Wikimedia Commons

Stephen Kuffner se refugió en Cuba tras sufrir el despojo de todos sus bienes en Austria, su país natal. Desde el país caribeño inició su pelea por lograr la restitución de sus bienes, incluidas valiosas obras artísticas.

 

En los expedientes desclasificados de la Comisión Roberts, encargada de investigar el tráfico de arte robado al final de la Segunda Guerra Mundial, se encuentran cartas interceptadas de Kuffner durante su estancia en La Habana. En las misivas se menciona que el austriaco tuvo su primer encuentro con la Gestapo a principios de abril de 1938. El 8 de abril de ese año, su familia se vio obligada a vender las acciones de una empresa cervecera que tenía en Austria; esa fue la primera venta forzada que hicieron.  Ver documento.

 

Días después, la Gestapo entró al hogar de la familia Kuffner y se apoderó de joyas y dinero. Los agentes alemanes no pasaron por alto ni siquiera las bebidas y se llevaron todas las botellas de licor que encontraron a su paso, entre ellas de brandy, whisky y hasta champaña. “Tomaron hasta la última botella”, contó Stephen a un amigo que residía en Toronto (Canadá), en una carta fechada el 18 de septiembre de 1943. Ahí él le describe cómo los nazis arrasaron con todo lo que había en su hogar en Austria. Ver documento.

 

“Uno de ellos nos llevó a mi padre y a mi a los bancos y me obligó a transferir todos los activos para ponerlos a disposición de la Gestapo”, detalla la carta. También refiere que confió un reporte de sus propiedades al Departamento del Tesoro de Estados Unidos para que lo ayudaran a rescatar desde terrenos hasta cuatro lujosas propiedades. Y habla de la “venta forzada” de algunas pinturas que el remitente creía que fueron compradas por el mismo Hitler, para nutrir su colección personal de arte.

En uno de los allanamientos de la Gestapo, Kuffner se vio obligado a vender varios cuadros que, siempre creyó, fueron a parar directamente a las manos de Adolf Hitler.

“No tuve ningún inconveniente en vender esas pinturas porque sé que de lo contrario, seguramente hubiera encontrado muy serias dificultades para salir del país. Debería considerar responsable del saqueo de nuestros bienes, a excepción de la cuestión de las pinturas, a dos miembros de la Gestapo alemana. Estoy bastante seguro de que el nombre de uno de ellos era Gunther. (…) Pero para todas las pinturas (robadas) debería, sin duda alguna, considerar a Hitler como responsable”, expone en la comunicación. Ver documento.

 

Kuffner dejó Austria en 1938 y llegó a Inglaterra al año siguiente. A principios de la década de los 40 ya había emigrado a Cuba, en donde encontró refugio.

 

En los documentos de su caso se menciona que tuvo que vender todas sus pinturas a un hombre llamado Schulte Strathaus, por un precio irrisorio de 29 mil marcos de la época.

 

Según su relato, Schulte lo había amenazado y le confesó que actuaba a nombre de Hitler y que todas sus pinturas, excepto unos dibujos que no consideraba muy valiosos, irían a parar a la colección privada del Führer. Entre las piezas de arte que reclamaba Kuffner había algunos paisajes pintados por Angélica Kauffmann, una afamada pintora suiza del siglo XVIII.  Ver documento.