La sentencia de muerte que dicta un gorgojo

En el cerro El Pericón, Perquín, se han estado talando más de 400 pinos cada semana porque el gorgojo descortezador –una especie nativa salvadoreña recién convertida en plaga por el aumento de las temperaturas– los ha secado. Hasta hace unas semanas, las autoridades daban cuenta de 311 hectáreas devastadas en esta zona de recarga acuífera.

Colocan la sierra en una postura con ángulo para dirigir la caída. El gorgojo descortezador se ha tardado unos 10 días en secarlo y dejarlo listo para la tala. A los tres hombres que forman parte de una de las brigadas que anda en el cerro El Pericón, de  Arambala, Morazán, no les toma más de dos minutos hacerle dos incisiones por lo ancho y botarlo. Los cuarenta años que le tomó a este pino rozar los 25 metros de alto se acaban en un alboroto de hojarasca y un golpe seco contra el suelo. A veces, el golpe es doble y suena como a tambor, pasa cuando el pino recién talado cae sobre el tronco ya seco de otro. Este paraje, antes tan verde que no dejaba pasar la luz del sol, ahora es un cementerio de árboles. Lejos del susurro del viento moviendo las altas copas, lo que suena es una mezcla de las sierras, el alboroto de hojarasca y el golpe contra el suelo, una y otra vez.

Esta brigada son tres hombres. Uno, que es el que usa la sierra y dos ayudantes. La jornada va a terminar al medio día, para entonces, habrán talado unos 40 árboles. Hay otra brigada que trabaja bajo parámetros similares. En una semana, entre ambas brigadas, botan más de 400 pinos. El impacto del descontrol de la plaga del gorgojo descortezador en un país con solo el 12 % de cobertura boscosa es grande y se va a complicar más cuando sea momento de recargar mantos acuíferos o cuando disminuya la calidad del aire.  Hasta ahora, la plaga ha obligado la tala de más de 20,000 árboles.

Este reportaje elaborado por Glenda Girón y Ricardo Flores (textos), Borman Mármol, Ángel Gómez y Nilton García (fotografías) para La Prensa Gráfica de El Salvador es republicado por CONNECTAS gracias a un acuerdo de difusión de contenidos.

El gorgojo no es un extraño. Es una especie que siempre ha habitado la zona y ha protagonizado brotes posteriores a sequías o a incendios forestales. Pero lo que ocurre en esta ocasión es que ha perdido a sus depredadores naturales y, además, ha visto en la humedad y el aumento de la temperatura circunstancias cómodas para hacer crecer su presencia. Su llegada a un árbol se anuncia por el color amarillo de las hojas. Después, las cubre un tono rojizo que se acentúa desde la punta hacia la base. La única opción desde la etapa inicial es derribarlo, no hay químico ni ningún tratamiento que pueda hacer retroceder a este gorgojo. Esto es parte de lo que las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales explican en una conferencia de prensa que brindan junto a las del Ministerio de Agricultura.

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Estas instalaciones del MARN están lejos de la zona donde las sierras trabajan a todo lo que dan. La ministra de Medio Ambiente, Lina Pohl, se ha sentado en medio, para, como anfitriona, presidir este encuentro con la prensa que empieza 40 minutos más tarde de lo citado y sin los invitados especiales:  “¿A dónde están los del servicio forestal?”, pregunta con impaciencia al personal de Comunicaciones. Este encuentro es para anunciar que tres especialistas del Servicio Forestal de los Estados Unidos han venido para “abordar la plaga del gorgojo descortezador que está afectando la zona boscosa del norte de La Unión y Morazán”. Los expertos ocupan sus asientos ante los periodistas, pero quien en realidad habla la mayoría del tiempo es la ministra.

La postura de estas autoridades se resume en que la situación no es grave. La ministra de Medio Ambiente de este país cada vez más vulnerable a sequías, inundaciones, erupciones o terremotos está acostumbrada a llamar la atención con posturas caricaturescas, como dejar de comer pupusas hasta que la Asamblea Legislativa apruebe la ley de agua, hacer llamados a cortarse el cabello ante una ola de calor o a recomendar buscar pareja ante un frente frío. La titular de la cartera de Estado encargada de encabezar las acciones relativas al cambio climático ha usado buena parte de esta conferencia de prensa para bajarle intensidad al problema. En tono casi de agradecimiento, llamó “bichito” al gorgojo descortezador y concluyó que esta plaga es una oportunidad para “revitalizar el bosque” porque esos que se talan son los “árboles viejos”. Para explicar cómo es que esta especie nativa se ha descontrolado hasta ser llamada plaga, la ministra, fiel a su estilo, da esta explicación: “Cuando los árboles están estresados, tiran una ‘feromona’, que es la que atrae al bichito”.

La siguiente parte de la conferencia va sobre comparaciones. La afectación de El Salvador es minúscula, porque ya en su último brote Canadá perdió 15 millones de hectáreas de bosque de pino-encino a causa de una infestación de gorgojo descortezador, se dice en esta mesa. Se cierra este capítulo con la satisfacción de que ese bosque canadiense se “regeneró, renació revitalizado”.

El Salvador ha perdido 217 hectáreas (311 manzanas) de bosque, según cálculos del Ministerio de Agricultura. Estas cifras, sin embargo, son demasiado tímidas, porque las alcaldías de cada uno de los 18 municipios en donde se han detectado brotes de gorgojo descortezador tienen sus propias brigadas de tala. Brigadas como las dos que en el cerro El Pericón talan hasta 80 pinos en una jornada.  Las contadas por Agricultura son 25 brigadas dedicadas solo a talar y a rociar con un químico llamado Desi-10 tanto los árboles caídos como los que quedan más próximos al brote. El bosque que cubre el cerro El Pericón alimenta la recarga acuífera de la que se abastecen unos 40,000 habitantes, de acuerdo con la Mesa Territorial del Foro del Agua.

“No estamos suficientemente preparados, por eso pedimos ayudas internacionales para tener acervos, insumos para que los daños no sean irreversibles”, señala Orestes Ortez en un tono mucho menos jovial que el de la ministra Pohl. “Este es un mensaje claro de la naturaleza acerca de los efectos del cambio climático, nos dice que en esos entornos el gorgojo sobrevive porque sus depredadores naturales han desaparecido”.

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Entre los factores que inciden en que el gorgojo descortezador avance hasta la categoría de plaga están los períodos largos de sequía, el cambio climático contempla una mayor intensidad de fenómenos como este. Los municipios en donde se han confirmado brotes se encuentran, además, dentro de la región del corredor seco.

En un primer momento, el gorgojo ataca los árboles debilitados por la sequía o los incendios. Pero cuando los brotes superan los 30 árboles, el gorgojo ya es capaz de infestar los pinos sanos.  En la fase uno de la infestación, el árbol solo muestra grumos frescos de resina en la corteza. En la dos, cuando el pino ya está con crías de gorgojo, la copa se pone amarillenta y los grumos lucen secos y duros. La etapa tres llega cuando el pino ha muerto y es abandonado por los gorgojos, la copa se torna roja o marrón con muchos orificios pequeños de salida en la corteza que ya está suelta.

El del gorgojo es un problema visible desde lejos. Imágenes satelitales muestran con claridad los focos rojos de los árboles ya en etapa tres, muertos, que hay diseminados por los municipios de la zona norte. A cada uno de esos brotes tiene que llegar una brigada a talar a los que ya el gorgojo abandonó, pero, además, tiene que talar los árboles con la copa amarilla y los que todavía están en la etapa uno. Y tiene que talar árboles sanos en un entorno de unos 800 metros. Esto es lo que se recomienda para hacer una franja de protección que tiene el objetivo de evitar que el gorgojo se siga propagando. Los dueños de las propiedades han estado ejecutando acciones de este tipo desde junio y, en muchos casos, no ha sido suficiente.

La finca Santa Isabel, en Arambala, cuenta ahora con un área que lejos de bosque, parece aserradero. En la zona se acumulan las cortezas retiradas a los árboles enfermos que han sido talados, el suelo está tapizado de aserrín y hay una especie de campamento fabricado con plásticos negros y ramas. Desde el inicio del brote en este municipio se han talado casi 5,000 pinos. Leonicio  Sorto, delegado de Agricultura en Morazán, da cuenta de que esta ha sido una de las fincas en las que se taló una franja amplia de pinos, tanto, que se aseguró al propietario que sería suficiente para que el gorgojo no avanzara más. Pero, al cabo de un par de días, los pinos que se pensaron a salvo, ya tenían las copas amarillas, la sentencia en fase dos.

Un documento titulado Resiliencia Bosques Comunitarios de Pino ante plaga Gorgojo cifra en 58,500 la cantidad de hectáreas de El Salvador cubiertas con este tipo de bosque. Esta investigación se realizó con respaldo de la Universidad de San Carlos, Guatemala. Data de 2010 y la firma Boris A. Méndez Paiz, docente e investigador forestal. La cantidad de hectáreas no puede tomarse como un número que se mantenga en la actualidad por algo que también destaca este documento: “El nivel de prácticas forestales insostenibles e incompatibles con la conservación es alto”.

Aunque el ministro de Agricultura y la ministra de Medio Ambiente aseguren en plena conferencia y acuerpados por los expertos del Servicio Forestal de Estados Unidos que no se están botando más árboles de los debidos y que no se aprovechará la tala para cambiar el uso del suelo, la realidad es que no hay recursos para garantizar nada.  En estas zonas los bosques compiten con las cosechas de hortalizas, estas últimas son más rentables. Y también compiten con cualquier proyecto turístico o de lotificación. “Limpiar” la zona de los “pinos más viejos”, como los llama la ministra, facilita el avance de todo aquello que va en contra de la sobrevivencia del bosque. “En otro país, esto del gorgojo no sería un problema, el problema es que aquí se puede dar el cambio en el uso del suelo y es lo que nosotros vamos a evitar”, reconoce, ya sin matices cómicos,  la ministra Pohl.

El gorgojo es un problema de toda la llamada Ecorregión Bosques de Pino-Encino de Centroamérica. En el brote de 2000-2003, Honduras perdió el 5 % de su bosque de esta clase. El brote más reciente, que comenzó en 2013 y todavía no está bajo control, ya se acabó 417,000 hectáreas, el 35 % del bosque. Honduras no está lejos. Desde el lugar conocido como El Bailadero del Diablo, en Perquín, se alcanzan a ver más de siete brotes del lado de Honduras. La división con El Salvador no es obvia, y de este lado de la frontera, las copas coloradas características de los árboles que el gorgojo ha secado y abandonado  también se notan.

La investigación de Méndez Paiz recomienda que, para no trasladar el gorgojo, a la madera el rollo se le quite la corteza en el mismo lugar en el que se tala y que, acto seguido, se queme. En Perquín y en Arambala, las zonas que antes eran bosques se han convertido en aserraderos temporales, de esta manera, se facilita que la madera se traslade ya en forma de tablas. Pero no se están quemando las cortezas.

Los propietarios de los terrenos afectados por el gorgojo, como Sandra Gómez, tienen el apoyo de Agricultura y de las alcaldías para pagar los $50 que cobran las brigadas para ejecutar las talas ($30 del que maneja la sierra y $10 por cada ayudante), pero el traslado y el procesamiento en los aserraderos corre por cuenta de su bolsillo. Y son, calcula Gómez, otros $50 diarios.

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Entre toda la madera que está saliendo de Honduras y de Guatemala a causa también del gorgojo descortezador, la salvadoreña no se está moviendo ni a los bajos precios de $8 en rollo (el tronco) y a $30 ya aserrada. “Ahorita no sirve el maderal”, afirma José Santos Argueta, dueño de una sierra y parte de una de las brigadas de tala en uno de los descansos que se toma entre que bota un árbol y otro..

La madera se va acumulando en predios en Arambala. Sandra Gómez ha hecho un par de galeras en el restaurante que regenta, pero tras talar más de 200 pinos en esta propiedad, el exceso de material ya es grande y va a ser mayor.

En unos 10 minutos, Santos tumba un árbol al que le calcula 20 años, otro que cree que va por los 30, uno más de 20 y la suma de los años de todos estos pinos muertos esta mañana es de siglos. Culpar a un gorgojo de tanta depredación sería demasiado superficial. “El bichito”, como le llama la ministra Pohl, ha aprovechado las circunstancias expuestas por el cambio climático para asegurar su supervivencia, aunque esto comprometa la vida del bosque del que, a su vez, dependen tantas otras especies.  Cuando cae un árbol, nunca cae solo un árbol; con él pierden todos los que dependen del bosque.

Este reportaje elaborado por Glenda Girón y Ricardo Flores (textos), Borman Mármol, Ángel Gómez y Nilton García (fotografías) para La Prensa Gráfica de El Salvador es republicado por CONNECTAS gracias a un acuerdo de difusión de contenidos.


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