América Latina: la galleta de la fortuna para China

Aunque el gobierno asiático no es un neófito comercial en Latinoamérica, la ácida relación del presidente estadounidense Donald Trump con ese país abre otros panoramas comerciales y geopolíticos con amplias ganancias para ellos.

Evo Morales presidente de Bolivia y Xi Jinping presidente de China

Estados Unidos y China dieron una pequeña muestra, como apenas un mordisco de una galleta de la fortuna, de lo que se vislumbra para la región latinoamericana en los próximos años: el gobierno estadounidense, bajo la administración de Donald Trump, anunciaba un incremento aproximado de $200 mil millones en aranceles para productos de fabricación china. Como si arremetería, un día después, a su vez, China anunció una subida de $60 mil millones a productos de fabricación estadounidense. Los aranceles serán efectivos desde el próximo 24 de septiembre, según lo reportó la BBC.

La rápida acometida comercial se da mientras el presidente venezolano Nicolás Maduro – con polémica incluida por contratar a un chef de lujo – está acercándose nuevamente al gigante asiático en busca de créditos que den liquidez a una alicaída Venezuela a cambio de ventas favorables de petróleo. Maduro le dará a china un 9.9% más de participación a los asiáticos en la empresa petrolera Sinovesa, donde China ya tenía  40% de participación.

A juzgar por la trayectoria comercial de los asiáticos en Latinoamérica, lo mismo han buscado durante los últimos 10 años gobiernos de la región: tratos comerciales económicos fuera de la esfera de Estados Unidos. El sitio Infobae analizaba esta semana que, precisamente, Latinoamérica tuvo mucho que ver en que China se convirtiera en pocos años en la segunda potencia económica mundial que es ahora, en especial porque centró su atención en el financiamiento de proyectos extractivistas, como las mineras, a través de cercanías con gobiernos de la izquierda latinoamericana como Bolivia.

En unos países como inversionista y en otras como proveedora como ocurrió en Brasil, Ecuador, Perú y Argentina  buscaron en su momento tratos comerciales en la industria de las materias primas – petróleo sobre todo – con China. Sin embargo, de esos tratados también quedaron cuestionamientos. Por ejemplo,, el expresidente Rafael Correa y varios ministros son investigados por aumentar el endeudamiento público externo con China hasta 160 %.

Otros movimientos políticos recientes ayudaron  a salpimentar la relación entre China y Estados Unidos: la reciente ruptura de El Salvador de relaciones diplomáticas con Taiwán, decantándose por China; siguiendo los pasos de República Dominicana en mayo de este año, y del gobierno de Panamá en 2017, que actualmente enfrenta críticas públicas por proponer como ubicación de la embajada china el sitio Amador, lugar que los panameños consideran de una sólida soberanía, ya que fue el lugar donde estuvieron las bases estadounidenses más importantes.

El apoyo de China a proyectos en la región, no ha estado exento de polémica y señalamientos de corrupción como el caso ecuatoriano; o el de Bolivia dondevinculan al presidente Evo Morales beneficiando con contratos a una empresa de capital chino, dirigida por su amante.

¿Ha detenido a los países latinoamericanos en la búsqueda de aliados comerciales? Ni de lejos, como lo demuestran la reciente gira de Maduro y la de Morales, en junio pasado.

China crece en la región mientras su contricante parece dormido ¿Y cuál ha sido la reacción del gobierno estadounidense? Tardía. Ya desde diciembre del año pasado, el periódico español El País apuntaba a que la falta de estrategia de Trump está posibilitando más la expansión e influencia de China en Latinoamérica. “Mientras la Administración de Trump rompe acuerdos y cuestiona alianzas, el gigante asiático impulsa los lazos políticos, culturales y sociales con la región”, reseñó el rotativo en clara alusión a la ruptura de tratados comerciales. No sólo eso: Trump se ha generado suficientes anticuerpos ante una retórica abiertamente antiinmigrante. De hecho, la subida de los aranceles buscan potenciar que los estadounidenses consuman productos locales: América for the americans.

Como si apenas se diera cuenta del papel de América Latina hasta inicios de septiembre, Trump decidió llamar a los jefes de misión diplomática de El Salvador, República Dominicana y Panamá para analizar mejores estrategias, ante la apertura de relaciones diplomáticas con China.

La lenta reacción de la administración Trump y su falta de reconocimiento público de que Taiwán promovió múltiples casos de corrupción en la región, para granjearse aliados políticos, dejan en claro el avance imparable y definitivo de China en Latinoamérica.

Por su parte China con  tres visitas oficiales a Latinoamérica en tres años , tal y como lo señalaba El País de España, tiene una estrategia más agresiva y clara para conseguir uno de sus objetivos: expansión. Apostarle a las industrias extractivistas como el petróleo, las minas, el gas, el manejo de puertos marítimos y otros en la región mientras su cooperación sea necesaria. Tan rápido y sencillo como abrir su galleta de la fortuna.