Trump, las pandillas y las mentiras mal calculadas

Uno de los caballos de batalla de Donald Trump, desde antes de convertirse en presidente de Estados Unidos, fue la promesa de deportaciones masivas. Promesas que han activado las alarmas, sobre todo en Centroamérica, pero que no parecen tener un fundamento real.

Fotografía de dominio público de una operación de la U.S. Immigration and Customs Enforcement (ICE)

La tercera semana de abril pasado, durante una reunión de fiscales generales del Triángulo Norte, los funcionarios mostraron una evidente preocupación ante la posibilidad de deportaciones masivas de miembros de pandillas. Hablaron de la necesidad de un plan de contingencia y no era para menos. Apenas tres días antes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el fiscal general de ese país, Jeff Sessions, anunciaron deportaciones masivas de miembros de pandilla.

Desde enero pasado, cuando Trump asumió la presidencia, millones de migrantes se mantienen en vilo ante el endurecimiento de la postura gubernamental de Estados Unidos de las leyes migratorias, particularmente dos sectores: los latinos y los oriundos de Medio Oriente. Un artículo de marzo de 2016 de la BBC planteaba que hay alrededor de 55 millones de migrantes latinos en Estados Unidos. Al menos 24 millones de estos, con posibilidad de votar. Es decir, con un estatus migratorio regular.

La población latina incrementó su presencia en Estados Unidos de forma continua a partir de las décadas de los ochenta y noventa, forzada por contextos de conflicto armado y desigualdad en sus países. Las deportaciones surgidas a partir de tal período permitieron el afianzamiento y la expansión de miembros de pandillas en Centroamérica, región donde se calcula su dimensión en más de 80.000 miembros.

El discurso de Trump y Sessions en abril pasado se enfocó en que la pandilla MS-13 se expandió durante la administración de Barack Obama y que es, hoy por hoy, prioridad de su gobierno “erradicarla”. Esa estructura tuvo su origen en Los Ángeles de la década de los ochenta, entre migrantes salvadoreños.

Tampoco es cierto que la administración Obama no combatiera dicha estructura: durante ese período la MS-13 recibió la designación como Organización Terrorista Trasnacional, en 2012.

Si bien Trump se ha preocupado en las últimas semanas por convencer a sus ciudadanos de que capturar y deportar estas estructuras es una prioridad de su gobierno, por considerarla una de las principales responsables de la criminalidad en zonas urbanas, los números no le dan la razón. Todo esto se produce después de un cuádruple homicidio en Long Island, Nueva York, atribuido a la MS-13, y ocurrido el pasado 12 de abril.

Aunque Trump había anunciado desde febrero pasado las deportaciones masivas como una “operación militar”, las últimas cifras conocidas indican que hasta el momento ha deportado menos migrantes que su predecesor, quien ha sido el presidente estadounidense que más ha deportado migrantes de los últimos 20 años.

Este 11 de mayo, la unidad de Investigaciones de Seguridad Naiconal (HSI) de los Estados Unidos, y la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE) anunciaron los resultados de un amplio operativo ejecutado durante varios días: más de 1.300 arrestos que fueron anunciados con bombo y platillo como pandilleros detenidos. Sin embargo, las cifras de detención contradicen de hecho la postura de Trump, de equiparar migrantes con crímenes.

En la información liberada queda claro que de 1.348 arrestos solo 445 corresponden a migrantes. 933 personas son de nacionalidad estadounidense. Está aún por verse si Trump repetirá las acciones de su antecesor en cuanto a deportar más personas que no tienen antecedentes judiciales, ni criminales. Mientras, los países del Triángulo Norte analizan estrategias para fichar y detener a los miembros de pandilla al momento de su retorno.

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