la de mis subalternos”. 

El principal objetivo de la estrategia de las fake news, que cada vez es más popular, es la de desinformar. El término, que ganó el premio del Diccionario Oxford a la palabra del año en 2017 es una palabra ya habitual tanto en las salas de redacción como en los discursos políticos y las redes sociales. Líderes como Trump lo popularizaron de manera discursiva durante sus campañas presidenciales y fue el centro de escándalos como la famosa ‘Operación Laktha’, donde Estados Unidos acusó directamente a Moscú de orquestar un sabotaje que incluyó pirateos informáticos a correos electrónicos de los demócratas, noticias falseadas y propaganda para favorecer a Trump y desprestigiar a Hillary Clinton, quien fue su rival durante la carrera electoral. 

Sin embargo, las fake news pueden funcionar como doble estrategia. Líderes como Trump y Maduro lo incorporan en sus discursos como método de defensa para señalar cuando un medio o alguna declaración pública va en su contra. Venezuela ya lo hizo a través de su embajador ante la ONU, Samuel Moncada, quien aseguró en marzo de este año que existe un “desespero” del gobierno de Estados Unidos por atacar al país suramericano. Asimismo, el ministro de Comunicación de este país, Jorge Rodríguez, ha negado la crisis migratoria, clasificándola como ‘fake news’ y cuestionando la existencia de esta crisis. 

Sin embargo, el mismo gobierno ha sido víctima de las fake news en varias ocasiones. En enero de este año, la política española Sol Sánchez aseguró durante una entrevista en el programa Espejo Público que “a nadie se le escapa que el 30 por ciento del consumo interno de petróleo en EE. UU. depende de la importación de Venezuela”. Los allegados al régimen se apresuraron a difundir la noticia, argumentando que por este factor es que el país norteamericano quiere intervenir Venezuela; sin embargo, el medio sin ánimo de lucro Maldita.es, que se dedica a verificar hechos para combatir la desinformación, detalló que el petróleo de Venezuela supuso solo un 7 por ciento de las importaciones de petróleo en EE. UU. en 2017.

En México también se ha registrado la proliferación de las fake news. El año pasado, se detectó que muchas noticias falsas giraban alrededor de Andrés Manuel López Obrador, que en ese entonces era candidato presidencial y ahora es el actual presidente, y José Antonio Meade, uno de sus contrincantes.

A medida que López Obrador comenzó a tener más ventaja en las encuestas, los responsables de desinformar a los ciudadanos se concentraron en promover una mayor desconfianza en el sistema electoral, además de exhortarlos a abstenerse a votar. Esto llevó a que el Instituto Nacional Electoral (INE) trabajara de la mano con la iniciativa periodística Verificado 2018, que tiene como objetivo luchar contra las noticias falsas en tiempos electorales, a fin de confirmar o desmentir los contenidos compartidos en redes sociales.

Las fake news se han ido incorporando a distintos ámbitos de la sociedad, porque su estrategia depende de la información. Uno de los casos más recientes fue el de los incendios de la Amazonía brasilera, que durante agosto ardió por varios días, arrasando con 2.5 millones de hectáreas y afectando gravemente la fauna y la flora en el territorio. Miles de personas alrededor del mundo replicaron información relacionada  con el suceso, y muchas de las fotografías, que incluían a animales sufriendo y llamas voraces destruyendo los bosques, no correspondían a hechos actuales, sino a momentos anteriores. Una de las más famosas fue la de un mono abrazando a su cría, presuntamente muerta, pero que en realidad solo había tropezado y el momento fue capturado en 2017.

Otra reciente víctima de las fake news fue Greta Thunberg, quien asistió a la Cumbre sobre Acción Climática de la ONU. Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, compartió en septiembre una fotografía en la que se ve a Thunberg sentada frente a una mesa llena de alimentos en un tren, mientras en el fondo se ve a un grupo de niños en extrema pobreza. La instantánea fue señalada como falsa a los pocos minutos, y la respuesta de Bolsonaro hijo fue burlarse de la situación subiendo un par de memes, sin ofrecer ningún tipo de disculpa.

Si a quienes consumen información les sigue ganando más el botón de ‘compartir’ o ‘share’, que la necesidad de verificar la información, las fake news entonces habrán llegado para quedarse y seguir cambiando la configuración y las dinámicas del consumo de información, algo que hace unos años atrás no se ponía en duda. Y si el fenómeno se está usando como estrategia política, pues mucho menos se podrá combatir esta problemática.  Ahora, esta presunta puesta en escena durante la última asamblea de la ONU, aparte de plantar la pregunta sobre si Duque estaba al tanto del origen de esas fotografías, deja claro que ni siquiera organismos como las Naciones Unidas están exentas de ser desinformadas y manipuladas. 

Ponerle un alto a esta problemática parece cada vez más difícil. Si bien Facebook y Twitter (dos de las redes sociales en las que más se comparten noticias falseadas) han reforzado sus sistemas para combatirlas, cada vez se reproducen más formas de complejizar la información falsa que se presenta. El último ejemplo es ‘ZAO’, una aplicación muy popular en China que intercambia nuestro rostro con las caras de cantantes o actores en cuestión de segundos y obtiene los registros faciales de sus usuarios, algo que puede ser utilizado como desinformación incluso para hechos que involucren actos delictivos e incriminen falsamente a personas inocentes. ¿Podremos darle la vuelta a esta amenaza desinformativa que parece salirse de control en vez de aminorar su paso, o cada vez será menor la población que consuma información veraz y verificada?