EL LIMBO DEL RETORNO

Más de 100 mil migrantes latinoamericanos, acorralados entre la miseria y la pandemia, decidieron dar marcha atrás. Al buscar apoyo de sus países, no lo encontraron, y al retornar por su cuenta, o fueron rechazados o les impusieron cuarentenas en campamentos bajo condiciones indignas.

La decisión de volver los ha marcado. Algunos son acusados de ser “armas biológicas”, para contagiar a sus compatriotas. A otros ni siquiera se les ha dado razones del rechazo y han debido dormir en puentes, en la calle frente a los consulados o en la ruta donde los encuentre la noche. Los más aventurados, o desesperados, deciden jugarse el todo por el todo, y cruzar las fronteras por su propia cuenta bien sea con ayuda de coyotes o abriendo trocha entre el monte y la selva, con tal de poder regresar a sus países. “Si vamos a morir, al menos que sea en nuestro lugar” es lo que repiten.

Discursos oficiales y protocolos sanitarios maquillan la realidad de las fronteras y los albergues, donde han quedado suspendidos los derechos de los migrantes a lo largo de América Latina.